martes, 22 de octubre de 2013

Día 11. Santa María la Real de Nieva - Madrid. 122,84 Km

Kilómetros: 122,84 Km
Distancia ascendiendo: 58,41 km
Desnivel acumulado positivo: 1.869,50 metros
Porcentaje máximo de subida: 17,96%
Porcentaje máximo de bajada: 15,73%
Tiempo pedaleando: 7:37 horas
Tiempo ascendiendo: 4:40 horas
Vel. media en movimiento: 16,14 km/h
Vel. media total: 10,53 km/h
Vel. máxima: 61,27 km/h

Llegada a Segovia
El barro acumulado dentro de la cubierta
Puerto de Navacerrada
Segovia
Catedral de Segovia
Acueducto de Segovia
Llegada a Madrid















La noche ha sido tranquila y amanecemos sin mucho madrugar porque el destino final lo tenemos cerca y llevamos dos días de adelanto sobre la planificación inicial. Así que vamos a desayunar a la plaza y estamos en condiciones de dar pedales a eso de las 9. Comentamos con el Ironman con el que hemos hecho noche que si ya la subida de la Fuenfría desde Segovia se hace larga, son unos 25 kilómetros, quizá nos compense hacerlos por la carretera yendo con alforjas ya que, si bien las rampas de subida por carretera son más pronunciadas, por el camino hay tramos de piedra que nos tocará empujar. Me quedo con la idea de que iremos por un lado u otro dependiendo de cómo se dé el día y de si tengamos intención de hacer hoy más o menos kilómetros de etapa.

Al ir a empezar a dar pedales veo que el cuenta-kilómetros no funciona y compruebo con estupor que falta el emisor de la rueda. Al hacer la revisión antes de empezar el Camino le dije a Sebas que lo fijara mejor con una junta tórica porque estaba aflojándose, pero parece que esta es otra cosa más que se pasó por el forro. Le pido a Luis que me espere un momento mientras recorro caminando el tramo hasta el garaje. No lo veo y deduzco que debe haberse caido en el garaje mientras sacábamos las bicis. Así que vuelvo al albergue a por las llaves del garaje. Pero el albergue está cerrado y sólo podría acceder saltando por la ventana, y mira por donde, aunque la calle es pequeña y apartada, hay dos coches con gente en ellos justo al lado del albergue. Y pienso que no me compensa perder tiempo en dar explicaciones a los lugareños de por qué un extraño entra a una casa por la ventana y desisto de recuperar el sensor del cuenta-kilómetros. Me tocará llegar hasta Madrid sin cuenta-kilómetros. A mí me resulta fundamental tenerlo porque con él controlo el ritmo al que voy, tanto en llano como en subida, y sé según la velocidad que llevo si el ritmo es correcto o estoy cansado. Otra vez más que me perdería haciendo una locura si llego a tener a Sebas delante.

Salimos de Santa María a las 9:25 por carretera en dirección Pascuales y Pinilla Ambroz. De nuevo mañana soleada y muy fresca. La bici va como un petardo: inestable, medio frenada, con sensación de ir pinchado y con la incertidumbre de si la raja de la cubierta me aguantará.

Desde Pinilla Ambroz se toma camino dirección hacia Añe. Antes de llegar a Añe, en la Cuesta del Gallego, nos cruzamos con otro peregrino en bici que nos comenta que pasado Añe hay más tramos infames de pinares donde las ruedas se hunden y es muy difícil avanzar sobre todo porque con las tormentas de ayer los arenales están muy blandos, por lo que nos recomienda saltarnos Carbonero de Ahusín y llegar por carretera hasta Valseca.

