lunes, 7 de octubre de 2013

Día 7. Lugueros - Mansilla de las Mulas. 93,64 Km

Kilómetros: 93,16
Distancia ascendiendo: 30,98 km
Desnivel acumulado positivo: 1.340,80 metros
Porcentaje máximo de subida: 26,11%
Porcentaje máximo de bajada: 33,29%
Tiempo pedaleando: 5:07 horas
Tiempo ascendiendo: 2:04 horas
Vel. media en movimiento: 18,22 km/h
Vel. media total: 8,73 km/h
Vel. máxima: 50,11 km/h

San Miguel de Escalada
San Miguel de Escalada
Con Marga en Mansilla
Boñar
Gradefes

Cementerio del patio del claustro de Gradefes











Con los peregrinos en el albergue de Mansilla de las Mulas














El día amanece soleado pero muy fresco. Hay que abrigarse bien porque los primeros kilómetros son en bajada y el frío se nota mucho hasta que el sol no empiece a calentar a media mañana. Me levanto con cierta tristeza pensando en que dentro de sólo un rato saldremos definitivamente del entorno de los Picos de Europa y llegaremos a la meseta abandonando estas impresionantes montañas.

Aunque el día tiene planificado más de 80 kilómetros, muchos son llaneando o en ligera bajada, por lo que madrugamos lo justo. Después de lo que hemos pasado los dos últimos días, que nos echen lo que quieran que ya no nos da miedo nada. Después de recoger la cabaña y dejarla lo más adecentada posible (qué menos si Eusebio no nos va a cobrar nada por usarla), empezamos a dar pedales a las 08:45.

La carretera hasta Valdepiélago es una bajada casi constante que atraviesa las Hoces de Valdeteja. Sé que son los últimos kilómetros entre estas impresionantes montañas que tanto he disfrutado estos días. Para no irme con tristeza paramos un último momento en la cascadadel Valdorria, justo después de pasar Nocedo de Curueño. A diferencia de cuando vengo por aquí en verano, ahora no hay nadie y podemos estar drisfrutando tranquilamente viendo caer el agua a borbotones por las paredes mientras las gotas que se elevan por el aire hacen centellear la incipiente luz que hay a esta temprana hora de la mañana.

Me subo en la bici mientras me despido mentalmente de este magnífico valle, del Curueño, del Bodón, de las hoces y de toda la montañan de los Picos de Europa que hemos disfrutado estos días. Al pasar Montuerto parece como si de repente las montañas desaparecieran y el paisaje cambia drásticamente para empezar a mostrar una sucesión de montes que presagian la cercana presencia de la meseta castellana.

Desde Valdepiélago seguimos en dirección Boñar, donde entramos por su barrio de Las Ollas, y paramos a desayunar en un bar de la plaza. Son las 10:30 y llevamos recorridos 25 kilómetros. Para desayunar nos ponen lo que Pani hubiera bautizado como tostada palmera: una deliciosa tostada de un palmo de altura.

Desde Boñar continuamos unos pocos kilómetros por carretera llana hasta Palazuelo de Boñar y Vegaquemada. En ese punto giramos en breve pero fuerte subida hacia Laíz de las Arrimadas. Este giro busca recorrer el valle donde se sitúan los pueblos de las Arrimadas para retomar, cerca de Cistierna, el Camino Vadininiense que desde Potes habíamos recorrido hasta Riaño.

Llegamos a La Ercina, último punto de ascenso del día de hoy, a las 12:15 tras 41 kilómetros recorridos. . Me paro a esperar a Luis mientras como unos frutos secos. Según lo planificado, el día de hoy es un coser y cantar compradao con los días anteriores. Vamos por carreteras locales y estamos haciendo muchos kilómetros sin dificultad. Y a partir de ahora más aún, porque la carretera ya no sólo hará más que llanear en leve bajada hasta nuestro destino de hoy. Da la sensación de que hoy haremos muchos kilómetros sin esfuerzo.

A partir de ese punto recorremos un solitario valle que conforma el río Valdellorma en un sinfín de verdes colinas. A nuestro alrededor se suceden robledales autóctonos y pinares de repoblación en las laderas, y chopos, álamos y fresnos en la ribera.

