viernes, 27 de septiembre de 2013

Día 4. Potes - Sotres. 42,57 Km

Kilómetros: 42,57
Distancia ascendiendo: 21,02 km
Desnivel acumulado positivo: 2.308,70 metros
Porcentaje máximo de subida: 41,25%
Porcentaje máximo de bajada: 27,17%
Tiempo pedaleando: 4:48 horas
Tiempo ascendiendo: 3:13 horas
Vel. media en movimiento: 8,88 km/h
Vel. media total: 3,69 km/h
Vel. máxima: 55,31 km/h


Lignum Crucis
A media subida de Collado Pelea
Collado Pelea
Subiendo hacia Sotres
Puerta Santa de Santo Toribio
Peña Ventosa desde Pendes
Subiendo el Collado Pelea
Collado Pelea
Bejes desde Collado Pelea
Bejes subiendo hacia Sotres
Hayedo en el Vao de los Lobos
















El día anterior había sido extenuante y nos habíamos dejado pendiente la visita a Santo Toribio de Liebana. Hay que visitar el monasterio, ver el lignum crucis y solicitar la Lebaniega.

Ayer en la Oficina de Turismo ya nos dijeron que hasta las diez no abrían, asi que hoy no toca madrugar.  Aunque la etapa es relativamente corta en kilometraje, es muy montañosa. Además la planificación inicial era deshacer por carretera el desfiladero de la Hermida, 17 km de bajada, para poder visitar la iglesia de Lebeña y atacar los aproximadamente 25 km de muy exigente subida por Bejes hasta Sotres.

Pero también en la Oficina de Turismo nos propusieron una alternativa: en vez de hacer el desfiladero podíamos desviarnos en Tama para subir por carretera local hasta Pendes y Cabañes. Y desde ahí por pista subir el puerto de Cabañes y el collado Pelea. Nos dijeron que la subida era más facil que la carretera de Bejes y mucho más bonita. Seguir la recomendación del día anterior por la Braña de los Tejos resultó nefasta, pero la idea de quitarnos toda la carretera del desfiladero de La Hermida nos sedujo y nos propusimos volver a hacer caso de una nueva recomendación de cambio de ruta. El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.

Como ya dije nos levantamos sin madrugar con la idea de llegar a Santo Toribio a las 10:00. Salimos del albergue casi a las 9:30 para hacer los 4 km que hay hasta el monasterio. Todos de subida fuerte. Eso sí, como teníamos que volver a Potes, dejamos las alforjas en el albergue para recogerlas después. Vaya si se nota que la bici sube mucho más fácil sin el peso de las alforjas.

Llegamos al monasterio a las 9:55. Mejor planificado imposible. No hay nadie. Aguardamos a que abran y el encargado de la iglesia nos comenta los datos más relevantes del lignum crucis y nos lo enseña. Bien bonito lo tienen. Vemos el claustro, sellamos, nos registramos para que nos manden la Lebaniega cuando tengan a bien y nos volvemos de nuevo a Potes a recoger las alforjas y dejar cerrado el albergue. Cristophe, lógicamente, se había marchado hacía ya tiempo, antes de que nos despertáramos.

Al poco de salir de Potes, ya completamente pertrechados, paramos a desayunar en Ojedo, en el Peña Sacra. Tienen un frontal precioso, con una balconada corrida llena de flores muy coloridas. Cuando estamos desayunando oímos en la calle ruido de agua como si estuviera cayendo desde algún desagüe. Al terminar de desayunar y salir a coger de nuevo las bicis compruebo que el ruido de agua era que estaban regando las flores de la balconada. Y lo hacían como los romanos en las Médulas, por inundación y derrumbe. El/la que había regado lo había hecho como si no hubiera un mañana y sin ver si debajo había algo. Y lo que había era mi bici. Mis alforjas están empapadas y el saco de dormir también. Blasfemo en alto para que el hijo de satanás que lo haya hecho tenga más cuidado y se fije la próxima vez. Pero seguro que no servirá de nada, la gente es así de indolente y maleducada.

Desayunamos en escasa media hora, pero con todo ya son las 11:30 y los 8 kilómetros de etapa que llevamos son los que tendríamos que haber hecho ayer por la tarde. Así que estamos a media mañana y sin vender una escoba. La etapa es corta pero exigente, con  mucho ascenso, mucha pista y muchas pendientes incluso de mayor porcentaje que ayer. Y el tiempo tan soleado y caluroso de los dos días anteriores parece que cambia. Ahora solo está algo nublado, pero hoy nos adentramos en el corazón de los Picos de Europa y tenemos que ganar más de 1.000 metros de altura. Ya veremos lo que la tarde nos deparará.

Tal y como nos aconsejaron, en Tama nos desviamos para seguir por carretera local hacia Colio, Pendes y Cabañes. La subida por aquí, tal y como nos dijeron, es por ahora bastante menos exigente que la subida a Bejes desde La Hermida. Con todo la tónica de la marcha sigue siendo la misma de los días anteriores con Luis a un piñón y medio menos, haciendo funcionar el molinillo en cuanto se barrunta una cuesta arriba a lo lejos.

En Pendes paramos un rato a hablar con unos paisanos y reponer agua fresca en la fuente. Nos avisan que la carretera se acaba un poco más adelante, en Cabañes, y que sudaremos tinta en la subida hasta el collado Pelea que se hace por pista. Son las 12:30 y llevamos hechos 16 kilómetros. Como de nuevo hemos cambiado el track planificado no tengo idea exacta del kilometraje que nos resta, solo puedo hacer meras suposiciones calculando línea recta en el mapa y añadiéndole algún kilómetro extra.

Antes de llegar a Cabañes volvemos a encontrar a Cristophe en mitad de uno de los muy hermosos castañares milenarios que jalonan toda la ruta desde Colio. Ya lleva hechos unos buenos kilómetros para ir andando y cuesta arriba. Nos despedimos de nuevo de él y seguimos hasta Cabañes. Cabañes está al pie de un farallón rocoso y allí termina la carretera. Según íbamos acercándonos iba mirando de un lado al otro de la montaña tratando de discenir por donde seguirá la ruta para evitar el farallón, pero no logro adivinar nada. Y no lo hago porque lo que hace la pista que va a Bejes es repechar por cuestas imposibles el farallón que veíamos.

En Cabañes hay un albergue en el que tratamos de sellar, pero está cerrado. Si Cristophe se había propuesto quedarse hoy aquí tendrá que hacer unos kilómetros extra y tratar de llegar hasta Bejes.

Salimos de Cabañes por la pista que arranca en el mismo centro del pueblo. Lo hacemos directamente empujando. La cuesta arriba es tela marinera. Son las 13:20 y llevamos hechos 20 km. Justo antes de iniciar nosotros el ascenso vemos que también lo inician una pareja de andarines. Ellos no tienen que empujar ninguna bici lastrada con 15 kilos en las alforjas. Van al doble de velocidad y se cansan mucho menos por lo que apenas han de parar a recuperar el resuello. Alcanzarán el collado Pelea muchísimo antes que nosotros.

Tras sudar la gota gorda y vaciarnos de fuerzas una vez mas, logramos alcanzar el collado Pelea a las 15:00. La subida desde Cabañes han sido escasos 3 kilómetros, pero hemos tardado hora y media en hacerla. Si ayer hacíamos medias de menos de 3 km/h, hoy batimos tan espeluznante marca y bajamos de los 2 km/h.

Estamos a 1.000 de altura. Desde el collado Pelea vemos detrás nuestro el desfiladero de la Hermida, la imponente mole de Peña Ventosa y el collado Pasaneu que cruzamos ayer. Viéndolo desde aquí me parece poco menos que imposible que ayer cruzáramos con la bici por un sitio tan alto y escarpado.

