viernes, 27 de septiembre de 2013

Día 4. Potes - Sotres. 42,57 Km

Kilómetros: 42,57
Distancia ascendiendo: 21,02 km
Desnivel acumulado positivo: 2.308,70 metros
Porcentaje máximo de subida: 41,25%
Porcentaje máximo de bajada: 27,17%
Tiempo pedaleando: 4:48 horas
Tiempo ascendiendo: 3:13 horas
Vel. media en movimiento: 8,88 km/h
Vel. media total: 3,69 km/h
Vel. máxima: 55,31 km/h


Lignum Crucis
A media subida de Collado Pelea
Collado Pelea
Subiendo hacia Sotres
Puerta Santa de Santo Toribio
Peña Ventosa desde Pendes
Subiendo el Collado Pelea
Collado Pelea
Bejes desde Collado Pelea
Bejes subiendo hacia Sotres
Hayedo en el Vao de los Lobos
















El día anterior había sido extenuante y nos habíamos dejado pendiente la visita a Santo Toribio de Liebana. Hay que visitar el monasterio, ver el lignum crucis y solicitar la Lebaniega.

Ayer en la Oficina de Turismo ya nos dijeron que hasta las diez no abrían, asi que hoy no toca madrugar.  Aunque la etapa es relativamente corta en kilometraje, es muy montañosa. Además la planificación inicial era deshacer por carretera el desfiladero de la Hermida, 17 km de bajada, para poder visitar la iglesia de Lebeña y atacar los aproximadamente 25 km de muy exigente subida por Bejes hasta Sotres.

Pero también en la Oficina de Turismo nos propusieron una alternativa: en vez de hacer el desfiladero podíamos desviarnos en Tama para subir por carretera local hasta Pendes y Cabañes. Y desde ahí por pista subir el puerto de Cabañes y el collado Pelea. Nos dijeron que la subida era más facil que la carretera de Bejes y mucho más bonita. Seguir la recomendación del día anterior por la Braña de los Tejos resultó nefasta, pero la idea de quitarnos toda la carretera del desfiladero de La Hermida nos sedujo y nos propusimos volver a hacer caso de una nueva recomendación de cambio de ruta. El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.

Como ya dije nos levantamos sin madrugar con la idea de llegar a Santo Toribio a las 10:00. Salimos del albergue casi a las 9:30 para hacer los 4 km que hay hasta el monasterio. Todos de subida fuerte. Eso sí, como teníamos que volver a Potes, dejamos las alforjas en el albergue para recogerlas después. Vaya si se nota que la bici sube mucho más fácil sin el peso de las alforjas.

Llegamos al monasterio a las 9:55. Mejor planificado imposible. No hay nadie. Aguardamos a que abran y el encargado de la iglesia nos comenta los datos más relevantes del lignum crucis y nos lo enseña. Bien bonito lo tienen. Vemos el claustro, sellamos, nos registramos para que nos manden la Lebaniega cuando tengan a bien y nos volvemos de nuevo a Potes a recoger las alforjas y dejar cerrado el albergue. Cristophe, lógicamente, se había marchado hacía ya tiempo, antes de que nos despertáramos.

Al poco de salir de Potes, ya completamente pertrechados, paramos a desayunar en Ojedo, en el Peña Sacra. Tienen un frontal precioso, con una balconada corrida llena de flores muy coloridas. Cuando estamos desayunando oímos en la calle ruido de agua como si estuviera cayendo desde algún desagüe. Al terminar de desayunar y salir a coger de nuevo las bicis compruebo que el ruido de agua era que estaban regando las flores de la balconada. Y lo hacían como los romanos en las Médulas, por inundación y derrumbe. El/la que había regado lo había hecho como si no hubiera un mañana y sin ver si debajo había algo. Y lo que había era mi bici. Mis alforjas están empapadas y el saco de dormir también. Blasfemo en alto para que el hijo de satanás que lo haya hecho tenga más cuidado y se fije la próxima vez. Pero seguro que no servirá de nada, la gente es así de indolente y maleducada.

