viernes, 5 de junio de 2009

Camino de Santiago 2009. Desenlace




Como dije el año pasado al finalizar el Camino, todo llega en esta vida, y todo pasa. Otro año más. Ojalá queden muchos otros.

He tardado casi un mes en publicar este desenlace. Lo ha motivado el que quiero poner muchos datos de las etapas hechas. Me ha llevado mucho trabajo hacerlo y no le he dedicado el tiempo necesario.

Ahora ya he recopilado y digerido toda la información y puedo comentarla.

Hago un inciso para indicar que los bojjjjjjjjjjsssss de mis colegas estarán actualizados. He añadido el enlace al de Pani y al de Pedro. Leedlos también.

Antes de nada quiero dar las gracias a mis colegas por haberme permitido realizar este fantástico viaje junto a ellos: los ya añejos Luis y Julio, el novel en estas lides Pedro y el experto pero primer año junto a nosotros, Pani. Tampoco quiero olvidar a Andrés, a quien sólo la mala fortuna en forma de indisposición física en el último momento le impidió hacer el Camino con nosotros. Seguro que todos, más los que se quieran unir, repetiremos.

Y gracias, por supuesto, a todos los que estuvieron pendientes de nosotros y nos dieron su apoyo y ánimo, ya sea vía comentarios al blog, vía llamadas y mensajes, o simplemente por acordarse de estos impenitentes pecadores.

Este Camino ha sido muy diferente al del año pasado, por la orografía, por el poco ambiente peregrino, por las escasas infraestructuras peregrinas, el mal tiempo metereológico que nos acompañó casi todos los días (aunque más benigno que el previsto antes de comenzar), los muchos percances físicos y mecánicos sufridos (los psíquicos son ajenos al Camino) y por tantas otras cosas.

Eso no hace más que refrendar el dicho de que Caminos hay tantos como peregrinos. Cada peregrinaje es un Camino distinto. Con la poca experiencia ya cosechada, diría que para hacer un Camino con encanto y ambiente peregrino, hay que hacer el Camino Francés. Para hacer bicicleta y disfrutar de paisajes como ninguno, este del Salvador y Primitivo. Y un Camino para recordar siempre, cualquiera de ellos.

Cuando repita el Camino, algo que no voy a dejar que vuelva a pasarme es ir sin la debida preparación. Durante el mes anterior a empezar, y por distintos motivos, sólo había salido en una ocasión y para hacer poco más de 20 km por el carril ciclista. Lo pagué caro. El primer día lo hice sin problemas hasta que los tuve. Subí sin muchos problemas las dificultades de ese día (Loma de San Pelayo, Buiza, Collada de Villasimpliz), pero cuando las patas dijeron basta y empezaron los amagos de tirones, llevábamos ya más de 50 km, juntándose con la tormenta de nieve y tardé una hora en hacer los últimos 5 km de subida a Pajares, cuando de haber estado en condiciones normales lo hubiera hecho en menos de la mitad de tiempo y sin el calvario psicológico que sufrí. El ánimo de mis colegas, en especial Pedro que no me dejó un sólo instante, la llegada al Alto y el café caliente en Casa Pernales fueron suficientes, e imprescindibles, para poder seguir.

Otro incidente serio fue el problema del desviador del cambio que sufrí nada más empezar el tercer día. Gracias a María José por querer solucionarlo subiéndome otra bici desde Madrid (que por los tiempo tan apretados con los que nos movíamos lo hacían irrealizable), gracias a mis colegas por tratar de solventarlo y acompañarme hasta Trubia y gracias a mis salvadores, cuyos nombres lamento no recordar, del taller mecánico Tino de Trubia y el panadero del pueblo. Gracias a ellos pude continuar el Camino.

Una de las cosas maravillosas del Camino y que te hace reconciliarte con la especie humana son todas estas personas con las que te cruzas y que de forma desinteresada te prestan un poco de su tiempo y dedicación para poder solventar cualquier necesidad o apuro que tengas. Gracias a Marisa del Albergue de Pajares, a los ya mencionados de Trubia, a Tino de Cornellana, a Antonín de la Nueva Allandesa, la dueña del Cantábrico en Fonsagrada, y tantos otros que me dejaré a buen seguro en el tintero.

Hay otras muchas cosas que se me quedarán en el recuerdo de este Camino para siempre: la alegría al reencontrame con mi familia, la cantidad de problemas físicos y mecánicos, los bellísimos paisajes por los que transcurre continuamente, la cantidad de puertos pasados (recuérdese que vamos con las alforjas lo que hace las cuestas arriba especialmente penosas, más áun si es en tierra y con piedras sueltas), las gozosas y kilométricas bajadas a lo belga (Pajares, Tineo, Grandas de Salime), la increíbles cuestas de los caminos (nos costó dos días darnos cuenta que en este Camino hay muchísimos tramos no ciclables y recordaremos siempre la Loma de San Pelayo y el camino entre Santa Marina y Llanos de Somerón), las grandes y provechosas jamadas en Mieres, Cornellana (espectacular Casa Dany), Pola de Allande (pedazo cena de entrante y tres platos, incluido pote asturiano, en la Nueva Allandesa), el pulpo en Fonsagrada y Melide, el chuletón de kilo en Lugo, la mariscada en Santiago (mejor la del año pasado), las frases de los lugareños de Santa Marina cuando nos vieron queriendo seguir subiendo hacia Llanos de Somerón ("habéis pasado lo malo, ahora os queda lo peor" o "ahí morís"), y tantas otras cosas vividas.