Y delante nuestro tenemos el corazón de los Picos de Europa. Delante nuestro, a mucha menos altura de la que estamos, vemos Bejes allá abajo y, más o menos a nuestra altura, al fondo, Tresviso. El paisaje es simplemente espectacular. Desde aquí vemos los primeros kilómetros de la pista que sube desde Bejes hacia Sotres y que habremos de tomar después de comer en Bejes (ni en Pendes ni en Cabañes hay nada donde poder comer algo). Después de todo lo que nos hemos subido ayer y hoy, nos parece una puñeta ver que tenemos que bajar mucho de lo que acabamos de subir para llegar a Bejes, para tener de nuevo que volver a subirlo en el posterior camino a Sotres por la tarde. Pero esto es la montaña; hay que disfrutarlo por mucha exigencia física que demande.

Y aunque el paisaje merecería quedarse allí horas y horas disfrutando de la vista, hemos de llegar lo antes posible a Bejes para tratar de comer algo. Ya faltaría que no encontráramos nada con las horas que eran. Porque además hasta Sotres no hay ni pueblos ni nada de nada más que montaña y más montaña.

Cabañes está a una altitud de 555 metros (Potes a 300 metros). El collado Pelea a 1.000 metros. Y Bejes está a 600 metros. Tenemos por tanto que bajar casi la misma altura que acabamos de subir. Desde el collado Pelea hasta Bejes hay casi 3,5 kilómetros.

Si la subida ha sido de llevar crampones en la bici, la bajada es espeluznante. De nuevo hemos de hacer tramos bajados de la bici porque la pendiente unida a la inercia produce el peso de las alforjas hace que la bici se embale en la tierra y no hay frenos que la hagan parar.

En mitad de la bajada nos encontramos a un tío que está subiendo empujando una bici. Está nadando en un mar de sudor. La escena es de risa: en mitad de un cuestón, nosotros bajados de la bici para no despeñarnos y él bajado de la bici empujando para poder subir. Es inglés y empezamos a charlar un rato. Al poco aparece una chica super rolliza, roja como a punto de estallar, empujando otra bici. Se trata de la mujer del inglés. Si ya me parecía una proeza que el tío estuviera tratando de subir la cuesta, me quedo flipado con la inglesa. Le digo que es mi heroína, de la buena, no de la droga, y le propongo matrimonio para cuando enviude. Del esfuerzo que estaba haciendo la probrecita mía tenía en ese momento la misma foto que la cerdita Peggy a punto de ser sacrificada. Lo que es el amor a esas edades. Están alojados en Potes y esta mañana subieron temprano al teleférico en Fuente Dé y están haciendo la misma ruta que nosotros, pero en dirección contraria a la nuestra.

Llegamos a Bejes a las  15:50. En el único bar que hay nos dicen que nos pueden dar de comer un buen plato de embutido. Regado con unas buenas cervezas nos sienta de maravilla. Mientras estamos comiendo empezamos a oir tronar bastante fuerte. Los paisanos que están con nosotros nos avisan que la tormenta viene justo en la dirección en la que tenemos que ir después. No pinta nada bien.

Casi al acabar aparece Cristophe. Bien machote. Le ofrecemos terminar de nuestro plato de embutido y vamos al albergue del pueblo. Él para alojarse y nosotros para sellar. Justo cuando vamos a querer salir empeizan a caer las primeras gotas. Decidimos esperar un momento para ver si es una tormenta pasajera y escampa pronto porque vemos pasar las nubes con velocidad. Pero empieza a llover a cántaros y decidimos esperar para no empaparnos.

Cuando parece que quiere clarear algo y aparenta chispear escasamente decidimos salir. A ver si hay suerte. Son las 17:23. Tampoco podemos esperar más porque hemos de subir aún mucho, la noche se echará rápidamente y hasta el destino de hoy no hay nada más que montaña, sin pueblos ni sitios donde refugiarse. Hay que llegar como sea. Yo me acuerdo de la madre del que me ha mojado el saco esta mañana pensando en si acaso nos hemos de quedar en mitad de la montaña a hacer noche porque no alcancemos Sotres de día.

Como al kilómetro de salir Luis se da cuenta que justo antes de irnos de Bejes había vuelto a deponer su actitud y allí se había dejado olvidado el casco. Este Luis es el despiste personificado; otro día a media mañana tuvo la sensación de haberse olvidado el saco en el albuergue donde habíamos dormido (eso será el día que dormimos en Mansilla de las Mulas) y cuando me lo dijo le comenté que se cerciorara para si se lo había olvidado deshacer el camino y regresar a por el saco, pero me dijo que prefería no mirar y seguir ya que llevábamos dos horas pedaleando en la esperanza de no habérselo dejado (al llegar al destino ese día y abrir las alforjas vio que no se lo habái olvidado).

Bueno, pues si ya íbamos tarde, ahora aún más. Luis se baja andando de nuevo hasta el pueblo (va andando para evitar subir otra vez con la bici el tramo que ya habíamos hecho porque de veras que se sube más rápido a pie que empujando la bici por esos cuestones) y yo me quedo allí esperándole mientras no hago más que otear el cielo viendo si la lluvia nos respeta y si se meten más nubes negras de tormenta o no. Veo allá abajo a Luis llegar al pueblo y le veo al poco subir a pie. Hay suerte porque enseguida sale un todoterreno del pueblo y veo que Luis se tira al todoterreno para que le suban. Monta en el todoterreno y en un periquete llegan a mi altura con Luis en el asiento de atrás y el casco puesto. Lástima no haber visto antes que no se había quitado el casco  y haberle sacado una foto allí sentado con el casco puesto dentro del todoterreno y con cara de felicidad. Igual que un niño pequeño en una película de David Lynch..

Reanudamos la subida habiendo perdido solo 15 minutos en el rescate del casco gracias al todoterreno. La lluvia parece que nos va respetando. Hay nubes por todos los lados, nada que ver con el día de ayer.

La subida continúa hasta poco antes de llegar al Vado de los Lobos. En ese punto la pista se bifurca en dos; la izquierda sigue escalando hacia La Andara y las minas abandonadas de La Mazarrasa; la de la derecha llanea algunos kilómetros por un bonito hayedo en dirección Sotres. Son las 19:30 y llevamos hechos 32,6 kilómetros.

Como desde que pasamos por Tama, hace ya muchas horas, no he vuelto a tener cobertura en el móvil y viendo que aquí sí la tengo, llamo al sitio donde tengo reservada la habitación en Sotres para advertir que llegaremos tarde pero que llegaremos como sea. Hotel La Perdiz, según se entra al pueblo en nuestro sentido. La señora me contesta que no recuerda esperar a nadie con reserva hecha. Uy, uy, uy, uy. Cuando le digo que somos los de las bicis y le doy un par de pistas más, entonces lo recuerda y me dice que ya recuerda y que tenemos la habitación sin problema. Uuuuffffff, qué momentazo he pasado de acongoje.

Tomamos la pista de la derecha, atravesamos el hayedo y de nuevo otro tramo de 3 kilómetros de repecho hasta alcanzar la carretera que une Sotres con Tresviso. Estamos a 1.300 metros de altitud justo en el límite entre Cantabria y Asturias. Bejes es cántabra y Sotres asturiana. Son las 20:30. El sol está empezando a desaparecer. Por lo menos desde aquí, aunque anochezca, alcanzaremos Sotres sin problema alguno porque está sólo a 4 kilómetros que se hacen en bajada y por carretera. Luis aparece a los diez minutos. Aún le queda un hilo de vida y de voz para estar hablando con Sonsoles por teléfono mientras empuja la bici. Igual le está dictando el testamento.

