miércoles, 25 de septiembre de 2013

Día 3. Quintanilla - Potes. 30,23 Km

Kilómetros: 30,23
Distancia ascendiendo: 14, 66 km
Desnivel acumulado positivo: 1.450,60 metros
Porcentaje máximo de subida: 31,57%
Porcentaje máximo de bajada: 27,55%
Tiempo pedaleando: 3:59 horas
Tiempo ascendiendo: 2:57 horas
Vel. media en movimiento: 7,56 km/h
Vel. media total: 3,46 km/h
Vel. máxima: 51,63 km/h

Llegando a Balaconcha
A punto de coronar Collado Pasaneu
Cenando en Potes
Pasado Traslaventa con el mar al fondo
Vista desde la fuente del Ajoto

Torre de Potes desde el albergue











El día amanece claro y soleado. A lo largo del día se convertirá en extremadamente caluroso y húmedo, lo que unido al exigentísimo esfuerzo físico que tuvimos que hacer se convirtió en uno de los días más duros de toda la ruta.

Pero eso no lo sabíamos aún y a lo que nos habíamos hecho idea es a que el día era bueno y a que la ruta que nos habían propuesto era bonita y corta, de unos 30 km, por lo que nos perjeñábamos un día de disfrute sin mucha novedad. El extremado calor que afrontaríamos, la subida al collado Pasaneu, las incidencias mecánicas, la falta de pueblos en la práctica totalidad del recorrido, la falta de fuentes y no sé cuantas cosas más convirtieron el día en un aténtico tormento. Tormento que sólo se veía medianamente compensado por los inigualables paisajes que teníamos a nuestro alrededor; paisaje que pudimos disfrutar repetidamente debido a las continuas paradas que teníamos que hacer para recuperar el resuello cada vez que la ruta nos obligaba a llegar prácticamente a la extenuación.

Como el día pintaba muy bien, hoy nos hemos dado el capricho de levantarnos un poco más tarde.El despetar se vio acompañado de un ruido tremendo que hacía una pala retroexcavadora que andaba picando la carretera para soterrar unos tubos justo a los pies de nuestra ventana. Si hubiéramos querido dormir más hubiera sido imposible. Entre desayunar y recoger, al final empezamos a dar pedales a las 9:15.

Nada más salir de Quintanilla cogemos una carretera local en continua y fuerte subida que nos hace ir en dirección Río y Cires. La subida hasta Cires la hacemos sin ninguna incidencia. A la entrada de Cires hay unos paisanos que nos indican por donde se coge la pista hacia la Braña de los Tejos y que nos señalan, muy alto y muy lejos en el horizonte, por donde pasaremos una vez concluyamos toda la subida. Y parece realmente alto y lejos.

Salimos de Cires a las 10:50 cuando sólo llevamos recorridos 5 km. Pero según el kilometraje esperado sólo nos quedan 25 km para llegar a Potes. La cosa en cuestión de kilometraje pintaba muy fácil, pero viendo las montañas que teníamos delante nos hacía ser prudentes y tomarlo con calma.

A escasos 300 metros de salir de Cires, y en un tramo de no mucho desnivel de ascenso tras pasar un paso canadiense, la cadena se me rompe.  ¿Cómo es posible?. Me la cambiaron en la revisión previa a iniciar el Camino sin necesidad real de tener que hacerlo. Y resulta que no aguanta ni las primeras subidas realmente exigentes y habiendo rodado con ella escasos 100 km. Cuando Sebas me hizo la revisión y me dijo que había cambiado la cadena porque siempre es mejor llevarla sin desgastar, me acuerdo que le pregunté machaconamente que si la había remachado bien y me dijo que sí, que sin problema. Joder, si le tengo delante le rajo.

Luis saca enseguida su tronchacadenas y unos eslabones que tiene de recambio. Luis parece una mujer (al menos se parecía a la mayoría de mujeres) porque lleva de todo aunque no sabe muy bien cómo usarlo. Además lleva unos eslabones de enganche. Yo también llevo eslabones, pero Luis se me adelanta en sacarlos porque yo ando apretando los puños del cabreo monumental que tengo. Gracias Luis por el material que me permitió arreglar la cadena y proseguir la ruta.

