jueves, 3 de octubre de 2013

Día 6. Portilla de la Reina - Lugueros. 89,63 Km

Kilómetros: 89,63
Distancia ascendiendo: 47,53 km
Desnivel acumulado positivo: 2.494,50 metros
Porcentaje máximo de subida: 23,10%
Porcentaje máximo de bajada: 21,93%
Tiempo pedaleando: 6:38 horas
Tiempo ascendiendo: 4:28 horas
Vel. media en movimiento: 13,50 km/h
Vel. media total: 7,18 km/h
Vel. máxima: 52,54 km/h

Riaño
Puerto de Tarna
Collado Pinzón
Collado de las Agujas
Recuerdo a mi padre
Puerto de Las Señales
Valle del río Pinzón
Collado de las Agujas















Nos despertamos temprano para hacer la etapa largísima que se aventura hoy. Desayunamos en el albergue medio estrujados y de pie en el vestíbulo porque el alberguero no ha abierto el salón y nos ha dejado preparado un termo con café y unas magdalenas. Regulín, regulín.

Está amaneciendo y el día aparenta fresco con alguna nube. Comenzamos a rodar con las primeras luces, a las 8:00. Bajamos por carretera en dirección Riaño terminando de completar las hoces que el Esla forma en la bajada desde San Glorio. Ayer ya recorrimos la gran mayoría pero como era ya casi de noche y estábamos como estábamos las disfrutamos más bien poco. Hoy voy fijándome más en los farallones calizos que atravesamos.

La carretera es mayoritariamente de bajada, por lo que después de parar a sellar un momento en Boca de Huérgano, nos llegamos hasta Riaño sin apenas darnos cuenta. Son las 9:15 y llevamos recorridos 19 kilómetros. Justo antes de llegar a Riaño veo dos corzos que se internan a grandes saltos en la maleza. Habrían bajado al embalse a beber.

Desde Riaño enfilamos por carretera en dirección puerto del Pontón bordeando el embalse de Riaño. Las vistas de las montañas reflejándose en el agua con el sol recién amanecido son espectaculares. Miro en dirección al valle del puerto del Tarna y lo veo muy nublado pero aparenta no llover.

En el cruce para desviarse hacia el puerto del Tarna espero a que llegue Luis. Aunque parece que lleva un ritmo algo lento, son las 10 de la mañana y hemos recorrido 28 kilómetros, lo que entra dentro de la planificación.

A partir de aquí la carretera va subiendo poco a poco adentrándose en el valle que luego conforma el puerto del Tarna. A la altura de Lario veo un bar abierto en mitad de la carretera. Apoyo la bici en un pretil para que Luis la vea claramente al pasar y entro a tomar un café. Pasados quince minutos me parece extraño que se demore tanto y salgo a mirar. Junto a la bici ha aparcado un camión que aunque no la tapa, sí que la ha dejado algo menos visible. Entro al bar y pregunto de quien es el camión que ha aparcado así en mitad de la calle. Y es de uno que había entrado hacía cinco minutos y se había quedado al lado de la puerta. Como sé lo despistado que es Luis y que siendo las horas que son igual irá hablando con Sonsoles, me quedo con la incognita de si habrá pasado o no. Al medio blasfemar contra el del cambión me dice que ha visto pasar a un ciclista que iba empujando la bici. Aunque el terreno es llano y debiera ir dando pedales, no me cabe duda de que se trata de Luis. Pago a toda prisa y salgo como una centella. Me voy tan escopetado que me olvido de recoger las vueltas. El café me ha salido por cinco euros. Ole la generosidad.

Aquí en Lario, o en el muy cercano Acebedo, es donde según la planificación inicial debiéramos haber dormido hoy tras salir de Posada de Valdeón, haber subido Panderruedas y haber cruzado el Pármade hasta Polvoredo. Eso significa que hemos ganado un día por no haber subido ayer la Remoña y haber bordeado en su lugar las montañas por carretera.