Los 4 kilómetros que nos quedan hasta Sotres los hacemos ya con el relajo de sabernos a punto de llegar a destino y poder descansar. Llegamos a Sotres a las 21:00. Pedazo de ducha, pedazo de fabada para cenar por haber llegado a Asturias vivos y al catre, que mañana hay que hacer mucha montaña de nuevo. No hay fuerzas ni para pasear diez minutos por el pueblo. Nos estamos superando cada día que pasa, de un día para otro hacemos más desnivel acumulado de subida y de mayor porcentaje. De esta salimos con las piernas duras como robles. Las predicciones del tiempo para mañana son muy malucas.

Hoy hemos pasado por: Potes,  Monasterio de Santo Toribio de Liebana, Ojedo, Aliezo, Tama, Colio, Pendes, Cabañes, Collado Pelea, Bejes, Vao de los Lobos, Sotres.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Día 3. Quintanilla - Potes. 30,23 Km

Kilómetros: 30,23
Distancia ascendiendo: 14, 66 km
Desnivel acumulado positivo: 1.450,60 metros
Porcentaje máximo de subida: 31,57%
Porcentaje máximo de bajada: 27,55%
Tiempo pedaleando: 3:59 horas
Tiempo ascendiendo: 2:57 horas
Vel. media en movimiento: 7,56 km/h
Vel. media total: 3,46 km/h
Vel. máxima: 51,63 km/h

Llegando a Balaconcha
A punto de coronar Collado Pasaneu
Cenando en Potes
Pasado Traslaventa con el mar al fondo
Vista desde la fuente del Ajoto

Torre de Potes desde el albergue











El día amanece claro y soleado. A lo largo del día se convertirá en extremadamente caluroso y húmedo, lo que unido al exigentísimo esfuerzo físico que tuvimos que hacer se convirtió en uno de los días más duros de toda la ruta.

Pero eso no lo sabíamos aún y a lo que nos habíamos hecho idea es a que el día era bueno y a que la ruta que nos habían propuesto era bonita y corta, de unos 30 km, por lo que nos perjeñábamos un día de disfrute sin mucha novedad. El extremado calor que afrontaríamos, la subida al collado Pasaneu, las incidencias mecánicas, la falta de pueblos en la práctica totalidad del recorrido, la falta de fuentes y no sé cuantas cosas más convirtieron el día en un aténtico tormento. Tormento que sólo se veía medianamente compensado por los inigualables paisajes que teníamos a nuestro alrededor; paisaje que pudimos disfrutar repetidamente debido a las continuas paradas que teníamos que hacer para recuperar el resuello cada vez que la ruta nos obligaba a llegar prácticamente a la extenuación.

Como el día pintaba muy bien, hoy nos hemos dado el capricho de levantarnos un poco más tarde.El despetar se vio acompañado de un ruido tremendo que hacía una pala retroexcavadora que andaba picando la carretera para soterrar unos tubos justo a los pies de nuestra ventana. Si hubiéramos querido dormir más hubiera sido imposible. Entre desayunar y recoger, al final empezamos a dar pedales a las 9:15.

Nada más salir de Quintanilla cogemos una carretera local en continua y fuerte subida que nos hace ir en dirección Río y Cires. La subida hasta Cires la hacemos sin ninguna incidencia. A la entrada de Cires hay unos paisanos que nos indican por donde se coge la pista hacia la Braña de los Tejos y que nos señalan, muy alto y muy lejos en el horizonte, por donde pasaremos una vez concluyamos toda la subida. Y parece realmente alto y lejos.

Salimos de Cires a las 10:50 cuando sólo llevamos recorridos 5 km. Pero según el kilometraje esperado sólo nos quedan 25 km para llegar a Potes. La cosa en cuestión de kilometraje pintaba muy fácil, pero viendo las montañas que teníamos delante nos hacía ser prudentes y tomarlo con calma.

A escasos 300 metros de salir de Cires, y en un tramo de no mucho desnivel de ascenso tras pasar un paso canadiense, la cadena se me rompe.  ¿Cómo es posible?. Me la cambiaron en la revisión previa a iniciar el Camino sin necesidad real de tener que hacerlo. Y resulta que no aguanta ni las primeras subidas realmente exigentes y habiendo rodado con ella escasos 100 km. Cuando Sebas me hizo la revisión y me dijo que había cambiado la cadena porque siempre es mejor llevarla sin desgastar, me acuerdo que le pregunté machaconamente que si la había remachado bien y me dijo que sí, que sin problema. Joder, si le tengo delante le rajo.

Luis saca enseguida su tronchacadenas y unos eslabones que tiene de recambio. Luis parece una mujer (al menos se parecía a la mayoría de mujeres) porque lleva de todo aunque no sabe muy bien cómo usarlo. Además lleva unos eslabones de enganche. Yo también llevo eslabones, pero Luis se me adelanta en sacarlos porque yo ando apretando los puños del cabreo monumental que tengo. Gracias Luis por el material que me permitió arreglar la cadena y proseguir la ruta.

Con el tronchacadenas quito el eslabón mal remachado por Sebas y que se ha doblado al romperse. Pongo el eslabón de recambio y miro si aquello tiene pinta de funcionar. Aparentemente fuinciona por lo que seguimos ruta en medio de mis continuas blasfemias. La realidad es que el arreglo de la cadena me aguantó todo el Camino, pero la cadena se me estuvo saliendo constantemente cientos de veces. Y se salía en el peor momento: cuando trataba de meter el piñón grande con el plato pequeño. Yo solo meto eso cuando me falta un pelo para tener que poner pie en tierra poque estás afrontando una cuesta arriba tan pronunciada que resulta casi imposible dar pedales. Es decir; que la cadena se me estuvo saliendo de continuo justo en los peores momentos. El arreglo de cadena nos demora 20 minutos.

La pista en sus primeros kilómetros está hormigonada. Pese a ello son muchas las veces que tenemos que echar pie a tierra y empujar porque la cuesta arriba es imposible subirla dando pedales con las alforjas. Cuando la pista deja de estar hormigonada, pasado los invernales de Balaconcha y tras pasar el collado de Traslaventa, la pendiente de subida crece y los empujones a la bici también crecen en proporción directa.

Antes de llegar al collado de Traslaventa, tras 9 km de etapa y siendo ya las 12:15 (3 horas para hacer 9 kilómetros), hay un paisano cogiendo manzanilla para hacerse infusiones. Es un señor mayor con el que me paro a hablar unos minutos. Me habla de lo distinta que es la vida ahora y antes. De cuando de niño tenía que estar todos los días, nevara o hicera calor, subiendo y bajando por la Braña de los Tejos, Cires y Sobrelapeña,para llevar de un lado a otro el ganado y tratar de ir al colegio. La realidad es que la mitad de los días estaba en la montaña con el ganado y eran pocos los días que podía ir al colegio.

Y viendo mi bici, y lo pertrechado que voy con las alforjas, me habla de la época del estraperlo en la que un amigo suyo, con pocos años de edad y una bici de las de entonces sin cambios y sin nada, se iba de noche hasta Cervera del Pisuerga cruzando de noche por las montañas sin luces para que la Guardia Civil no lo viera. Desde Cires hasta Cervera en línea recta igual no hay menos de 50 kilómetros, cruzando las montañas de Fuentes Carrionas donde había todo tipo de animales y con alturas más que considerable y pendientes imposibles de subir para un adulto.