Con el tronchacadenas quito el eslabón mal remachado por Sebas y que se ha doblado al romperse. Pongo el eslabón de recambio y miro si aquello tiene pinta de funcionar. Aparentemente fuinciona por lo que seguimos ruta en medio de mis continuas blasfemias. La realidad es que el arreglo de la cadena me aguantó todo el Camino, pero la cadena se me estuvo saliendo constantemente cientos de veces. Y se salía en el peor momento: cuando trataba de meter el piñón grande con el plato pequeño. Yo solo meto eso cuando me falta un pelo para tener que poner pie en tierra poque estás afrontando una cuesta arriba tan pronunciada que resulta casi imposible dar pedales. Es decir; que la cadena se me estuvo saliendo de continuo justo en los peores momentos. El arreglo de cadena nos demora 20 minutos.

La pista en sus primeros kilómetros está hormigonada. Pese a ello son muchas las veces que tenemos que echar pie a tierra y empujar porque la cuesta arriba es imposible subirla dando pedales con las alforjas. Cuando la pista deja de estar hormigonada, pasado los invernales de Balaconcha y tras pasar el collado de Traslaventa, la pendiente de subida crece y los empujones a la bici también crecen en proporción directa.

Antes de llegar al collado de Traslaventa, tras 9 km de etapa y siendo ya las 12:15 (3 horas para hacer 9 kilómetros), hay un paisano cogiendo manzanilla para hacerse infusiones. Es un señor mayor con el que me paro a hablar unos minutos. Me habla de lo distinta que es la vida ahora y antes. De cuando de niño tenía que estar todos los días, nevara o hicera calor, subiendo y bajando por la Braña de los Tejos, Cires y Sobrelapeña,para llevar de un lado a otro el ganado y tratar de ir al colegio. La realidad es que la mitad de los días estaba en la montaña con el ganado y eran pocos los días que podía ir al colegio.

Y viendo mi bici, y lo pertrechado que voy con las alforjas, me habla de la época del estraperlo en la que un amigo suyo, con pocos años de edad y una bici de las de entonces sin cambios y sin nada, se iba de noche hasta Cervera del Pisuerga cruzando de noche por las montañas sin luces para que la Guardia Civil no lo viera. Desde Cires hasta Cervera en línea recta igual no hay menos de 50 kilómetros, cruzando las montañas de Fuentes Carrionas donde había todo tipo de animales y con alturas más que considerable y pendientes imposibles de subir para un adulto.

El ir a Cervera era para hacerse con un saco de 100 kilos de harina de estraperlo, echarlo a la bici y regresar de nuevo en la misma noche a casa. ¡Un niño!. Señalándome la pendiente me sigue diciendo el señor que sabía que su amigo, Jesús, había estado esa noche en el estraperlo de Cervera porque con las cuestas abajo y un saco de 100 kilos no había frenos que lo soportasen, así que admeás el chaval llevaba atada a la bici una cuerda con una especie de ancla que lanzaba en las cuestas abajo para que le frenara y que la inercia de los 100 kilos no le hicera embalarse y estrellarse. El ancla dejaba un surco enorme en toda la ladera y este hombre cuando veía el surco ya sabía que Jesús había venido esa noche de Cervera.