Al llegar a Uña hay una fuente en mitad del pueblo. Paro a repostar y saludo a uno que pasa en bici de carretera. Al poco de salir de Uña, donde empiezan las pistas que los excursionistas tomar para subir desde aquí a la zona de Peña Ten por el valle que forma la Hoya de Bordecazo alcanzo a Luis. Se acababa de parar porque al adelantarle el ciclista que yo acababa de saludar en Uña le ha preguntado si había visto a alguien con bici con alforjas y le dijo que lo llevaba justo detrás. Luis es como las mujeres, pregunta a todo el mundo. Otra cosa es que le sirva de algo. Son las 11:00, estamos a 1.200 metros de altitud y llevamos recorridos 39 kilómetros.

A partir de aquí las rampas empiezan a empinarse y si bien alguna es algo exigente sobre todo en los kilómetros finales, el puerto en general se puede subir a tren sin pasar calamidades. Las nubes se van cerrando a medida que ascendemos y corono el puerto del Tarna a las 12:10 después de 47,5 kilómetros de ruta. Estamos a casi 1.500 metros de altitud. El día se ha cerrado mucho y aquí sopla mucho viento. Trato de protegerme como puedo mientras llega Luis hasta que veo que en un edificio destartalado que aparentaba estar abandonado, hay un bar. Está vacío pero está abierto. Al sitio no le echan ni una mano de pintura desde hará más de 60 años. En lo que llega Luis, unos 25 minutos después, voy pidiendo un plato de embutido que seguro que nos entrará bien. Si en Lario que es llano ya iba empujando, me supongo que al menos los kilómetros finales del puerto también los haya hecho empujando.

Después del embutido y los refrescos de cola, que no hay que poner publicidad, salimos para seguir subiendo los 3 kilómetros que nos separan del alto el puerto de Las Señales. Estos kilómetros son muy parecidos a los del Tarna y hacemos cima a las 13:40 después de 50,5 kilómetros. Estamos a 1.630 metros de altitud.

A partir de aquí la ruta planificada marca bajar el valle en dirección Puebla de Lillo para, en unos 6 kilómetros, a la altura del río Pinzón, tomar un camino a la derecha que remonta el valle del Pinzón hasta atravesar el collado del mismo nombre. Desde el Collado Pinzón se hacen unos pocos de kilómetros de bajada hasta Isoba. Remontar hasta el collado Pinzón nos ahorra tener que bajar hasta Puebla de Lillo y subir entero el Puerto de San Isidro. La carretera hace eso para dar la vuelta entera a la Sierra de las Porracas y al pico San Justo, que vemos alzarse majestuosamente delante nuestro con sus casi 2.000 metros de altura.

De estos kilómetros por el Collado Pinzón no poseo información alguna. Cuando planifiqué la ruta vi que era un atajo para no dar una vuelta tan grande a Porracas y a San Justo, pero no había visto track alguno en ningún sitio ni descripción de este tramo. Así que lo que hice fue pintar la ruta a mano, sin saber altimetrías ni desniveles reales, solo me hacía idea de si tenía cuestas por las líneas de nivel del mapa. Ni tampoco sabía si el camino se podía hacer o si había alguna finca o algo que impidiera pasar. Los mapas y las ortofotos que había visto me daban la sensación que lo podíamos hacer sin mucho problema y sin obstáculos aparentes, a excepción de uno o dos kilómetros de bastante repecho al fondo del valle. Pero eran sólo suposiciones.

La ruta inicialmente planificada indicaba que después del Pinzón tendríamos que tomar un camino que sube en paralelo al puerto de San Isidro hasta el lago del Ausente. Pero a sabiendas de que era un camino muy duro y dado los kilómetros extra que íbamos a hacer y el biorritmo casi plano de Luis, decidí descartar ese camino y subir el puerto de San Isidro por carretera desde Isoba, para hacer después el remate final de la subida a la parte alta de los remontes de la estación de esquí.