Llegamos a Garfín a las 13:30 tras 59 kilómetros recorridos. Me da la sensación que la iglesia está abierto y miro por si pudiéramos sellar, pero están en plena misa y desisto. En su lugar paramos en el bar de la plaza, qué remedio. Frente al bar hay unos bancos a la sombra donde podremos comer algo de embutido que llevábamos encima. Al terminar de comer volvemos a entrar al bar a tomar un café y al salir encontramos sentada en los bancos donde habíamos comido a una muy puesta de domingo, de unos treinta y pico, dándole al chat del móvil. Le digo que se quite los tacones y se ponga el culotte para acompañarnos. Parece que la idea no le gusta mucho. Dice que no es del pueblo, que está visitiando a unos familiares y que vive cerca de Bilbao. No me extraña que esté con el móvil todo el rato; igualito es el ajetreo de una ciudad comparado con lo que se abrurrirá en un pueblo pequeño que no es ni el suyo.

Tras una hora para comer relajadamente, continuamos camino hacia nuestra próxima parada. Se trata de Gradefes, donde quiero visitar el monasterio de Santa María la Mayor, del siglo XXII, que resulta ser uno de los pocos de monjas creados bajo el Císter, construido con el impulso económico de Teresa Petri, de la cercana Rueda del Almirante. Es el único monasterio cisterciense femenino con girola de España y el primero que se construyó en el mundo. La orden del Císter surgió como respuesta a la dominante, enriquecida y ostentosa orden del Cluny que no hacía más que acumular poder y riqueza. El Císter buscaba resucitar las austeras reglas de San Benito inspiradas en la más absoluta pobreza y obligación de trabajo manual. Los monasterios cistercienses se consideran un estilo de transción entre el románico y el gótico. En España tenemos infinidad de maravillas como esta de Gradefes, cargadas en algunos casos con más de mil años de hisoria, que son completamente desconocidas y, en muchos casos, dejadas en casi completo abandono. Es una lástima.

El caso es que al llegar a Gradefes vemos que el monasterio está cerrado hasta las cuatro y son las tres. Hay tiempo de sobra estar tarde para llegar a Mansilla. Así que decidimos esperar en la terraza arbolada de un bar a que abran. Y es un acierto porque al entrar al monasterio nos recibe una monja muy amable que nos sella y enseña el claústro, cuyo patio usan como cementerio de la comunidad, la sala capitular y la iglesia por dentro y por fuera.

Continuamos a por la siguiente maravilla arquitectóica de hoy: San Miguel de Escalada. Otro ejemplo de maravilla casi olvidada y escasamente protegida en la que los analfabetos que tanto abundan pintan o raspan las inscripciones milenarias de sus piedras para poner que quieren mucho a la Jessi o cualquier otra pamplina. Cuanto débil mental hay suelto.

Llegamos a San Miguel de Escalada a las 17:30, media hora después de salir de Gradefes. La visita a San Miguel la hacemos con un guía con el que da gusto hacerla. No sólo se nota que conoce lo que explica, sino que le gusta y está realmente versado. Durante la visita hablamos con él de las cercanas ruinas de Lancia, del Valle del Silencio y San Genadio, del prerrománico asturiano de Santa Cristina de Lena y de alguna otras cosas tan ligadas a este maravilloso sitio.

Terminamos la visita a las 18:20 enseñándonos el colindante pozo. Hasta hace poco tenía su correspondiente brocal, pero un autobús de turistas se lo llevó de pegatina. Ahora el pozo tiene una tapadera a la altura del suelo. Al abrirla vemos lo finamente revestido que está con piedra de sillar.

El guía nos dice que tenemos hasta Mansilla de las Mulas 13 kilómetros, todos llanos. Los hacemos tranquilamente a sabiendas de que nos queda poco, aunque los muchos kilómetros de hoy ya se van notando en las piernas. Llegamos a Mansilla a las 19:00.

Después de tantos días pasando por sitios donde los albergues estaban cerrados o éramos los únicos alojados, hemos llegado al Camino Francés y nos encontramos el albergue abarrotado de gente. Le pregunto a la hospitalera a qué hora cierra para dormir y me dice que a las 10.Como a lo largo del día he hablado con Eusebio y me ha dicho que nos veamos para cenar, pues como que nos pilla mal porque Eusebio no puede estar en Mansilla antes de esa hora.

La hospitalera me dice que hay un albergue privado en la otra parte del pueblo, El Jarrdín del Camino se llama. Le digo a Luis que vayamos a ver si hay sitio porque allí nos dejaran llegar a dormir más tarde y podremos cenar con Eusebio. La hospitalera nos dice que sólo le quedan unas pocas plazaas, así que si en el otro albergue no hay sitio habremos de volver rápido para no quedarnos sin sitio aquí también.