Desayunamos en escasa media hora, pero con todo ya son las 11:30 y los 8 kilómetros de etapa que llevamos son los que tendríamos que haber hecho ayer por la tarde. Así que estamos a media mañana y sin vender una escoba. La etapa es corta pero exigente, con  mucho ascenso, mucha pista y muchas pendientes incluso de mayor porcentaje que ayer. Y el tiempo tan soleado y caluroso de los dos días anteriores parece que cambia. Ahora solo está algo nublado, pero hoy nos adentramos en el corazón de los Picos de Europa y tenemos que ganar más de 1.000 metros de altura. Ya veremos lo que la tarde nos deparará.

Tal y como nos aconsejaron, en Tama nos desviamos para seguir por carretera local hacia Colio, Pendes y Cabañes. La subida por aquí, tal y como nos dijeron, es por ahora bastante menos exigente que la subida a Bejes desde La Hermida. Con todo la tónica de la marcha sigue siendo la misma de los días anteriores con Luis a un piñón y medio menos, haciendo funcionar el molinillo en cuanto se barrunta una cuesta arriba a lo lejos.

En Pendes paramos un rato a hablar con unos paisanos y reponer agua fresca en la fuente. Nos avisan que la carretera se acaba un poco más adelante, en Cabañes, y que sudaremos tinta en la subida hasta el collado Pelea que se hace por pista. Son las 12:30 y llevamos hechos 16 kilómetros. Como de nuevo hemos cambiado el track planificado no tengo idea exacta del kilometraje que nos resta, solo puedo hacer meras suposiciones calculando línea recta en el mapa y añadiéndole algún kilómetro extra.

Antes de llegar a Cabañes volvemos a encontrar a Cristophe en mitad de uno de los muy hermosos castañares milenarios que jalonan toda la ruta desde Colio. Ya lleva hechos unos buenos kilómetros para ir andando y cuesta arriba. Nos despedimos de nuevo de él y seguimos hasta Cabañes. Cabañes está al pie de un farallón rocoso y allí termina la carretera. Según íbamos acercándonos iba mirando de un lado al otro de la montaña tratando de discenir por donde seguirá la ruta para evitar el farallón, pero no logro adivinar nada. Y no lo hago porque lo que hace la pista que va a Bejes es repechar por cuestas imposibles el farallón que veíamos.

En Cabañes hay un albergue en el que tratamos de sellar, pero está cerrado. Si Cristophe se había propuesto quedarse hoy aquí tendrá que hacer unos kilómetros extra y tratar de llegar hasta Bejes.

Salimos de Cabañes por la pista que arranca en el mismo centro del pueblo. Lo hacemos directamente empujando. La cuesta arriba es tela marinera. Son las 13:20 y llevamos hechos 20 km. Justo antes de iniciar nosotros el ascenso vemos que también lo inician una pareja de andarines. Ellos no tienen que empujar ninguna bici lastrada con 15 kilos en las alforjas. Van al doble de velocidad y se cansan mucho menos por lo que apenas han de parar a recuperar el resuello. Alcanzarán el collado Pelea muchísimo antes que nosotros.

Tras sudar la gota gorda y vaciarnos de fuerzas una vez mas, logramos alcanzar el collado Pelea a las 15:00. La subida desde Cabañes han sido escasos 3 kilómetros, pero hemos tardado hora y media en hacerla. Si ayer hacíamos medias de menos de 3 km/h, hoy batimos tan espeluznante marca y bajamos de los 2 km/h.

Estamos a 1.000 de altura. Desde el collado Pelea vemos detrás nuestro el desfiladero de la Hermida, la imponente mole de Peña Ventosa y el collado Pasaneu que cruzamos ayer. Viéndolo desde aquí me parece poco menos que imposible que ayer cruzáramos con la bici por un sitio tan alto y escarpado.