El ir a Cervera era para hacerse con un saco de 100 kilos de harina de estraperlo, echarlo a la bici y regresar de nuevo en la misma noche a casa. ¡Un niño!. Señalándome la pendiente me sigue diciendo el señor que sabía que su amigo, Jesús, había estado esa noche en el estraperlo de Cervera porque con las cuestas abajo y un saco de 100 kilos no había frenos que lo soportasen, así que admeás el chaval llevaba atada a la bici una cuerda con una especie de ancla que lanzaba en las cuestas abajo para que le frenara y que la inercia de los 100 kilos no le hicera embalarse y estrellarse. El ancla dejaba un surco enorme en toda la ladera y este hombre cuando veía el surco ya sabía que Jesús había venido esa noche de Cervera.

¡Qué hambre y qué esfuerzos pasaron nuestros abuelos y nuestros padres!. Lucharon como demonios para dejarnos una vida mejor que la que ellos tuvieron la mala suerte de vivir. Y esa vida mejor y ese horizonte de bienestar lo están destruyendo a marchas forzadas todos estos políticos ignorantes, iluminados, chupones, guerracivilistas y asquerosos. Mi padre pasó mucho hambre siendo niño. Mi madre sufrió muchos bombardeos siendo niña. Mis abuelos estuvieron en la cárcel mucho tiempo en espera de que los fusilaran. No hace tanto de todo eso y estos anormales que nos gobiernan, y los muy anormales que los jalean y votan, en lugar de estar permanentemente dando gracias y levantando monumentos a quienes dieron toda una vida de esfuerzo y pesares para dejarnos una vida mejor, los quitan de los sitios donde se los recordaba, se empeñan en eliminar su rastro y se empeñan en destrozar lo que con tanto sacrificio construyeron para dejárnoslo a nosotros. ¡Qué lamentable!. Pues de mi memoria, de mi corazón y de mi boca no los quita ninguno de estos mequetrefes.

Siento el ladrillazo, que creo de honor haberlo soltado, y sigo contando la ruta como seguí camino tras despedirme del paisano.

En el collado Traslaventa paramos a comernos lo que el día anterior habíamos comprado en Comillas. El camino aquí se divide en dos y como no llevamos el track de la etapa que estamos haciendo, intentamos hacer cábalas de cuál es el camino a seguir porque ambos aparentan tener una pequeña bajada en ese punto. Y nos decidimos por el que parece orientarse en dirección Potes. Pero en la montaña todo es aparente e ir sin saber es peligroso. Por eso no queremos equivocarnos de camino. Ojalá no nos equivoquemos. Mientras tanto seguimos mirando para arriba tratando de discernir el sitio por donde nos dijeron los paisanos de Cires que habríamos de hacer cumbre. Aún parece estar lejos y alto.

Pasa un todoterreno con un señor y unos niños. Luis pregunta por si sabe donde hay alguna fuente. El calor y la humedad son extremos, el esfuerzo descomunal y la deshidratación ni te digo. Estamos empujando mucho y empujar la bici con las alforjas por pendientes duras conlleva hacer el triple de esfuerzo con la mitad de resultado. Andando se va más deprisa en esos momentos. El del todoterreno nos dice que hay un abrevadero con un hilo de agua al poco y que hay una fuente fresca en una arboleda casi al final de la subida. Y además nos dice que todavía nos queda subir algo menos de lo que llevamos hecho. Y la pista no está hormigonada. Luis se descompone, más aún, sólo de pensar que se puede quedar sin agua. El alimento y el agua ha de tenerlo siempre aunque no lo consuma. Le da el bajón solo con pensar que le falte algo para poder comer o beber.

Así que seguimos dando pedales y empujando a partes iguales esperando encontrarnos con la primera fuente que nos dijo el señor. Y la fuente, bueno es un abrevadero para las vacas, la encontramos a escasos 500 metros. Pero hay como una veintena de vacas. Las vacas tudancas suelen tener cuernos muy aparatosos. Y hay una que está con la cabeza en el abrevadero y como éste es muy estrecho parece haberse quedado encajada con los cuernos justo donde mana el chorro de agua. Luis está en estado de semi desesperación y veo que si la vaca no se retira de inmediato la emprende a puñetazos con ella hasta lograr desencajarla y tener así el chorro de agua disponible.

Finalmente la vaca sale del abrevadero y Luis puede ponerse a horcajadas para beber del hilo de agua que sale. Yo creo que las pelis del Oeste de Clint Eastwood no tienen nada que hacer en comparación con este espectáculo. Aunque el agua no está muy fresca, nos debemos meter litro y pico cada uno. Pasar de la deshidratación al exceso de irrigación no debe ser muy bueno, y menos para los intestinos de Luis dado el momento tan delicado que atraviesan.

Con un poco más de ánimo seguimos ruta. Una ruta que sigue un camino que no termina de subir y que no se alcanza nunca a ver donde hará cota. Sol asfixiante, fuerzas bajo mínimos, deshidratación, vista de cuestas que no paran de subir. El panorama no es alentador pero no hay más remedio que seguir. En algún momento tendremos que hacer cumbre, pero como no llevamos el track, no sabemos si nos queda mucho o poco. Y lo que es peor, con lo que ya llevamos hecho, la perspectiva de lo que nos quede, con que sólo sea como lo ya hecho, es malísima. Parando de continuo vamos procurando hacer metros y metros, más que kilómetros y kilómetros que sería lo normal. Metros y metros que se nos hacen eternos.

De vez en cuando voy parando para esperar a que Luis me alcance. Y el ceremonial es siempre el mismo: Luis para a mi altura, logra decir un "bueno" entre jadeos (que yo interpreto como un "me recontracago en todo"), damos un sorbo, decimos qué bonito día y seguimos con el calvario.

A las 13:49 alcanzo la fuente que se me aparece como la mismísima Virgen entre los espinos. Llevamos 13,5 kilómetros recorridos. La media sigue siendo de echarse a temblar: 4 horas y media para hacer 13 kilómetros.Las vistas siguen siendo impresionantes. Aunque hay mucha bruma por el calor que hace, desde aquí se logra ver San Vicente de la Barquera y el mar. Bebo del agua de la fuente y el agua es muy rica y sale como del frigorífico. Qué refrescante. Tiene un buen caudal pero la bebo a pequeños sorbos para disfrutarla al máximo.

Tras media hora larga de esperar a Luis en la fuente y de que el pobre se haga mentalmente amigo de ella en Facebook y le ponga varios "me gusta", y también de que se tome su debido descanso y reponga los dos bidones de agua que lleva consigo como Gollum lleva su tesoro, seguimos camino a la cumbre allá donde quiera estar. Son las 14:33. La refrescante fuente, que conforma el nacimiento del arroyo Ajoto, aportante junto al de la Venta de los Lobos del río Lamasón, nos da la vida. A Luis vida y media larga, la que estaba a punto de peder y casi otra para lo que resta de día porque ya sabe que tiene de nuevo el nivel de reservas de agua al completo.

Y la verdad es que quiere estar ya cerca. Tras recorrer un kilómetro escaso el camino llanea y podemos empezar a rodar un trecho a 15 km/h y 20 km/h. Velocidades extremas para lo que habíamos podido hacer hasta el momento ese día. Tras un último repecho de volver a empujar hacemos cumbre a las 15:10, después de 6 horas y 16 kilómetros desde el inicio de la ruta de hoy. La media es inferior a 3 km/h. Caminando a un paso normal se va a 4 km/h. La cuestecita no ha sido dura, ha sido lo siguiente. Llevaremos grabado a fuego la Braña de los Tejos. Hoy es mi cumpleaños. Bonito regalo. Luis además está muy bajo de preparación y tiene el estómago más estropeado que las cañerías de la casa del 13 Rué del Percebe. De seguro que su sufrimiento habrá sido el doble que el mío. Tiene mucho mérito.