Salimos de Añe por carretera en ligera subida y en el mismo cruce de la carretera a Carbonero de Ahusín noto que he pinchado de nuevo. Paro y miro si hay en los alrededores alguna marquesina de un autobús de línea. Si la hubiera visto le hubiera metido fuego a la bicicleta. ¡Qué dos días tan pestosos me está dando!. Este Camino de Madrid no lo recordaré con agrado. Tras perder 20 minutos en el arreglo volvemos a pedalear. Son las 11 de la mañana y sólo hemos hecho 15 kilómetros. Y además me he quedado cin cámaras de repuesto y llevo la cubierta trasera a punto del reventón. Le digo a Luis que estoy como loco por llegar a Segovia para poder cambiar la cámara o coger el tren a Madrid, lo primero que vea. Así que pasamos del Camino de Santiago y de más pinares asquerosos y enfilamos carretera nacional hasta Segovia, donde entramos por el Calvario, bonitas vistas, a las 12 tras 31 kilómetros recorridos.

Nos dirigimos hacia una famosa tienda de bicis que hay en este lado de la ciudad y compro un par de cámaras y una cubierta nueva. Vamos a la catedral a sellar y mientras Luis sella y hace una pequeña visita yo cambio la cubierta. Al hacerlo saco de dentro de la cubierta al menos un par de kilos de barro que aún quedaban del barrizal del día anterior. Ahora me explico la sensación tan rara que notaba en la bici y que hacía ir tan incómodo. Tras el cambio seguimos en dirección al acueducto. Es increíble la de turistas que hay en la calle siendo un día laborable de Septiembre. Justo antes del acueducto Luis ve una tienda donde preparan bocadillos de jamón y con la hora que es paramos a comernos uno. Son las 13:45 y sin vender una escoba. A esta altura del día tengo clarísimo que hacemos la subida a Navacerrada por carretera.

Desde el acueducto tomamos la salida de Segovia en dirección a La Granja por el carril bici, parando brevemente en un supermercado a reponer víveres. Llegamos a la Granja y continuamos carretera hacia Valsaín, Los Asientos y Boca del Asno.

Antes de Boca del Asno paro a esperar a Luis en la última fuente que recuerdo que hay antes de empezar la subida dura de Navacerrada en las Siete Revueltas. Yo voy perdidísimo con mi ritmo sin el cuenta-kilómetros, pero como noto que la bici ahora sí es manejable y vuelvo a disfrutar dando pedales, el efecto placeblo que me produce me invita a disfrutar de nuevo de una subida en bici a un gran puerto y el mal ánimo y el cabreo de los dos últimos días me desaparece.

Cruzo el Eresma por el Puente de la Cantina, antes de empezar las Siete Revueltas, a las 15:30 tras 56,5 kilómetros recorridos. Después de la desesperante mañana parece que la tarde pinta bien: día despejado, la bici de nuevo funciona con normalidad, las piernas quieren subir, el paisaje es precioso y las Siete Revueltas son una pasada para el ciclista.

La subida de Navacerrada es durilla y desde La Granja son 16 kilómetros de los que los últimos 7 son los realmente duros. Los subo disfrutando de nuevo de la bici y con la idea de estar muy cerca ya de casa. Corono Navacerrada a las 16:45 tras 63,5 kilómetros recorridos. Tras esperar no más de quince minutos a que llegue Luis nos sentamos al sol a comer lo que habíamos comprado a la salida de Segovia. Nos sienta de maravilla y dado que hace sol y que desde aquí la mitad del camino hasta Madrid lo podemos hacer por carretera en franca bajada, le propongo a Luis intentar llegar sin prisa hasta Madrid. Cuando le digo que eso supondría hacer 120 kilómetros de etapa me mira raro porque él incluso había barruntado la idea de bajar a Cercedilla y hacer noche ahí o incluso coger el tren a Madrid. Le digo muy serio que sin mucho esfuerzo nos podemos plantar en Madrid a las 8, yendo por asfalto y por carril-bici, y acepta la propuesta.