Y nos llegamos al tal Jardín del Camino. Está muy bien puesto, justo a la entrada del Camino Francés, con su concha, con su flecha amarilla enorme indicando la entrada y con la palabra albergue bien grande en la fachada. Tienen un jardín espléndido y entro casco en mano, sudado y con cara de haber estado todo el día pedaleando bajo el sol a lo que suponía una recepción de un albergue de peregrinos, pero que veo que es una barra de un bar en lo después supe que realmente es una fábrica de embutido reconvertida en bar. Pregunto en la barra si es ahí la recepción del albergue y me dicen dos chicas que hay atendiendo que sí, y que espere un momento. El momento se convierte en casi 15 minutos de pie, esperando como un pelele, con la angustia de no saber si había habitación y si en este tiempo me estaba quedando sin habitación también en el otro albergue. Cuando ya me canso de ver poner cervezas y cervezas, incluso a gente que había entrado más tarde que yo, y de no atenderme en los 15 minutos que llevo allí sólo para que me digan si tienen camas para dormir esa noche, le digo a la más cercana de la barra que si me atiende de una vez. Como me dice que está terminando de poner cañas y pinchos, le pregunto ya a grandes voces que si esa barra es la recepción del albergue de peregrinos, que sólo necesito saber si hay camas disponibles y que llevo viendo poner cañas 15 minutos sin que me den esa simple respuesta. Después de tratar de justificarse extrañamente por tres o cuatro veces el que no me atendiera, me dice finalmente que no hay camas disponibles. Salgo deseando buen día a grandes voces y lamentando que por donde salgo en vez de haber puerta hay una simple cortinilla. Si hubiera habido puerta, de seguro habría dado tal portazo que la hubiera dejado encajada de tal forma que no la hubieran podido abrir más que picando con una maza.

No se puede tener la desvergüenza de tener la concha, la flecha y la palabra albergue, para no parar de poner raciones y cañas a gente vestida con su ropa de domingo y que no tiene prisa ninguna, mientras dejas de pie a un humilde peregrino que viene cansado y demacrado de peregrinar 90 kilómetros ese día. Para además al final dejarle tirado en la calle sin más. Peregrinos: estos del albergue el Jardín del Camino de Mansilla de las Mulas son unos jetas, que no saben lo que es un peregrino ni lo que es un albergue de peregrinos. Unos jetas, unos aprovechados y unos sinvergüenzas. Evitemos estos sitios y así evitaremos que saquen provecho de las necesidades que uno tiene cuando peregrina. Los albergues de peregrinos ayudan al peregrino, no desatienden al peregrino que entra por su puerta ni se aprovechan de él.

Regresamos al albergue municipal donde aún disponen de alguna cama y al relatar lo sucedido en el otro albergue no se extrañan lo más mínimo de lo que contamos. Parece que son unos piezas de cuidado.

La hospitalera, Laura, nos dice que si hemos quedado para cenar que puede hacernos una excepción para llegar a las 11 a dormir. Así que finalmente pudimos cenar con Eusebio y regresar a dormir a las 11. La verdad es que Laura se portó de maravilla con nosotros, por la tarde y por la noche. Qué trato tan distinto al del otro albergue de buitres. Gracias Laura por mantener esa alegría y dispensar ese trato tan amable a los peregrinos. Gracias también a Eusebio por parar en su camino de regreso a León y cenar con nosotros para compartir un buen rato con él. Y gracias por habernos dejado dormir la noche anterior en sus cabañas de Lugueros.

En el albergue coincidimos con una chica, Marga, que resulta ser la madre y tía de unos niños que se ahogaron en el Canal de Castilla hace un par de años en un accidente de circulación. Ella está haciendo el Camino, tal y como lo hacía con hijo en años anteriores, reivindicando que arreglen los pretiles de las carreteras que cruzan el Canal de Castilla. Desde aquí me uno al movimiento que está impulsando: http://www.ibaisiguetucamino.com/


Hoy hemos pasado por: Lugueros, Tolibia de Abajo, Nocedo de Curueño, Montuerto, Valdepiélago, Ranedo de Curueño, Boñar, Palazuelo de Boñar, Vegaquemada, Laíz de las Arrimadas, Santa Colomba de las Arrimadas, Corral de las Arrimadas, Barrillos de las Arrimadas, Acisa de las Arrimadas,La Ercina, Frenedo de Valdellorma, Palacio de Valdellorma, Valporquero de Rueda, San Bartolomé de Rueda, Garfín, Valdealcón, Nava de los Caballeros, Gradefes, Cifuentes de Rueda, Casasola de Rueda, Rueda de Almirante, San Miguel de Escalada, Vega de los Arboles, Valle de Mansilla, Villacontilde, Villiguer, Villafalé, Mansilla de las Mulas.

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