¡Qué hambre y qué esfuerzos pasaron nuestros abuelos y nuestros padres!. Lucharon como demonios para dejarnos una vida mejor que la que ellos tuvieron la mala suerte de vivir. Y esa vida mejor y ese horizonte de bienestar lo están destruyendo a marchas forzadas todos estos políticos ignorantes, iluminados, chupones, guerracivilistas y asquerosos. Mi padre pasó mucho hambre siendo niño. Mi madre sufrió muchos bombardeos siendo niña. Mis abuelos estuvieron en la cárcel mucho tiempo en espera de que los fusilaran. No hace tanto de todo eso y estos anormales que nos gobiernan, y los muy anormales que los jalean y votan, en lugar de estar permanentemente dando gracias y levantando monumentos a quienes dieron toda una vida de esfuerzo y pesares para dejarnos una vida mejor, los quitan de los sitios donde se los recordaba, se empeñan en eliminar su rastro y se empeñan en destrozar lo que con tanto sacrificio construyeron para dejárnoslo a nosotros. ¡Qué lamentable!. Pues de mi memoria, de mi corazón y de mi boca no los quita ninguno de estos mequetrefes.

Siento el ladrillazo, que creo de honor haberlo soltado, y sigo contando la ruta como seguí camino tras despedirme del paisano.

En el collado Traslaventa paramos a comernos lo que el día anterior habíamos comprado en Comillas. El camino aquí se divide en dos y como no llevamos el track de la etapa que estamos haciendo, intentamos hacer cábalas de cuál es el camino a seguir porque ambos aparentan tener una pequeña bajada en ese punto. Y nos decidimos por el que parece orientarse en dirección Potes. Pero en la montaña todo es aparente e ir sin saber es peligroso. Por eso no queremos equivocarnos de camino. Ojalá no nos equivoquemos. Mientras tanto seguimos mirando para arriba tratando de discernir el sitio por donde nos dijeron los paisanos de Cires que habríamos de hacer cumbre. Aún parece estar lejos y alto.

Pasa un todoterreno con un señor y unos niños. Luis pregunta por si sabe donde hay alguna fuente. El calor y la humedad son extremos, el esfuerzo descomunal y la deshidratación ni te digo. Estamos empujando mucho y empujar la bici con las alforjas por pendientes duras conlleva hacer el triple de esfuerzo con la mitad de resultado. Andando se va más deprisa en esos momentos. El del todoterreno nos dice que hay un abrevadero con un hilo de agua al poco y que hay una fuente fresca en una arboleda casi al final de la subida. Y además nos dice que todavía nos queda subir algo menos de lo que llevamos hecho. Y la pista no está hormigonada. Luis se descompone, más aún, sólo de pensar que se puede quedar sin agua. El alimento y el agua ha de tenerlo siempre aunque no lo consuma. Le da el bajón solo con pensar que le falte algo para poder comer o beber.

Así que seguimos dando pedales y empujando a partes iguales esperando encontrarnos con la primera fuente que nos dijo el señor. Y la fuente, bueno es un abrevadero para las vacas, la encontramos a escasos 500 metros. Pero hay como una veintena de vacas. Las vacas tudancas suelen tener cuernos muy aparatosos. Y hay una que está con la cabeza en el abrevadero y como éste es muy estrecho parece haberse quedado encajada con los cuernos justo donde mana el chorro de agua. Luis está en estado de semi desesperación y veo que si la vaca no se retira de inmediato la emprende a puñetazos con ella hasta lograr desencajarla y tener así el chorro de agua disponible.

Finalmente la vaca sale del abrevadero y Luis puede ponerse a horcajadas para beber del hilo de agua que sale. Yo creo que las pelis del Oeste de Clint Eastwood no tienen nada que hacer en comparación con este espectáculo. Aunque el agua no está muy fresca, nos debemos meter litro y pico cada uno. Pasar de la deshidratación al exceso de irrigación no debe ser muy bueno, y menos para los intestinos de Luis dado el momento tan delicado que atraviesan.

Con un poco más de ánimo seguimos ruta. Una ruta que sigue un camino que no termina de subir y que no se alcanza nunca a ver donde hará cota. Sol asfixiante, fuerzas bajo mínimos, deshidratación, vista de cuestas que no paran de subir. El panorama no es alentador pero no hay más remedio que seguir. En algún momento tendremos que hacer cumbre, pero como no llevamos el track, no sabemos si nos queda mucho o poco. Y lo que es peor, con lo que ya llevamos hecho, la perspectiva de lo que nos quede, con que sólo sea como lo ya hecho, es malísima. Parando de continuo vamos procurando hacer metros y metros, más que kilómetros y kilómetros que sería lo normal. Metros y metros que se nos hacen eternos.