Estamos a 1.340 metros de altitud. Quintanilla estaba a 250 metros. Ahora toca bajar hasta Tama, a la salida del desfiladero de la Hermida. Tama también está a 250 metros de altitud. Pero la bajada son sólo 10 kilómetros. La bajada es trepidante. Hay tramos que hay que bajarse de la bici porque con la pendiente que hay las alforjas te hacen coger mucha inercia y los frenos se clavan enseguida en la tierra y te hacen derrapar sin remedio y despeñarte. Cuando se suaviza la bajada y aparece de nuevo el asfalto, al entrar en San Pedro y Pumareña, el esfuerzo de la bajada lo notamos por todo el cuerpo: la espalda dolorida de la tensión y la postura, y los brazos y manos agarrotados de estar haciendo fuerza de continuo para frenar todo el rato. Las pastillas de freno están cambiadas antes de empezar el Camino. Ayer casi con solo mirar las manetas de freno la bici se clavaba. Tras esta bajada, en la que algunas veces he olido a chamusquina de los frenos, las manetas ya se hunden hasta la mitad. Con la pendiente que había no me extraña que se hayan fundido la mitad de los frenos.

Seguimos por la carretera, aún en plena bajada, hasta llegar a Tama. Después del día que hemos pasado y como la bajada tiene pendiente, Luis se pone a 50 km/h por todo el centro de la carretera sin darse cuenta que le ha alcanzado un coche y no puede pasarle. El del coche tampoco podrá ir mucho más rápido porque la carretera es sinuosa y ni pita ni hace intento de pasar por encima de Luis.

Y así alcanzamos la carretera del desfiladero de La Hermida a la altura de Tama, a escasos 4 kilómetros de Potes, nuestro destino de hoy. Son las 16:10 y llevamos 26 kilómteros.Decidimos parar a comer en un local al pie de la carretera que a Luis se sonaba de haber estado antes. Podemos sentarnos al lado de la ventana y tener las bicis controladas.

De menú nos ponen una sopa de pescado y un filete. La sopa de pescado es contundente y está riquísima. Me tomo tres platos bien llenos. Luis ha ido de nuevo a poner un telegrama; parece que el estómago no se lo arregla ni el Fortasec; pero es que llevamos todo el día pasando de la deshidratación extrema a beber de repente un litro de agua. Al entrar en el restaurante yo me he bebido del tirón tres latas de cocacola. A Luis el filete no le entra; con solo la sopa el estómago parece haberle dicho que no quiere que entre nada más.

Tras poco más de una hora parados para comer, salimos para llegar a Potes. Lo hacemos a las 17:40. No tenemos reservado nada para dormir. Sabemos que hay un albergue privado porque Sonsoles nos lo identifica, pero al llamar nos dicen que está cerrado. Al llegar a Potes vamos a la Oficina de Turismo, donde nos atienden muy bien, y nos dicen que en la misma plaza del pueblo está el municipal. Y allí que nos decidimos a ir. Nos dan la llave porque somos los únicos alojados. Cuando llegamos vemos que el albergue es muy amplio, rehabilitado hace poco, con habitaciones sin estrecheces y con cocina y lavadora. Nos dejan meter las bicis para no tener problemas con ellas. Hacemos la colada, nos duchamos, descansamos un rato y después de tender nos vamos a dar una vuelta porque es media tarde aún y el día es bonito y nos lo hemos merecido. Seguro que el cubata de Legendario cae hoy de nuevo.

En ese tiempo resulta que aparece un nuevo peregrino a pie, francés, que responde al nombre de Cristophe (como el de Aline). Un tío muy majo que está haciendo el camino hasta Santiago pero sin marcarse tiempo ni hacer etapas predeterminadas. Hasta esta mañana estaba haciendo el Camino del Norte y en Unquera se ha cogido un autobús para desde Potes cruzar Picos de Europa y llegar a Oviedo para enlazar con el Camino Primitivo. Le ofrecemos salir con nosotros a tomar una sidra pero declina. Después nos contará que es un sin techo que está haciendo tranquilamente el Camino. Mañana lo volveremos a encontrar en medio de nuestra ruta. Un tío muy majo Cristophe. Que tengas mucha suerte.

Pese a que aún nos hubiera dado tiempo a ir a Santo Toribio de Liébana, como estaba planificado, Luis no puede ni con sus pestañas y la sola perspectiva de tener que hacer otros 4 km más de subida, que es lo que hay hasta Santo Toribio, le hace desistir. Pese a que mañana el Monasterio no lo abren hasta las 10 y eso nos demorará, confiamos en que la etapa de mañana nos permita comenzar tan tardíamente como para poderlo visitar y que nos dé tiempo después a llegar a Sotres pese a las enormes subidas que mañana también hemos de afrontar.

Recibo unas cuantas felicitaciones por mi cumpleaños y hablo con la familia. El fin del día no tiene nada que ver con el resto de día que hemos pasado. Nos vamos a cenar algo al centro, a una terraza abalconada con vistas al río y a la Torre. Y después de cenar, para el catre. El cuerpo pide dormir y el albergue es de 6 estrellas. La noche es de lo más relajante. Qué rico mamita.

Hoy hemos pasado por Quintanilla, Río, Cires,  Collado Pasaneu, Braña de los Tejos, San Pedro, Pumareña, Tama, Aliezo, Ojedo, Potes.

martes, 24 de septiembre de 2013

Día 2. Queveda - Quintanilla. 64,08 Km

Kilómetros: 64,08
Distancia ascendiendo: 30, 81 km 
Desnivel acumulado positivo: 1.6030,30 metros
Altura máxima: 353,70 metros
Porcentaje máximo de subida: 17,99%
Porcentaje máximo de bajada: 21,40%
Tiempo pedaleando: 6:04 horas
Tiempo ascendiendo: 2:59 horas
Vel. media en movimiento: 10,5 km/h
Vel. media total: 5,61 km/h 
Vel. máxima: 47,46 km/h

Santillana del Mar
Comillas
San Vicente de la Barquera
Camplengo
Playas de Oyambre y Merón
Mirador de la Palombera, río Nansa















Desde el principio habíamos comentado que trataríamos de mantener la tónica de levantarnos temprano para tratar de salir pedaleando según saliera el sol. Eso, a estas alturas de año y en esta latitud, significa levantarse hacia las siete o siete y media para poder dar pedales a eso de las 8. Así si la etapa se da bien, llegaríamos a destino con tiempo por la tarde para descansar; si la etapa se da mal, tendríamos tiempo extra por la tarde para poder llegar a destino sin suicidarnos antes o dejar que nuestros cuerpos sean comidos por las alimañas. Ya veremos que la segunda parte del pensamiento lo tuvimos que hacer nuestro en más de un día.

Y para ser el primer despertar en Camino no podíamos fallar; así que a las 7:30 suena el despertador y a las 8:10 ya estamos en camino. El día amanece bueno y refresca algo a esta hora en la que aún está saliendo el sol.

Vamos por carretera un breve trayecto de 3 kilómetros hasta llegar a Santillana del Mar, de la que dicen es 3 veces falsa porque ni es santa, ni llana, ni tiene mar. Es un pueblo de habitual abarrotado de gente; pero como solo son las 8:30 no hay más que dos paisanos cruzando una calle y poco más. Solo vemos un bar abierto en el que desayunamos algo. La Colegiata está cerrada y el albergue, que localizamos no sin esfuerzo después de desayunar, también.

Encontrar muchos albergues cerrados y la practica totalidad de las iglesias cerradas es algo que será norma en todo el Camino. Esto es algo que comentaríamos a lo largo de los días con mucha gente porque es una lástima pasar por los sitios haciendo este tipo de rutas y no poder entrar a las iglesias a verlas ni a sellar la credencial. Entre que quedan pocos curas y que si dejan las iglesias abiertas siempre hay algún descerebrado que roba cosas, pues siempre cerradas. Una lástima porque hay auténticas joyas por todos los sitios por los que pasamos.

