Kilómetros: 48,82
Tiempo pedaleando: 3:47:04
Vel. media: 12,56 km/h
Vel. máxima: 55,76 km/h
Si el bar de Merche ayer estaba a tope por la tarde y por la noche, ahora a las ocho y media de la mañana también tiene ambiente. Nos tomamos un café con unos churros recién hecho y nos montamos en las bicis. Salimos a las 9:15. Hoy toca etapa de puertos.
El día ha amanecido muy similar a los anteriores, hay sol con algo de nubes y mucho fresco.
Nada más salir de Carrascalejo empieza la subida al puerto de Arrebatacapas. Lo hacemos por carretera porque nos han advertido que por camino hay que empujar la bici y no merece la pena.
La subida no tiene rampas de excesivo porcentaje, pero la cuesta es interesante y no da descanso, por lo que hay que ir haciéndola a tren. Hacemos cima a las 10:15, justo una hora después de salir.
Hay una cruz y un mojón con una imagen de la Virgen de Guadalupe con flores. Las vistas a uno y otro lado son espectaculares y el día ahora está luminoso y casi despejado. Al norte vemos la imponente silueta de la sierra de Gredos y a nuestro alrededor la Jara por un lado y los Ibores y las Villuercas por el otro. Justo enfrente nuestro se levanta la siguiente sierra que hemos de subir, por el puerto del Hospital del Obispo. Desde aquí parece que la cima está aún mucho más alta que donde estamos y no aprecio bien por donde subirá el puerto. Tiene pinta de ser una subida muyyyyyyyy larga.
Antes de empezar la bajada pasa un coche que nos pita a modo de saludo. Se trata del cura de Carrascalejo con el que ayer estuvimos hablando un rato y nos selló las credenciales. Es un chaval joven que nos dijo que él también le daba a la bici antes de entrar al seminario. Estuvimos comentando con él algo de la ruta que estábamos haciendo. A él también nos lo encontraremos más tarde, a nuestra llegada a Guadalupe, a la entrada del Monasterio.
Tras las oportunas fotos, iniciamos la bajada hacia Navatrasierra. Carretera despejada y en buen estado. El belga se lanza a tumba abierta; Julio y yo vamos parando haciendo fotos y viendo el paisaje porque es grandioso.
En Navatrasierra no encontramos abierto ni el bar y seguimos bajando aún unos 3 kilómetros más, hasta alcanzar el río Gualija. Hay un área de recreo con unas mesas y barbacoas. Es un sitio ideal para pasar un día en el campo.
Y ahora empieza lo bueno, la subida al puerto del Hospital del Obispo. La hacemos de nuevo por carretera, aunque es una carretera tan secundaria que no pasan ni coches. El piso no está mal del todo y vamos subiendo como el puerto anterior, a tren. Empezamos la subida a las 11:00. Tenemos unos 12 kilómetros de ascensión por delante.
A media subida, como a los siete kilómetros de empezar el puerto, nos encontramos con D. Jesús Utrilla, amigo de Julio que vive en Guadalupe, y a unos cuantos amigos suyos con los que sale en bici. Han tenido la deferencia de venir a buscarnos para hacer juntos la parte final de la etapa. Estamos muy agradecidos.
Como nosotros veníamos algo disgregados y ellos tampoco estaban bajando todos el puerto (lo que bajaran lo tendrían que subir), tras los correspondientes saludos vamos agrupándonos para hacer los últimos kilómetros del puerto, de nuestra subida, todos juntos.
Mientras que la ascensión en sus primeras 3/4 partes tiene buen desnivel, antes de llegar al Hospital del Obispo llanea bastante y te permite rematar la ascensión sin exprimirte. Como a un kilómetro y medio antes de hacer cumbre hay una fuente, junto a la misma casa del Hospital del Obispo (que ahora debe ser privado), y paramos diez minutos a beber algo y charlar con los colegas de Guadalupe. Son las 12:25.
El último kilómetro y medio de ascensión vuelve a tener su buena rampa. Hacemos cumbre a las 12:45. Los colegas de Guadalupe dicen que han quedado para comer con sus familias, por lo que empezamos la bajada que nos ha de llevar al río Ibor sin mayor dilación.
Hacemos un par de kilómetros de bajada por carretera para enseguida meternos por camino a mano izquierda y realizar un delicioso descenso entre pinares bordeando el Cerro de Cabeza Rebollosa y cruzando Valle Grande y Venta Real.
Alcanzamos la carretera a Guadalupe junto al río Ibor, último tramo de nuestra ruta, a las 13:15. Nos quedan 8 kilómetros de subida a la ermita del Humilladero y otros 4 de bajada hasta entrar en Guadalupe.
Vamos haciendo la ascensión, que no tiene grandes rampas, al mismo ritmo que los colegas de Guadalupe. Ellos tampoco creo que van a tope pese a que van teniendo prisa por llegar. Pero nosotros llevamos las alforjas y llevamos el cansancio acumulado de los días anteriores. Y en la última rampa, a falta de escasos 500 metros para llegar al Humilladero, nos va dando el tío del mazo. Nos da uno a otro y sin darnos opciones. Yo he de parar para poder tomar algo de aliento un par de minutos. Luis para un par de veces.
Llegamos al Humilladero a las 14:00. Cuando me dió el tío de la maza recordé que uno de los colegas de Guadalupe sacó unos cacahuetes cuando estábamos en el Hospital del Obispo. He hecho todo el tramo de pájara pensando en los cacahuetes. Y según llego al Humilladero, donde nos estaban esperando, en lugar de pedir los primeros auxilios pido los cacahuetes. Me tomo unos puñados casi con fruicción y me dan la vida.
Empezamos la bajada de los últimos 4 kilómetros de la ruta. De nuevo el belga se lanza a tumba abierta con los colegas de Guadalupe mientras Julio y yo vamos parando a sacar fotos.
Justo al llegar a Guadalupe nos espera D. Jesús de Utrilla y Hernangómez para entrar al pueblo por la calle Real, por donde entran los peregrinos, en lugar de entrar por carretera.
Los demás no han tenido la misma idea y mientras nosotros llegamos al Monasterio por esa vía, Luis y los demás están como 10 minutos esperando en la carretera más adelante. Y como tratan de llamarnos por móvil y no tenemos cobertura, se tiran un buen rato creyendo que nos había pasado algo mientras nosotros estábamos tan tranquilos esperando en la misma plaza del Monasterio.
Al poco se desface el entuerto y cada uno se va a su casa mientras nosotros nos refrescamos algo tomando unos botellines con la familia de Julio, la mía vendrá más tarde. Lamento no haber podido despedirme de ellos y darles las gracias por habernos acompañado. También se quedan con nosotros Jesús y Juanjo. Juanjo es otro de los colegas de Guadalupe. Su mujer, Sara, trabaja en la misma plaza. Tiene unos productos buenísimos y riquísimos. Y tienen unos hijos, Allegra y Daniel, que son majísimos.
Nos vamos a comer y justo cuando acabamos viene mi familia. Ya todos juntos vamos a la Hospedería del Real Monasterio a tomar posesión de nuestras habitaciones. Sitio tan relajante como recomendable.
Por la noche nos volvemos a juntar para cenar con las familias, Jesús, Juanjo y Sara. Resultó una cena agradable de veras. Solo lamentamos que ni la mujer de Jesús, que estaba trabajando, ni sus hijas pudieran acompañarnos. El sobrino de Jesús nos atendió de maravilla. Gracias a todos ellos por ocuparse de nosotros.
Hoy hemos pasado por: Carrascalejo, Navatrasierra, Guadalupe.