Estábamos en el cruce hacia el valle del Pinzón a las 14:00. Durante todo el recorrido por el valle del río Pinzón no hacía más que darle vueltas a la cabeza con que si nos encontrábamos algo que nos impidiera continuar por aquí, no podría ni pensar en desandar lo hecho por el valle, para bajar hasta Puebla de Lillo y volver a subir todo el puerto de San Isidro y a la cima de los remontes de las pistas de esquí. Ante esa contingencia iba haciéndome a la idea de que si teníamos que bajar a Puebla de Lillo nos tendríamos que quedar a dormir allí y sopesar después si al día siguiente retomar ruta hacia San Isidro, perdiendo el día de adelanto que habíamos ganado, o cruzar por las pistas que atraviesan el valle del Celorno para cruzar la Sierra de la Cuerna y llegar hasta Villaverde de la Cuerna y Lugueros. Eso significaría no pasar por los remontes de la estación de esquí de San Isidro, el punto más alto de la ruta y el otro punto, junto con la subida al Panderruedas, que más me habían atraido de todo el Camino. Si Panderruedas ya nos lo habíamos saltado, no subir a la Collada de las Agujas de San Isidro sería hacer bingo.

El valle del río Pinzón es un tramo en permanente ascenso jalonado de cumbres altas y por el que se atraviesan unos verdes pastizales primero y un muy bonito hayedo al final. La realidad es que ha sido un acierto hacer este valle porque se puede ir perfectamente en bici, es muy bonito y sólo tiene de empujar los 300 metros finales con los que se corona el Collado Pinzón. Desde ahí hasta Isoba sólo hay 2 kilómetros en bajada. Llegamos a Isoba a las 15:30 tras 62 kilómetros recorridos.

Es hora de comer y paramos en el bar a tomarnos un pepito de ternera con pimientos que nos supo a gloria. Como ya sólo nos quedan de dificultades unos 4 kilómetros de subida por carretera a San Isidro y la subida final a las pistas de esquí, se me disipan todas las dudas y doy por seguro que terminaremos la etapa en Lugueros.

Ya ayer al ir a cenar en Portilla de la Reina hablé con Eusebio para decirle que hoy estaríamos en sus cabañas. Me dijo que estaba en un curso en Palencia y no podría vernos, así que había tenido la deferencia de dejarnos la llave en un sitio para poder entrar cuando llegáramos y, además, un vasito con jabón y otro con suavizante para que pudiéramos lavar. Este Eusebio es un crack. Muchas gracias. También me dijo que pensaba que dormiríamos la noche anterior en Posada de Valdeón, que era como estaba planificado, porque si hubiera sabido que al final estábamos en Portilla de la Reina se hubiera acercado desde Palencia a cenar con nostros. Lo dicho, es un tío majo.

Al terminar de comer empieza a tronar y a llover algo. Como vamos con tiempo decidimos esperar otra vez más a que escampe algo para salir sin lluvia. Poco después, como parece que las nubes no se terminan de retirar y pese a que sigue lloviendo algo, decidimos salir para no demorarnos más. Reiniciamos pedaleo a las 16:30 con la sensación de haber comido divinamente pese a que sólo ha sido un bocata con café. Este bocadillo y el rato allí parados nos han devuelto el ánimo y  las fuerzas.

La subida al alto de San Isidro la hacemos con lluvia y algo de frío. Coronamos a las 17:05 tras 66 kilómetros de etapa. Ahora queda sólo lo más chungo. Subir al aparcamiento de las pistas de esquí de Circo de Cebolledo y llegar hasta la cima de los remontes en el Collado de las Agujas. Al llegar a la base de los remontes la lluvia nos sigue empapando y el frío es intenso. Solo hay 6 grados. Qué diferencia con las temperaturas de casi 30 grados de sólo dos días antes.

La subida hasta el Collado de las Agujas la hacemos casi íntegramente empujando con fina lluvia y rodeados de una intensa niebla que hace que al final pierda de vista a Luis. Le voy dando voces para que se oriente, que allí no hay ni habrá nadie a quien pueda preguntar si acaso se me pierde.