Salimos de Santillana pasando por diversos pueblos y con constantes sube-baja hasta llegar a Comillas.

Antes, en Cigüenza, encontramos una excepción a lo de las iglesias cerradas. Se trata de la iglesia de San Martín de Tours. Es una iglesia bien bonita, mandada construir por un indiano que viviendo en Perú tuvo el gusto de mandar construir en su pueblo natal una réplica de la que había en donde vivía allá al otro lado del charco. Y aquí está, enclavada en un sitio precioso, y abierta y atendida por un señor muy amable para que podamos disfrutarla.

Ya al llegar a Comillas recorremos la parte de la playa, subimos hacia el mirador con la estatua del Marqués y depués nos adentramos por el casco antiguo para que Luis viera a un amigo suyo que regenta una peluquería y al que hace años no veía. Para rematar vamos a hacer una visita al Palacio de Sobrellano y queriendo ir al Capricho me doy cuenta de lo mucho que ha cambiado el cuento desde la última vez que estuve. Teniendo idea de tomar un café al pie del Capricho me encuentro con la sorpresa que ahora todo está vallado para que no tengas más remedio que pasar por una entrada que han puesto en la que te cobran 5 €. Pese a que no había nadie y que le dije que sólo era un peregrino que quería hacerse una foto y eso no podía costarme 5€, la taquillera me dijo que verdes las han segado. Todo amabilidad. Desistimos y vamos a la oficina de Turismo donde además de sellar nos dijeron un truco para desde cerca del Palacio Sobrellano poder hacer una foto del Capricho en la que salía poca valla. Eso sí es amabilidad.

Antes de salir de Comillas compramos algo de comida por si a lo largo de la tarde nos da por apretárnosla. Estamos en el kilómetro 22 de la etapa y entre que llegamos a Comillas a las 11:30 y nos vamos a las 12:50 pues me doy cuenta que hemos echado un buen rato. Todavía nos quedan muchos kilómetros, los de después de comer mayoritariamente de subida, así que salimos sin más dilación con dirección San Vicente de la Barquera.

Al poco de salir de Comillas, en La Rabia, las flechas del camino indican que hay que escalar un poco alejándonos de la costa. Comento con Luis que aunque hacemos unos pocos más de kilómetros, es más bonito ir por Oyambre y con menos sube-baja. Así lo hacemos y las vistas que tenemos desde ese momento y hasta San Vicente no pueden ser mejores: continuas playas con un sol espléndido por un lado y verde y montañas por el otro lado.

A las 14:00 llegamos al chiringuito de la playa Merón, antes de llegar a San Vicente, tras 35 km de ruta y nos sentamos a comer. Luis lleva unos días con las tripas revueltas y parece que desde anoche se le ha intensificado, por lo que va deponiendo su actitud bastante frecuentemente. Se pide un arrocito para ver si el bicho se le calma.

Después de una muy buena y relajante comida salimos a las 15:20 para llegarnos a San Vicente, donde tampoco podemos sellar porque por mentira que parezca ni Turismo ni la iglesia están abiertos.

El resto de ruta del día lo hacemos por carreteras secundarias. Nos deben faltar unos 35 km y son de subida, aparentemente suave, pero subida. Así nos llegamos sin mayor contratiempo hasta Gandarilla. Llevamos 46 km y son las 16:40. Paramos a tomar una cocacola y a preguntar por una farmacia porque Luis no para de deponer su actitud. Nos dicen que en Bielva hay una. Es el siguiente pueblo. Hacemos idea de llegar enseguida para que le den un tapón.

Pero nada más salir de Gandarilla hay que subir al alto de la Fuentefría. El tramo inicial de la subida es la antesala de lo mucho que tendríamos que empujar los días siguientes. Una rampa que tiene casi el 20% y en la que necesito empujar no menos de 300 metros. Y eso que es asfalto. La subida son 3,5 km y en la cima espero 5 minutillos a que me alcance Luis, lo que comenzará a ser la tónica del viaje, para hacer la bajada juntos. En la bajada nos alertamos porque vemos que alguien ha prendido fuego a unos matojos en el arcén y está avivándose mucho por el viento y el fuego está alcanzando ya unos árboles. Luis llama al 112. En lo que resta de bajada hasta el pueblo vemos que el quema arcenes ha actuado repetidamente y tiene en llamas media carretera.

En Bielva a Luis le venden Fortasec y comenzará una nueva vida para él. Las ha pasado canutas estos dos días y aún le durará otro día más, pero empieza a notar des de ya que deja de írsele la vida por el agujerito.

Preguntando a unos paisanos nos dicen que la carretera hasta Quintanilla no está mal y que solo tiene un tramo duro como el de Gandarilla a la salida de Cades. Salimos con el temor de esa nueva cuesta matadora, pero lo único que encontramos es una cuesta bastante menor a la esperada que remata cerca del mirador de Palombera con una vista preciosa del Nansa. Es el kilómetro 57 de nuestra etapa.

A partir de ahí lo que resta es una carretera con pocas dificultades que discurre por un precioso desfiladero que forma el río Lamasón. En mitad del desfiladero nos encontramos con un paisano que lleva un grupo de caballos. Nos dice que los acaba de vender pero que no es negocio, pues sólo los vende a unos 200€ por caballo. Lo que sí dice que es negocio son los jatos; recuperan el coste con solo el costillar y el resto del bicho es ganancia. Le decimos que vaya a celebrarlo con la novia pero nos dice que no tiene, que estando con animales que ninguna quiere ser novia. Le decimos que mejor, que eso que se ahorra. Era un tío bien majo. Estos ratos en los que paras diez munitos a hablar con los paisanos de los sitios por donde pasas y te cuentan sus cosas son para mí de lo que más disfruto haciendo este tipo de rutas.

La noche en Quintanilla nos la ha gestionado Sonsoles. Con la hoja de la planificación que hice ha tenido la amabilidad de llamar para hacernos la reserva. Lo hará más días poque habla con Luis varias veces al día y todos los días se interesa por dónde tenemos planificado dormir y si tenemos identificado alojamiento. Gracias Sonsoles.

Llegamos a Quintanilla a las 19:40.  El perfil de hoy ha sido bien distinto al de ayer. Mucho desnivel y ya nos adentramos en la montaña. Se va notando en el esfuerzo que la ruta nos va demandando.

Cubata de Legendario antes de la cena. Dormimos en el hostal del pueblo y cenamos en el restaurante del pueblo. La habitación limpia y cómoda. La cena sabe a gloria. No podemos pedir más.

Hablamos con la señora que regenta el hostal y restaurante sobre la ruta prevista para mañana. La ruta de mañana es el único punto de todo el Camino del que tengo dudas. No sé si con la bici se puede hacer el collado del Arceón (se baja un desnivel de 700 metros hasta el desfiladero de La Hermida y no sé si se puede ir con la bici) y la alternativa es hacer el desfiladero de La Hermida completo por carretera hasta Potes. Tenía pensado subir el puerto de La Hoz y en Cicera preguntar y tomar la decisión; pero la señora nos dice que más bonito e incluso algo más corto es ir por Cires para cruzar todo por montaña por el collado Pasaneu y la Braña los Tejos para acabar saliendo en Tama, justo al lado de Potes. Alguno que lo oye dice que es duro, pero en cuanto que la señora dice que el año pasado lo hicieron unas chicas en bicicleta, dijimos que no había más que hablar. Sólo nos faltó dar un puñetazo a la mesa. Si lo habían hecho las mujeres estaría chupao.