En Fonsagrada mi cuentakilómetros marcaba 2.500 km, que unidos a los 2.000 aproximadamente que tendría el anterior, indican que en los dos años que venimos saliendo muchos fines de semana, más lo hecho en estos dos Caminos, llevo hechos unos 4.500 km, que es algo más de la distancia entre Madrid y Moscú, pasando por Francia, Luxemburgo, Alemania, Polonia y Bielorrusia. Ya se sabe, tacita a tacita.

También me acuerdo del día de la subida al puerto de La Espina. Al llegar a Tineo, punto intermedio de la etapa, ya se nos había echado la tarde encima y la necesidad de llegar como fuere antes de que anocheciera a Pola de Allande nos hizo ir por la carretera que se nos señalizaba a la salida de Tineo. Si hubiera mirado el GPS, hubiera comprobado que había otra carretera, por la que me dirigía el track, cinco kilómetros más corta y prácticamente llana sin más dificultad que el pequeño puerto de 3 km de Piedratecha a la salida de Tineo. Por contra, disfrutamos de una bajada de 14 km deliciosa hasta Gera, pero sufrimos una subida interminable de 16 km que nos costó dos horas y cuarto rematarla, lo que nos hizo llegar a Pola de Allande en estado pre-mortem.

También quiero recordar a la anciana que vimos casi desfallecida, sin más apoyo que su bastón, antes de llegar al Monte del Gozo. Era una señora de muy avanzada edad que caminaba con mucha dificultad. La habíamos visto la noche anterior en Arzúa. Mientras que íbamos a cenar a eso de las diez de la noche, vimos a esa señora caminar encorvadamente con su mochila a la espalda. Ya nos llamó la atención. Era la misma señora que estaba detenida, de pie, a un lado del camino bajo un sol abrasador y con aspecto de derrumbarse en cualquier momento. Afortunadamente nos dimos cuenta al pasar a su lado que quizá necesitaba ayuda y nos dimos la vuelta para ofrecérsela. Resultó que, en efecto, la señora no llevaba agua y estaba sufriendo una especie de lipotimia. Nos aprestamos a darle la nuestra. Para encontrarnos a esa señora en ese punto resulta necesario deducir que hizo el tramo Arzúa-Santiago caminando sin descanso toda la noche. ¿Desde dónde venía?. ¿Cuántos días y noches llevaba haciéndolo?. ¿Qué le impulsaba a ello?. Es increíble la capacidad del ser humano.

Antes de pasar a indicar los datos del Camino recorrido, sí quiero destacar las extremada dureza de la subida a la Loma San Pelayo (gran momento vivido observando la capacidad logística del cuerpo de zapadores e ingeniería mecánica metrera), el tramo de subida que hicimos en Santa Marina (14% de pendiente media), los muchos puertos de más del 5% de pendiente media que atravesamos, los 16 km de subida extenuante en forma de continuos dientes de sierra desde Gera, los 20 km de subida también extenuante desde la presa de Grandas de Salime hasta el puerto del Acebo, sin olvidarnos del Pajares, La Espina y El Palo.

En cuanto a números, hemos hecho 508 km, a una media diaria de 63,43. Lo previsto eran 460 a una media diaria de 57,43. Nos salieron por tanto 48 km extra, lo que hace que sólo hiciéramos 25 km menos que el año pasado. Hemos estado en total 39 horas y 41 minutos pedaleando (hay que sumar los tiempos de parada y descanso), lo que nos da una media diaria de 4 horas y 57 minutos, con etapas, como las del Pajares y El Palo, con más de 6 horas pedaleando. La velocidad media pedaleando ha sido de 12,88 km/h, sólo 1 km/h menos que el año pasado, lo que indica que además de hacer muchos puertos, los hemos hecho a buen ritmo. En cuantos a tramos puramente llanos, el GPS ha detectado que hemos hecho un total de 66,5 km (lo que supone sólo un 13,6 % del total recorrido) a una media de 18,03 km/h.

Adjunto los datos de la veintena de puertos que nos hemos metido entre pecho y espalda. Hacen un total de 110 km a un porcentaje medio del 4% para los que tardamos algo más de 20 horas.
Según el GPS, que no grabó todo el recorrido pero sí más de un 85% del mismo, la cota máxima ha sido de 1.392 metros y la mínima de 39 metros. El desnivel de subida acumulado ha sido de 18.458 metros (dos veces y cuarto la subida al Everest) y el desnivel de bajada acumulado de 19.111 metros (casi dos inmersiones a la fosa de las Marianas). Hemos estado ascendiendo 229 km (es decir, además de los 110 km de tramos que son considerados puertos, hemos estado subiendo otros 119 km), lo que representa el 45% del total recorrido.





Por último, un fuerte Ortum Tedeum y rematamos adjuntando el track realizado y los datos estadísticos extraidos del GPS:







Camino del Salvador y Primitivo















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