De vez en cuando voy parando para esperar a que Luis me alcance. Y el ceremonial es siempre el mismo: Luis para a mi altura, logra decir un "bueno" entre jadeos (que yo interpreto como un "me recontracago en todo"), damos un sorbo, decimos qué bonito día y seguimos con el calvario.

A las 13:49 alcanzo la fuente que se me aparece como la mismísima Virgen entre los espinos. Llevamos 13,5 kilómetros recorridos. La media sigue siendo de echarse a temblar: 4 horas y media para hacer 13 kilómetros.Las vistas siguen siendo impresionantes. Aunque hay mucha bruma por el calor que hace, desde aquí se logra ver San Vicente de la Barquera y el mar. Bebo del agua de la fuente y el agua es muy rica y sale como del frigorífico. Qué refrescante. Tiene un buen caudal pero la bebo a pequeños sorbos para disfrutarla al máximo.

Tras media hora larga de esperar a Luis en la fuente y de que el pobre se haga mentalmente amigo de ella en Facebook y le ponga varios "me gusta", y también de que se tome su debido descanso y reponga los dos bidones de agua que lleva consigo como Gollum lleva su tesoro, seguimos camino a la cumbre allá donde quiera estar. Son las 14:33. La refrescante fuente, que conforma el nacimiento del arroyo Ajoto, aportante junto al de la Venta de los Lobos del río Lamasón, nos da la vida. A Luis vida y media larga, la que estaba a punto de peder y casi otra para lo que resta de día porque ya sabe que tiene de nuevo el nivel de reservas de agua al completo.

Y la verdad es que quiere estar ya cerca. Tras recorrer un kilómetro escaso el camino llanea y podemos empezar a rodar un trecho a 15 km/h y 20 km/h. Velocidades extremas para lo que habíamos podido hacer hasta el momento ese día. Tras un último repecho de volver a empujar hacemos cumbre a las 15:10, después de 6 horas y 16 kilómetros desde el inicio de la ruta de hoy. La media es inferior a 3 km/h. Caminando a un paso normal se va a 4 km/h. La cuestecita no ha sido dura, ha sido lo siguiente. Llevaremos grabado a fuego la Braña de los Tejos. Hoy es mi cumpleaños. Bonito regalo. Luis además está muy bajo de preparación y tiene el estómago más estropeado que las cañerías de la casa del 13 Rué del Percebe. De seguro que su sufrimiento habrá sido el doble que el mío. Tiene mucho mérito.

Estamos a 1.340 metros de altitud. Quintanilla estaba a 250 metros. Ahora toca bajar hasta Tama, a la salida del desfiladero de la Hermida. Tama también está a 250 metros de altitud. Pero la bajada son sólo 10 kilómetros. La bajada es trepidante. Hay tramos que hay que bajarse de la bici porque con la pendiente que hay las alforjas te hacen coger mucha inercia y los frenos se clavan enseguida en la tierra y te hacen derrapar sin remedio y despeñarte. Cuando se suaviza la bajada y aparece de nuevo el asfalto, al entrar en San Pedro y Pumareña, el esfuerzo de la bajada lo notamos por todo el cuerpo: la espalda dolorida de la tensión y la postura, y los brazos y manos agarrotados de estar haciendo fuerza de continuo para frenar todo el rato. Las pastillas de freno están cambiadas antes de empezar el Camino. Ayer casi con solo mirar las manetas de freno la bici se clavaba. Tras esta bajada, en la que algunas veces he olido a chamusquina de los frenos, las manetas ya se hunden hasta la mitad. Con la pendiente que había no me extraña que se hayan fundido la mitad de los frenos.

Seguimos por la carretera, aún en plena bajada, hasta llegar a Tama. Después del día que hemos pasado y como la bajada tiene pendiente, Luis se pone a 50 km/h por todo el centro de la carretera sin darse cuenta que le ha alcanzado un coche y no puede pasarle. El del coche tampoco podrá ir mucho más rápido porque la carretera es sinuosa y ni pita ni hace intento de pasar por encima de Luis.