Y delante nuestro tenemos el corazón de los Picos de Europa. Delante nuestro, a mucha menos altura de la que estamos, vemos Bejes allá abajo y, más o menos a nuestra altura, al fondo, Tresviso. El paisaje es simplemente espectacular. Desde aquí vemos los primeros kilómetros de la pista que sube desde Bejes hacia Sotres y que habremos de tomar después de comer en Bejes (ni en Pendes ni en Cabañes hay nada donde poder comer algo). Después de todo lo que nos hemos subido ayer y hoy, nos parece una puñeta ver que tenemos que bajar mucho de lo que acabamos de subir para llegar a Bejes, para tener de nuevo que volver a subirlo en el posterior camino a Sotres por la tarde. Pero esto es la montaña; hay que disfrutarlo por mucha exigencia física que demande.

Y aunque el paisaje merecería quedarse allí horas y horas disfrutando de la vista, hemos de llegar lo antes posible a Bejes para tratar de comer algo. Ya faltaría que no encontráramos nada con las horas que eran. Porque además hasta Sotres no hay ni pueblos ni nada de nada más que montaña y más montaña.

Cabañes está a una altitud de 555 metros (Potes a 300 metros). El collado Pelea a 1.000 metros. Y Bejes está a 600 metros. Tenemos por tanto que bajar casi la misma altura que acabamos de subir. Desde el collado Pelea hasta Bejes hay casi 3,5 kilómetros.

Si la subida ha sido de llevar crampones en la bici, la bajada es espeluznante. De nuevo hemos de hacer tramos bajados de la bici porque la pendiente unida a la inercia produce el peso de las alforjas hace que la bici se embale en la tierra y no hay frenos que la hagan parar.

En mitad de la bajada nos encontramos a un tío que está subiendo empujando una bici. Está nadando en un mar de sudor. La escena es de risa: en mitad de un cuestón, nosotros bajados de la bici para no despeñarnos y él bajado de la bici empujando para poder subir. Es inglés y empezamos a charlar un rato. Al poco aparece una chica super rolliza, roja como a punto de estallar, empujando otra bici. Se trata de la mujer del inglés. Si ya me parecía una proeza que el tío estuviera tratando de subir la cuesta, me quedo flipado con la inglesa. Le digo que es mi heroína, de la buena, no de la droga, y le propongo matrimonio para cuando enviude. Del esfuerzo que estaba haciendo la probrecita mía tenía en ese momento la misma foto que la cerdita Peggy a punto de ser sacrificada. Lo que es el amor a esas edades. Están alojados en Potes y esta mañana subieron temprano al teleférico en Fuente Dé y están haciendo la misma ruta que nosotros, pero en dirección contraria a la nuestra.

Llegamos a Bejes a las  15:50. En el único bar que hay nos dicen que nos pueden dar de comer un buen plato de embutido. Regado con unas buenas cervezas nos sienta de maravilla. Mientras estamos comiendo empezamos a oir tronar bastante fuerte. Los paisanos que están con nosotros nos avisan que la tormenta viene justo en la dirección en la que tenemos que ir después. No pinta nada bien.

Casi al acabar aparece Cristophe. Bien machote. Le ofrecemos terminar de nuestro plato de embutido y vamos al albergue del pueblo. Él para alojarse y nosotros para sellar. Justo cuando vamos a querer salir empeizan a caer las primeras gotas. Decidimos esperar un momento para ver si es una tormenta pasajera y escampa pronto porque vemos pasar las nubes con velocidad. Pero empieza a llover a cántaros y decidimos esperar para no empaparnos.

Cuando parece que quiere clarear algo y aparenta chispear escasamente decidimos salir. A ver si hay suerte. Son las 17:23. Tampoco podemos esperar más porque hemos de subir aún mucho, la noche se echará rápidamente y hasta el destino de hoy no hay nada más que montaña, sin pueblos ni sitios donde refugiarse. Hay que llegar como sea. Yo me acuerdo de la madre del que me ha mojado el saco esta mañana pensando en si acaso nos hemos de quedar en mitad de la montaña a hacer noche porque no alcancemos Sotres de día.

Como al kilómetro de salir Luis se da cuenta que justo antes de irnos de Bejes había vuelto a deponer su actitud y allí se había dejado olvidado el casco. Este Luis es el despiste personificado; otro día a media mañana tuvo la sensación de haberse olvidado el saco en el albuergue donde habíamos dormido (eso será el día que dormimos en Mansilla de las Mulas) y cuando me lo dijo le comenté que se cerciorara para si se lo había olvidado deshacer el camino y regresar a por el saco, pero me dijo que prefería no mirar y seguir ya que llevábamos dos horas pedaleando en la esperanza de no habérselo dejado (al llegar al destino ese día y abrir las alforjas vio que no se lo habái olvidado).

