Kilómetros: 64,08
Distancia ascendiendo: 30, 81 km
Desnivel acumulado positivo: 1.6030,30 metros
Altura máxima: 353,70 metros
Porcentaje máximo de subida: 17,99%
Porcentaje máximo de bajada: 21,40%
Tiempo pedaleando: 6:04 horas
Tiempo ascendiendo: 2:59 horas
Vel. media en movimiento: 10,5 km/h
Vel. media total: 5,61 km/h
Vel. máxima: 47,46 km/h
Santillana del Mar
Comillas
San Vicente de la Barquera
Camplengo
Playas de Oyambre y Merón
Mirador de la Palombera, río Nansa
Desde el principio habíamos comentado que trataríamos de mantener la tónica de levantarnos temprano para tratar de salir pedaleando según saliera el sol. Eso, a estas alturas de año y en esta latitud, significa levantarse hacia las siete o siete y media para poder dar pedales a eso de las 8. Así si la etapa se da bien, llegaríamos a destino con tiempo por la tarde para descansar; si la etapa se da mal, tendríamos tiempo extra por la tarde para poder llegar a destino sin suicidarnos antes o dejar que nuestros cuerpos sean comidos por las alimañas. Ya veremos que la segunda parte del pensamiento lo tuvimos que hacer nuestro en más de un día.
Y para ser el primer despertar en Camino no podíamos fallar; así que a las 7:30 suena el despertador y a las 8:10 ya estamos en camino. El día amanece bueno y refresca algo a esta hora en la que aún está saliendo el sol.
Vamos por carretera un breve trayecto de 3 kilómetros hasta llegar a Santillana del Mar, de la que dicen es 3 veces falsa porque ni es santa, ni llana, ni tiene mar. Es un pueblo de habitual abarrotado de gente; pero como solo son las 8:30 no hay más que dos paisanos cruzando una calle y poco más. Solo vemos un bar abierto en el que desayunamos algo. La Colegiata está cerrada y el albergue, que localizamos no sin esfuerzo después de desayunar, también.
Encontrar muchos albergues cerrados y la practica totalidad de las iglesias cerradas es algo que será norma en todo el Camino. Esto es algo que comentaríamos a lo largo de los días con mucha gente porque es una lástima pasar por los sitios haciendo este tipo de rutas y no poder entrar a las iglesias a verlas ni a sellar la credencial. Entre que quedan pocos curas y que si dejan las iglesias abiertas siempre hay algún descerebrado que roba cosas, pues siempre cerradas. Una lástima porque hay auténticas joyas por todos los sitios por los que pasamos.
Salimos de Santillana pasando por diversos pueblos y con constantes sube-baja hasta llegar a Comillas.
Antes, en Cigüenza, encontramos una excepción a lo de las iglesias cerradas. Se trata de la iglesia de San Martín de Tours. Es una iglesia bien bonita, mandada construir por un indiano que viviendo en Perú tuvo el gusto de mandar construir en su pueblo natal una réplica de la que había en donde vivía allá al otro lado del charco. Y aquí está, enclavada en un sitio precioso, y abierta y atendida por un señor muy amable para que podamos disfrutarla.
Ya al llegar a Comillas recorremos la parte de la playa, subimos hacia el mirador con la estatua del Marqués y depués nos adentramos por el casco antiguo para que Luis viera a un amigo suyo que regenta una peluquería y al que hace años no veía. Para rematar vamos a hacer una visita al Palacio de Sobrellano y queriendo ir al Capricho me doy cuenta de lo mucho que ha cambiado el cuento desde la última vez que estuve. Teniendo idea de tomar un café al pie del Capricho me encuentro con la sorpresa que ahora todo está vallado para que no tengas más remedio que pasar por una entrada que han puesto en la que te cobran 5 €. Pese a que no había nadie y que le dije que sólo era un peregrino que quería hacerse una foto y eso no podía costarme 5€, la taquillera me dijo que verdes las han segado. Todo amabilidad. Desistimos y vamos a la oficina de Turismo donde además de sellar nos dijeron un truco para desde cerca del Palacio Sobrellano poder hacer una foto del Capricho en la que salía poca valla. Eso sí es amabilidad.
Antes de salir de Comillas compramos algo de comida por si a lo largo de la tarde nos da por apretárnosla. Estamos en el kilómetro 22 de la etapa y entre que llegamos a Comillas a las 11:30 y nos vamos a las 12:50 pues me doy cuenta que hemos echado un buen rato. Todavía nos quedan muchos kilómetros, los de después de comer mayoritariamente de subida, así que salimos sin más dilación con dirección San Vicente de la Barquera.
Al poco de salir de Comillas, en La Rabia, las flechas del camino indican que hay que escalar un poco alejándonos de la costa. Comento con Luis que aunque hacemos unos pocos más de kilómetros, es más bonito ir por Oyambre y con menos sube-baja. Así lo hacemos y las vistas que tenemos desde ese momento y hasta San Vicente no pueden ser mejores: continuas playas con un sol espléndido por un lado y verde y montañas por el otro lado.
A las 14:00 llegamos al chiringuito de la playa Merón, antes de llegar a San Vicente, tras 35 km de ruta y nos sentamos a comer. Luis lleva unos días con las tripas revueltas y parece que desde anoche se le ha intensificado, por lo que va deponiendo su actitud bastante frecuentemente. Se pide un arrocito para ver si el bicho se le calma.