Y así alcanzamos la carretera del desfiladero de La Hermida a la altura de Tama, a escasos 4 kilómetros de Potes, nuestro destino de hoy. Son las 16:10 y llevamos 26 kilómteros.Decidimos parar a comer en un local al pie de la carretera que a Luis se sonaba de haber estado antes. Podemos sentarnos al lado de la ventana y tener las bicis controladas.

De menú nos ponen una sopa de pescado y un filete. La sopa de pescado es contundente y está riquísima. Me tomo tres platos bien llenos. Luis ha ido de nuevo a poner un telegrama; parece que el estómago no se lo arregla ni el Fortasec; pero es que llevamos todo el día pasando de la deshidratación extrema a beber de repente un litro de agua. Al entrar en el restaurante yo me he bebido del tirón tres latas de cocacola. A Luis el filete no le entra; con solo la sopa el estómago parece haberle dicho que no quiere que entre nada más.

Tras poco más de una hora parados para comer, salimos para llegar a Potes. Lo hacemos a las 17:40. No tenemos reservado nada para dormir. Sabemos que hay un albergue privado porque Sonsoles nos lo identifica, pero al llamar nos dicen que está cerrado. Al llegar a Potes vamos a la Oficina de Turismo, donde nos atienden muy bien, y nos dicen que en la misma plaza del pueblo está el municipal. Y allí que nos decidimos a ir. Nos dan la llave porque somos los únicos alojados. Cuando llegamos vemos que el albergue es muy amplio, rehabilitado hace poco, con habitaciones sin estrecheces y con cocina y lavadora. Nos dejan meter las bicis para no tener problemas con ellas. Hacemos la colada, nos duchamos, descansamos un rato y después de tender nos vamos a dar una vuelta porque es media tarde aún y el día es bonito y nos lo hemos merecido. Seguro que el cubata de Legendario cae hoy de nuevo.

En ese tiempo resulta que aparece un nuevo peregrino a pie, francés, que responde al nombre de Cristophe (como el de Aline). Un tío muy majo que está haciendo el camino hasta Santiago pero sin marcarse tiempo ni hacer etapas predeterminadas. Hasta esta mañana estaba haciendo el Camino del Norte y en Unquera se ha cogido un autobús para desde Potes cruzar Picos de Europa y llegar a Oviedo para enlazar con el Camino Primitivo. Le ofrecemos salir con nosotros a tomar una sidra pero declina. Después nos contará que es un sin techo que está haciendo tranquilamente el Camino. Mañana lo volveremos a encontrar en medio de nuestra ruta. Un tío muy majo Cristophe. Que tengas mucha suerte.

Pese a que aún nos hubiera dado tiempo a ir a Santo Toribio de Liébana, como estaba planificado, Luis no puede ni con sus pestañas y la sola perspectiva de tener que hacer otros 4 km más de subida, que es lo que hay hasta Santo Toribio, le hace desistir. Pese a que mañana el Monasterio no lo abren hasta las 10 y eso nos demorará, confiamos en que la etapa de mañana nos permita comenzar tan tardíamente como para poderlo visitar y que nos dé tiempo después a llegar a Sotres pese a las enormes subidas que mañana también hemos de afrontar.

Recibo unas cuantas felicitaciones por mi cumpleaños y hablo con la familia. El fin del día no tiene nada que ver con el resto de día que hemos pasado. Nos vamos a cenar algo al centro, a una terraza abalconada con vistas al río y a la Torre. Y después de cenar, para el catre. El cuerpo pide dormir y el albergue es de 6 estrellas. La noche es de lo más relajante. Qué rico mamita.

Hoy hemos pasado por Quintanilla, Río, Cires,  Collado Pasaneu, Braña de los Tejos, San Pedro, Pumareña, Tama, Aliezo, Ojedo, Potes.

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