¡Lo que nos acordaríamos al día siguiente, y muchos más días, de la señora y de toda su familia!. Nos enfrentábamos a un día como no podíamos ni imaginarlo de exigente. Pero eso ya pertenece al día de mañana y lo cuento en la próxima etapa.

Hoy hemos pasado por Camplengo, Santillana del Mar, El Arroyo, Oreña, El Robinal, Cigüenza, Cóbreces, Liandres, Comillas, La Rabia, San Vicente de la Barquera, La Acebosa, Hortigal, Gandarilla, Alto de la Fuentefría, Bielva, Cades, Quintanilla.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Día 1. Traslado a Santander y Santander - Queveda. 46,75 Km

Kilómetros: 46,75
Distancia ascendiendo: 25, 65 km 
Desnivel acumulado positivo: 535 metros
Altura máxima: 107,70 metros
Porcentaje máximo de subida: 7,63%
Porcentaje máximo de bajada: 8,93%
Tiempo pedaleando: 3:01 horas
Tiempo ascendiendo: 1:48 horas
Vel. media en movimiento: 15,49 km/h
Vel. media total: 12,25 km/h
Vel. máxima: 55,23 km/h

Ayuntamiento de Santander
Saliendo de la Magdalena
Cruzando el Pas en Oruña
Boo de Piélagos

Albergue Arco Iris y su dueña














Lunes día 2 de Septiembre. Madrugando como es debido, monto mi bici en el coche, meto las alforjas con la esperanza de no haberme olvidado nada y salgo con mi mujer a la busca de Luis. Después de esperar un rato en su portal, aparece y realizamos la misma operación con su bici y sus bártulos y nos vamos a la estación de autobuses de Avda. de América.

A la salida de mi casa, al incorporarnos desde Herrera Oria a la carretera de Colmenar, nos pita un coche como pareciendo que le importunáramos. Como yo también le pito y le hago gestos, mi mujer me dice que qué gana tengo yo y que gana tiene la gente de estar de bronca a las seis de la mañana. Pero ya le hago saber que no es bronca, que da la casualidad que es el Sr. Paniagua el que nos pitaba y yo sólo le devolvía el saludo cortésmente.

Aunque llegamos a la estación de autobuses con la media hora de adelanto que nos indicaron, allí ni hay nadie para atendernos, ni cuando adivinamos cuál es nuestro autobús nos dejan meter las bicis para poder ir tranquilamente a desayunar. Lo único que nos encontramos fue un tío gordo, feo, calvo y muy desagradable que tumbado en un asiento del autobús y con los pies encima de otro asiento a la altura de nuestra cara sólo sabía decirnos que no sabía nada y que las bicis no podían ir así porque tenían que estar embaladas; pero que él no sabía nada.

Al final decidimos ir a desayunar algo sin haber podido meter las bicis en el maletero del autobús. Lo gracioso es que cuando vemos, a escasos cinco minutos de la salida del autobús, que abren las puertas para que la gente entre, el calvo asqueroso maleducado de antes resulta ser el conductor y nos sigue poniendo pegas con las bicis. Pasando finalmente bastante de él, las metemos en las bolsas de plático, las metemos en el maletero y nos acomodamos en nuestros sitios. Me doy cuenta que me he olvidado algo importante: el maillot térmico para ir en bici cuando hace frío o refresca. Si necesito ponerme algo encima de las camisetas de manga corta mientras pedaleo, tendrá que ser una chaqueta sin mangas que llevo o el jersey de calle que sí que he metido. Resultará que sí que vendrám días de frío y lluvia y echaré de menos el maillot olvidado.

El autobús hace una parada en el aeropuerto de Barajas y después sigue sin ninguna otra parada hasta llegar a Burgos a las 10:30. Tras media hora de parada retomamos ruta. Nos han cambiado al conductor (este sí que es gordo, pero parece majete). El trayecto ahora cambia por completo: parece que hemos tomado el antiguo tren correo y vamos por carreteras comarcales haciendo parada en inmumerables pueblos.

Tras casi tener un par de accidentes llegamos finalmente sanos, salvos y a la hora estipulada a Santander.

Nos bajamos del bus y nos vamos bici en mano al albergue a por la credencial. Como tenemos por delante unos 33 km hasta Queveda y son las 3 de la tarde, decidimos comer algo al lado del albergue antes de empezar a dar pedales.

A las 4 de la tarde empezamos a dar pedales tranquilamente desde la plaza del Ayuntamiento. El día es soleado y la temperatura buena. Nos llegamos por Pereda hasta la Magdalena y el Sardinero. A partir de ahí vamos saliendo de Santander en direccion S-20 y Santa Cruz de Bezana. La salida de Santander es bien fea.

Vamos pedaleando sin mayor incoveniente hasta llegar a Boo de Piélagos a las 17:30. Hemos hecho 22 km muy relajadamente y paramos a sellar al albergue Piedad, cerca de la estación del Feve. Parece limpio y curioso. Seguimos camino para ir a encontrarnos con el río Pas; para cruzarlo hay que dar una buena vuelta hasta Oruña.

Parece que el track planificado que llevo está queriendo hacer carretera y ya empezamos a ver alguna indicación del Camino Lebaniego que aparenta hacernos ir por caminos y carreterillas no concurridas. Determinamos seguir las señales del Camino y hacer caso omiso al planificado. Nada más pasar el río Pas a la altura de Oruña el camino planificado nos marcaba una línea casi recta hacia Requejada, pero nosotros giramos a la derecha en dirección Mogro.

El problema de hacer la ruta siguiendo la señalización "oficial" es que además de hacer más kilómetros y menos llanos, vas siguiendo un rastro de casas sin saber si entras o sales de un pueblo ni en cuál estás. El paisaje así se vuelve bastante monótono y el dar pedales más aún. Como síntoma de que esta ruta es menos llana, antes de llegar a Mogro Luis pone pie en tierra y empuja la bici en la cuesta que hay al pie de la ermita de la Virgen del Monte. Será la primera de las muchas veces que habrá que hacerlo en los días posteriores.

Entre Mogro y Bárcena de Cudón está el único repecho señalable del día. De ahí una buena bajada hasta Mar y Requejada. Al pasar por Bárcena de Cudón paro a hablar un rato con un paisano que está en la acera al pie de su casa. Al preguntarle por si pasa mucho o poco peregrino, me contesta que se da cuentade los que pasan tempano por la mañana porque van andando haciendo un ruido ensordecedor y machacón con los bastones. La realidad es que los andarines suele ser gente bastante poco educada en ese sentido. Poco les importa si van molestando o no. Me decía el señor que hay que ser bobo solemne y maleducado para pasar a las seis o siete de la mañana haciendo ruido con los bastones contra el suelo ayudándose para caminar cuando el suelo está totalmente asfaltado. Mientras me cuenta el cabreo que tiene cuando les oye un día tras otro despertándole tan de madrugada sin necesidad alguna, me vienen a la memoria tantos mañanas vividas en esos albergues de Dios teniendo que aguantar a los andarines haciendo un ruido enorme dos o tres horas antes de que tú tengas planeado levantarte. Y todo porque creen que hacen mucho esfuerzo y tienen que levantarse muy temprano y hacer mucho ruido. No todos, pero coincido con el paisano que la mayoría son anormales. Ya me gustaría a mí verles hacer una etapa como las nuestras con los kilos extras que llevamos en las alforjas y que hacen que cada subida sea un pequeño calvario. Ellos llegarán con los pies doloridos, pero nosotros llegamos exhaustos, sin fuerzas y doliéndonos hasta el alma, habiendo estado peregrinando cada día hasta el doble de horas más que ellos. Pero todo eso es algo inherente a la mucha tontuna y a la poca educación de la mayoría. O te vas a una isla desierta o tienes que tratar de aguantarlo.