Después de una muy buena y relajante comida salimos a las 15:20 para llegarnos a San Vicente, donde tampoco podemos sellar porque por mentira que parezca ni Turismo ni la iglesia están abiertos.
El resto de ruta del día lo hacemos por carreteras secundarias. Nos deben faltar unos 35 km y son de subida, aparentemente suave, pero subida. Así nos llegamos sin mayor contratiempo hasta Gandarilla. Llevamos 46 km y son las 16:40. Paramos a tomar una cocacola y a preguntar por una farmacia porque Luis no para de deponer su actitud. Nos dicen que en Bielva hay una. Es el siguiente pueblo. Hacemos idea de llegar enseguida para que le den un tapón.
Pero nada más salir de Gandarilla hay que subir al alto de la Fuentefría. El tramo inicial de la subida es la antesala de lo mucho que tendríamos que empujar los días siguientes. Una rampa que tiene casi el 20% y en la que necesito empujar no menos de 300 metros. Y eso que es asfalto. La subida son 3,5 km y en la cima espero 5 minutillos a que me alcance Luis, lo que comenzará a ser la tónica del viaje, para hacer la bajada juntos. En la bajada nos alertamos porque vemos que alguien ha prendido fuego a unos matojos en el arcén y está avivándose mucho por el viento y el fuego está alcanzando ya unos árboles. Luis llama al 112. En lo que resta de bajada hasta el pueblo vemos que el quema arcenes ha actuado repetidamente y tiene en llamas media carretera.
En Bielva a Luis le venden Fortasec y comenzará una nueva vida para él. Las ha pasado canutas estos dos días y aún le durará otro día más, pero empieza a notar des de ya que deja de írsele la vida por el agujerito.
Preguntando a unos paisanos nos dicen que la carretera hasta Quintanilla no está mal y que solo tiene un tramo duro como el de Gandarilla a la salida de Cades. Salimos con el temor de esa nueva cuesta matadora, pero lo único que encontramos es una cuesta bastante menor a la esperada que remata cerca del mirador de Palombera con una vista preciosa del Nansa. Es el kilómetro 57 de nuestra etapa.
A partir de ahí lo que resta es una carretera con pocas dificultades que discurre por un precioso desfiladero que forma el río Lamasón. En mitad del desfiladero nos encontramos con un paisano que lleva un grupo de caballos. Nos dice que los acaba de vender pero que no es negocio, pues sólo los vende a unos 200€ por caballo. Lo que sí dice que es negocio son los jatos; recuperan el coste con solo el costillar y el resto del bicho es ganancia. Le decimos que vaya a celebrarlo con la novia pero nos dice que no tiene, que estando con animales que ninguna quiere ser novia. Le decimos que mejor, que eso que se ahorra. Era un tío bien majo. Estos ratos en los que paras diez munitos a hablar con los paisanos de los sitios por donde pasas y te cuentan sus cosas son para mí de lo que más disfruto haciendo este tipo de rutas.
La noche en Quintanilla nos la ha gestionado Sonsoles. Con la hoja de la planificación que hice ha tenido la amabilidad de llamar para hacernos la reserva. Lo hará más días poque habla con Luis varias veces al día y todos los días se interesa por dónde tenemos planificado dormir y si tenemos identificado alojamiento. Gracias Sonsoles.
Llegamos a Quintanilla a las 19:40. El perfil de hoy ha sido bien distinto al de ayer. Mucho desnivel y ya nos adentramos en la montaña. Se va notando en el esfuerzo que la ruta nos va demandando.
Cubata de Legendario antes de la cena. Dormimos en el hostal del pueblo y cenamos en el restaurante del pueblo. La habitación limpia y cómoda. La cena sabe a gloria. No podemos pedir más.
Hablamos con la señora que regenta el hostal y restaurante sobre la ruta prevista para mañana. La ruta de mañana es el único punto de todo el Camino del que tengo dudas. No sé si con la bici se puede hacer el collado del Arceón (se baja un desnivel de 700 metros hasta el desfiladero de La Hermida y no sé si se puede ir con la bici) y la alternativa es hacer el desfiladero de La Hermida completo por carretera hasta Potes. Tenía pensado subir el puerto de La Hoz y en Cicera preguntar y tomar la decisión; pero la señora nos dice que más bonito e incluso algo más corto es ir por Cires para cruzar todo por montaña por el collado Pasaneu y la Braña los Tejos para acabar saliendo en Tama, justo al lado de Potes. Alguno que lo oye dice que es duro, pero en cuanto que la señora dice que el año pasado lo hicieron unas chicas en bicicleta, dijimos que no había más que hablar. Sólo nos faltó dar un puñetazo a la mesa. Si lo habían hecho las mujeres estaría chupao.
¡Lo que nos acordaríamos al día siguiente, y muchos más días, de la señora y de toda su familia!. Nos enfrentábamos a un día como no podíamos ni imaginarlo de exigente. Pero eso ya pertenece al día de mañana y lo cuento en la próxima etapa.
Hoy hemos pasado por Camplengo, Santillana del Mar, El Arroyo, Oreña, El Robinal, Cigüenza, Cóbreces, Liandres, Comillas, La Rabia, San Vicente de la Barquera, La Acebosa, Hortigal, Gandarilla, Alto de la Fuentefría, Bielva, Cades, Quintanilla.