Debido a los contínuos retrasos en el comiemzo de la ruta dado que había tramos por los que debíamos pasar que estaban impracticables por la incesantes nevadas de esta pasada primavera, comenzamos el Camino de este año el lunes 2 de Septiembre.
Es una fecha atípica en nuestras planificaciones y que no me gusta nada, pero es a lo que nos ha obligado la metereología. Me gusta más hacerlo en primavera porque las temperaturas son más benignas, la preparación física se hace mejor y el paisaje es mucho más bonito en primavera.
En el caso del paisaje, notaremos mucho la diferencia entre los verdes del norte y los secarrales casi desérticos en los que se convierten los 400 km de meseta castellana que atravesaremos.
Respecto a la preparación física qué decir. Comenzar un Camino tan exigente físicamente como el de este año justo después de finalizar las vacaciones, pues como que no pinta bien. En mi caso procuré tratar de no perder forma física tanto en Lugueros, donde mi amigo Eusebio me prestó su bici para que muchos días me subiera el puerto de Vegarada, como en la mariña lucense, donde alquilé una bici para subir al monte Comado y al monte Pena Bor.
Para este Camino mis acompañantes habituales de años pasados se han ido cayendo uno a uno de la lista por diversos motivos y al final sólo quedó en hacerlo conmigo Luis; pero no me resultaba nada relajante ver mensajes suyos en los días previos al comienzo en los que lo único que se apreciaba era puro relax , comidas draconianas y si acaso el único ejercicio aparente era el de ir algún día al gimnasio del hotel de turno a hacer una hora de bici estática. Eso es la preparación de la señorita Pepis y nos iba a pasar factura en este Camino tan montañoso.
Las vacaciones con la familia las terminé el sábado 31 de Agosto, por lo que sólo dispuse de un día para terminar todos los preparativos: última ojeada a la bicicleta (me la habían revisado dos días antes de irme de vacaciones e incluía engrase general, cambio de pastillas de freno, cambio de cadena, etc), instalación de la parrilla porta-alforjas, preparación de las alforjas, descarga del track planificado y mapas asociados en el móvil, etc.
Luis había reservado los billetes para el autobús Madrid - Santander. Como quiera que lo primero que íbamos a hacer era el Camino Lebaniego y la credencial había leído que sólo la daban en la Catedral, ocurría que la Catedral la cerraban al mediodía, justo después de la llegada del autobús, y no la volvían a abrir hasta las 5 de la tarde. Luis en postriores llamadas telefónicas se enteró que la credencial no la daban porque en Santo Toribio no emitían la Lebaniega cuando llegabas allí, sino que al llegar a Santo Toribio te apuntaban y te decían que ya te la mandarían un año de estos.
Sin la preocupación del horario de la Catedral, nos propusimos viajar en el primer autobús disponible del día para así coger la credencial el Camino de Santiago en el albergue que está al lado del ayuntamiento e ir sellando en esa credencial. Y el primer autobús sale a las 8 de la mañana. Y como hay que llegar antes para meter las bicis, pues madrugón del quince.
La primera intención era salir en bici desde casa y hacer los kilómetros que me separan hasta Avda. de América, donde está la estación de autobuses de donde sale el Alsa a Santander. Eso suponía madrugar aún más para pedalear aproximadamente una hora y media. Pero tanto mi hermano como mi mujer, que seguiría de vacaciones ese día, se empeñaron en evitarnos esas pedaladas tan madrugadoras y se aprestaron a llevarnos hasta la estación de autobuses. Quedé por tanto con Luis en que mi mujer nos llevaba y que pasaríamos a recogerle por su casa.
Para el transporte de las bicis en el autobús se exige tenerlas envueltas, aunque no dicen claramente cómo y para qué, por lo que el Sr. Paniagua tiene la amabilidad de encargar la elaboración de unas bolsas gigantes de plástico de burbujas. Este método ya lo emplearon Luis y Pani en su Camino de la Plata hace tres años. Gracias Pani.
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