Si bien el trayecto que seguimos ahora es menos llano, la realidad es que tampoco es exigente pero al final nos obliga a hacer 47 km, 14 más de los planificados. Y como los sitios por los que vamos pasando no son de tirarse de los pelos de atractivos y es el primer día tras habernos despertado a las 5 y pico de la mañana, pues como que poco a poco vamos teniendo ganas locas de acabar la etapa.

El último kilómetro es el que va desde el mismo pueblo de Queveda hasta el albuergue Arco Iris, ya en la salida hacia Santillana del Mar. Y como es en subida, me sobró. Llegué al albergue sin ganas de dar un sólo pedal más a las 8 de la tarde, tras 4 horas de empezar el pedaleo. El albergue está en mitad de la nada y aunque pretendíamos salir a dar una vuelta y tomar medio cocacolo en cualquier bar, allí no había bares ni nada de nada. Teníamos una sed loca depués de no haber bebido prácticamente nada en toda la tarde; yo me hubiera metido litro y medio de cocacola bien helada, pero no había más que algo tipo Fanta de naranja más o menos del tiempo. Nos tomamos un par de vasos ya que menos es nada.

Y casi de inmediato a meternos una buena ducha, una cena bastante normalita aunque abundante y un rato de estar al aire libre escuchando junto con el hospitalero unas poesías bien bonitas que le manda un pregregrino cada vez que termina un Camino. El albergue es bastante normalito pero los hospitaleros son bastante agradables. A eso de las 10 y media me meto en el saco y a roncar. Luis había pasado mucho, o lo más probable es que no se había enterado, del rato al aire libre escuchando poesías y hablando con el hospitalero y debía llevar ya media hora en el saco disfrutando como un oso a punto de empezar la hibernación.

En anteriores caminos he ido poniendo unos pocos valores de distancia recorrida y velocidad recogidos del cuentakilómetros de la bici. Aunque sé que el GPS tampoco es exacto, lo es más que el cuentakilómetros, del que empiezo a constatar que mide casi un 10% más de kilometraje. Quizá ese sea uno de los factores por los que en anteriores caminos siempre nos parecía hacer kilómetros de más. A partir de ahora pondré las mediciones del GPS que voy grabando.

Hoy hemos pasado por: Santander, Santa Cruz de Bezana, Mompía, Boo de Piélagos, Arce, Oruña, Mogro, Bárcena de Cudón, Mar, Requejada, Viveda y Queveda.


Día 0. Los preparativos de las horas previas a comenzar

Debido a los contínuos retrasos en el comiemzo de la ruta dado que había tramos por los que debíamos pasar que estaban impracticables por la incesantes nevadas de esta pasada primavera, comenzamos el Camino de este año el lunes 2 de Septiembre.

Es una fecha atípica en nuestras planificaciones y que no me gusta nada, pero es a lo que nos ha obligado la metereología. Me gusta más hacerlo en primavera porque las temperaturas son más benignas, la preparación física se hace mejor y el paisaje es mucho más bonito en primavera.

En el caso del paisaje, notaremos mucho la diferencia entre los verdes del norte y los secarrales casi desérticos en los que se convierten los 400 km de meseta castellana que atravesaremos.

Respecto a la preparación física qué decir. Comenzar un Camino tan exigente físicamente como el de este año justo después de finalizar las vacaciones, pues como que no pinta bien. En mi caso procuré tratar de no perder forma física tanto en Lugueros, donde mi amigo Eusebio me prestó su bici para que muchos días me subiera el puerto de Vegarada, como en la mariña lucense, donde alquilé una bici para subir al monte Comado y al monte Pena Bor.

Para este Camino mis acompañantes habituales de años pasados se han ido cayendo uno a uno de la lista por diversos motivos y al final sólo quedó en hacerlo conmigo Luis; pero no me resultaba nada relajante ver mensajes suyos en los días previos al comienzo en los que lo único que se apreciaba era puro relax , comidas draconianas y si acaso el único ejercicio aparente era el de ir algún día al gimnasio del hotel de turno a hacer una hora de bici estática. Eso es la preparación de la señorita Pepis y nos iba a pasar factura en este Camino tan montañoso.

Las vacaciones con la familia las terminé el sábado 31 de Agosto, por lo que sólo dispuse de un día para terminar todos los preparativos: última ojeada a la bicicleta (me la habían revisado dos días antes de irme de vacaciones e incluía engrase general, cambio de pastillas de freno, cambio de cadena, etc), instalación de la parrilla porta-alforjas, preparación de las alforjas, descarga del track planificado y mapas asociados en el móvil, etc.

Luis había reservado los billetes para el autobús Madrid - Santander. Como quiera que lo primero que íbamos a hacer era el Camino Lebaniego y la credencial había leído que sólo la daban en la Catedral, ocurría que la Catedral la cerraban al mediodía, justo después de la llegada del autobús, y no la volvían a abrir hasta las 5 de la tarde. Luis en postriores llamadas telefónicas se enteró que la credencial no la daban porque en Santo Toribio no emitían la Lebaniega cuando llegabas allí, sino que al llegar a Santo Toribio te apuntaban y te decían que ya te la mandarían un año de estos.

Sin la preocupación del horario de la Catedral, nos propusimos viajar en el primer autobús disponible del día para así coger la credencial el Camino de Santiago en el albergue que está al lado del ayuntamiento e ir sellando en esa credencial. Y el primer autobús sale a las 8 de la mañana. Y como hay que llegar antes para meter las bicis, pues madrugón del quince.

La primera intención era salir en bici desde casa y hacer los kilómetros que me separan hasta Avda. de América, donde está la estación de autobuses de donde sale el Alsa a Santander. Eso suponía madrugar aún más para pedalear aproximadamente una hora y media. Pero tanto mi hermano como mi mujer, que seguiría de vacaciones ese día, se empeñaron en evitarnos esas pedaladas tan madrugadoras y se aprestaron a llevarnos hasta la estación de autobuses. Quedé por tanto con Luis en que mi mujer nos llevaba y que pasaríamos a recogerle por su casa.

Para el transporte de las bicis en el autobús se exige tenerlas envueltas, aunque no dicen claramente cómo y para qué, por lo que el Sr. Paniagua tiene la amabilidad de encargar la elaboración de unas bolsas gigantes de plástico de burbujas. Este método ya lo emplearon Luis y Pani en su Camino de la Plata hace tres años. Gracias Pani.

Por fin la ruta del 3x1 del 2013. Caminos Lebaniego, Vadiniense y de Madrid

Aunque con retraso, porque ya la he concluido, escribo las entradas de las etapas del Camino de este año 2013.

La querencia de dar noticias lo más actualizadas posibles sobre la ruta que estaba haciendo otros años hacía que intentara por todos los medios buscar un sitio con un ordenador conectado a internet allá donde terminara una etapa para poder escribirlo.

Este año la cosa ha sido bien distinta por dos motivos: a) los sitios donde he terminado etapas han sido mayoritariamente sitios bastante aislados sin sitios donde hubiera un ordenador, b) ello lo suplía con el envío de algún whastapp indicando la ubicación y, si acaso ,alguna novedad muy relevante que se produjera, aunque fuera con retraso dado que la mayoría del tiempo he estado sin cobertura en el móvil.

Voy a escribir el relato de las etapas, de lo que me acuerde pues ya han pasado 20 días desde que empecé la ruta, porque siempre le podrá sevir a alguien que esté buscando información sobre el Camino que he hecho, y porque igual en unos años me gustará recordar lo realizado con su lectura.

Así que trataré en estos próximos días de escribir y publicar lo más relevante de las etapas realizadas.