Nos lanzamos a bajar Navacerrada a todo lo que dé la bici. Son las 17:35. Hacemos por ir por carretera sin tener que dar prácticamente un pedal hasta Cerceda, donde llegamos 18:10 tras 81 kilómetros de etapa. Paro un momento a quitarme el cortavientos y pierdo de vista a Luis. Le alcanzo en la gasolinera pasado Cerceda y continuamos por la carretera hacia Colmenar Viejo. Luis parece un caballo a punto de llegar al establo y tira como ningún día y se me pierde enseguida. Como no todo podía ir bien, la rueda delantera debe ir de nuevo pinchada pero debe ser un poro porque no pierde todo el aire, así que de vez en cuando paro a inflar porque paso de cambiar de nuevo la cámara.

Luis me está esperando a la altura del cuartel de San Pedro en Colmenar. Seguimos para coger el carril bici y vuelvo a perder a Luis pero ahora porque se queda retrasado. Antes de llegar a Tres Cantos me llama por teléfono para ver por dónde voy porque él se había perdido en el carril bici. Me dice que tras preguntar a alguno ha vuelto a recuperar el sentido correcto de la marcha. Este Luis es el despiste personificado. Voy dando pedales despacio para que me coja, además de ir parando a rellenar el aire de la rueda delantera, pero llego al puente de la ermita de Valverde y Luis no me ha alcanzado. Son las 20:00 y la tarde empieza a caer. Llevamos 118 kilómetros recorridos.

Tras quince minutos de espera me extraño y le llamo justo cuando le veo aparecer a lo lejos. El motivo del retraso es que él también va pinchado y está haciendo lo mismo que yo: parar de vez en cuando a rellenar el aire. Yo hablo con mi familia para que nos reciban y salen de casa a nuestro encuentro por el carril-bici a la altura del Arroyo del Fresno.

A sólo dos kilómetros para llegar la válvula de la cámara de Luis se parte, así que ya no puede hincharla más y nos obliga a terminar nuestro Camino 3x1 caminando. Igual no es el final que hubiéramos deseado pero refleja las visicitudes por las que hemos pasado. Nos encontramos con mi familia, al lado de mi casa, a las 21:00 tras 123 kilómetros recorridos hoy y 810 en total desde nuestra salida de Santander hace 11 días. Se acaba el Camino de este año, el más exigente con mucha diferencia de los que he hecho, tras 70 horas de pedaleo. Nos tomamos algo con la familia para reponer fuerzas y llevo a Luis a su casa. Mañana a trabajar. Y en breve a planificar el Camino del año próximo, que este ya es historia.

Hoy hemos pasado por: Santa María la Real de Nieva, Pascuales, Pinilla Ambroz,Añe, Segovia, La Granja de San Ildefonso, Pradera de Navalhorno, Puerto de Navacerrada, Navacerrada, Cerceda, Colmenar Viejo, Tres Cantos, Madrid.

1 comentario:

Luis Enrique dijo...

Querido amigo Juan:

A ver por donde empiezo.... 4 años largos he tardado en conectarme de nuevo al blog mío y de rebote al de los demás, incluido éste. Gracias por el relato. Es excepcional, lleno de detalles y matices.

En los cuatro años largos ha quedado arrinconada la bicicleta, tal fue la experiencia tan brutal y exhausta para mi. No revisé la ruta en plano, salvo por encima, puesto que tenía y tengo confianza ciega en tu buen hacer y criterio y mejor orientación (lo que no es excusa) y tampoco preparé a conciencia la misma creyendo estar un poco más preparado de lo que realmente estaba....y lo pagué, vaya si lo pagué y con creces.

En el relato se ve el sufrimiento de los dos (también me he reido a conciencia, está genial), pero el mío fue el mayor... por mi mala cabeza. Debí prepararme a tope. Aún así ha sido la mayor proeza de mi vida y eso es gracias a tus buenas dotes para la preparación del viaje, la logística, la orientación y demás atributos que te adornan (que os adornan a todos los Zugasti).

En fin, no me queda otra cosa que dar las gracias y a predecir que no solo en los cuatro años largos que han pasado, sino en los próximos treinta ¡no me pillas en otra ni en pintura!.

Un abrazo, chaval.