Bueno, pues si ya íbamos tarde, ahora aún más. Luis se baja andando de nuevo hasta el pueblo (va andando para evitar subir otra vez con la bici el tramo que ya habíamos hecho porque de veras que se sube más rápido a pie que empujando la bici por esos cuestones) y yo me quedo allí esperándole mientras no hago más que otear el cielo viendo si la lluvia nos respeta y si se meten más nubes negras de tormenta o no. Veo allá abajo a Luis llegar al pueblo y le veo al poco subir a pie. Hay suerte porque enseguida sale un todoterreno del pueblo y veo que Luis se tira al todoterreno para que le suban. Monta en el todoterreno y en un periquete llegan a mi altura con Luis en el asiento de atrás y el casco puesto. Lástima no haber visto antes que no se había quitado el casco  y haberle sacado una foto allí sentado con el casco puesto dentro del todoterreno y con cara de felicidad. Igual que un niño pequeño en una película de David Lynch..

Reanudamos la subida habiendo perdido solo 15 minutos en el rescate del casco gracias al todoterreno. La lluvia parece que nos va respetando. Hay nubes por todos los lados, nada que ver con el día de ayer.

La subida continúa hasta poco antes de llegar al Vado de los Lobos. En ese punto la pista se bifurca en dos; la izquierda sigue escalando hacia La Andara y las minas abandonadas de La Mazarrasa; la de la derecha llanea algunos kilómetros por un bonito hayedo en dirección Sotres. Son las 19:30 y llevamos hechos 32,6 kilómetros.

Como desde que pasamos por Tama, hace ya muchas horas, no he vuelto a tener cobertura en el móvil y viendo que aquí sí la tengo, llamo al sitio donde tengo reservada la habitación en Sotres para advertir que llegaremos tarde pero que llegaremos como sea. Hotel La Perdiz, según se entra al pueblo en nuestro sentido. La señora me contesta que no recuerda esperar a nadie con reserva hecha. Uy, uy, uy, uy. Cuando le digo que somos los de las bicis y le doy un par de pistas más, entonces lo recuerda y me dice que ya recuerda y que tenemos la habitación sin problema. Uuuuffffff, qué momentazo he pasado de acongoje.

Tomamos la pista de la derecha, atravesamos el hayedo y de nuevo otro tramo de 3 kilómetros de repecho hasta alcanzar la carretera que une Sotres con Tresviso. Estamos a 1.300 metros de altitud justo en el límite entre Cantabria y Asturias. Bejes es cántabra y Sotres asturiana. Son las 20:30. El sol está empezando a desaparecer. Por lo menos desde aquí, aunque anochezca, alcanzaremos Sotres sin problema alguno porque está sólo a 4 kilómetros que se hacen en bajada y por carretera. Luis aparece a los diez minutos. Aún le queda un hilo de vida y de voz para estar hablando con Sonsoles por teléfono mientras empuja la bici. Igual le está dictando el testamento.

Los 4 kilómetros que nos quedan hasta Sotres los hacemos ya con el relajo de sabernos a punto de llegar a destino y poder descansar. Llegamos a Sotres a las 21:00. Pedazo de ducha, pedazo de fabada para cenar por haber llegado a Asturias vivos y al catre, que mañana hay que hacer mucha montaña de nuevo. No hay fuerzas ni para pasear diez minutos por el pueblo. Nos estamos superando cada día que pasa, de un día para otro hacemos más desnivel acumulado de subida y de mayor porcentaje. De esta salimos con las piernas duras como robles. Las predicciones del tiempo para mañana son muy malucas.

Hoy hemos pasado por: Potes,  Monasterio de Santo Toribio de Liebana, Ojedo, Aliezo, Tama, Colio, Pendes, Cabañes, Collado Pelea, Bejes, Vao de los Lobos, Sotres.