Finalmente corono el Collado de las Agujas a las 19:00 tras 72 kilómetros de etapa. Estoy a 1.940 metros de altura, el punto más alto de todo el Camino de este año. Como si la naturaleza se rindiera a lo que para nosotros es casi una hazaña, el cielo se abre un poco, deja de llover y la montaña se ilumina con unos colores especiales. Es realmente precioso.

En lo que llega Luis busco un sitio en el que poner un modesto papel en el que he escrito una breve dedicatoria a mi padre, que este año hace 15 años de su muerte. Sé seguro que si viviera disfrutaría más que yo siguiéndome en mis Caminos y viendo el esfuerzo que derrochamos en ellos. Fue un grandísimo deportista y una persona de una honradez intachable. Era muy reservado y pocas veces dejaba traslucir sus sentimientos. Igual yo nunca supe transmitirle de forma rotunda el amor y la admiración que le profesaba; pero desde que nos dejara ha estado en mi memoria permanentemente. En ese rato que estoy allí arriba a solas me parece estar hablando con él y sintiéndole muy cercano; y me parece verlo henchido de gozo disfrutando a la vez que yo lo hago subiendo estas montañas.


Cuando llega Luis nos hacemos las fotos de rigor y disfrutamos de este maravilloso momento. Hemos sufrido mucho pero estamos en la cima de nuestra ruta de este año. El paisaje es espectacular. Estamos allí disfrutando casi media hora pero cuando nos vamos me da la sensación de haber estado solo 5 minutos; me hubiera quedado dos horas más.

La bajada la hacemos por el lado de Riopinos, por una pista en zigzag con bastante pendiente que llega hasta el aparcamiento de la base de los remontes de este valle. Desde aquí hay que hacer unos 6 kilómetros de carretera hasta llegar al alto del puerto de Vegarada. Nos salen a la caza dos mastines enormes que están cuidando el mucho ganado que hay suelto por estas montañas. Si te muerden te arrancan una pierna. Veo también un par de venados cruzando a grandes saltos. En este tramos de carretera empieza a llovernos fuerte y nos empapamos. Hay que abrigarse porque el sol está empezando a ponerse y la temperatura es muy baja.

La bajada del puerto de Vegarada hasta Lugueros la hacemos casi sin dar pedales. Es una delicia terminar así una etapa en la que hemos subido tantos puertos. A media bajada nos deja de llover y trato de seguir disfrutando del impresionante paisaje que nos rodea. He venido ya muchas veces por aquí, pero uno no se cansa nunca de ver esta naturaleza. Mañana nos llegaremos a Mansilla de las Mulas y toda esta maravilla de montañas de las que hemos disfrutado estos seis días se convertirán en un llano secarral hasta Madrid.

Llegamos a las cabañas de Lugueros a las 20:30. Tercer día consecutivo que llegamos a destino anocheciendo tras otros 90 kilómetros a la buchaca; pero creo que los esfuerzos bien han merecido la pena. Hay sitios por lo que hemos pasado por donde quizá no volvamos a pasar nunca más.

Todo está según me había dicho Eusebio. Tras la ducha de rigor y poner la lavadora, nos vamos a cenar al bar de Lugueros. En la tele están a punto de decir la ciudad que alojará los juegos olímpicos de 2.020. Nos hemos perdido el patético discurso de la alcaldesa. Días después lo vería y me cuadraría todo. Estos politicuchos de hoy en día, el que no es un ignorante rematado es un ladrón. Así nos va.

Hoy hemos pasado por Portilla de la Reina, Barniedo de la Reina, Los Espejos de la Reina, Boca de Huérgano, Riaño, Burón, Lario, Uña, Puerto de Tarna, Puerto de las Señales, Collado Pinzón, Isoba, Puerto de San Isidro, Estación de Esquí de San Isidro, Collado de las Agujas, Puerto de Vegarada, Redipuertas, Cerulleda, Lugueros.