Kilómetros: 122,84 Km
Distancia ascendiendo: 58,41 km
Desnivel acumulado positivo: 1.869,50 metros
Porcentaje máximo de subida: 17,96%
Porcentaje máximo de bajada: 15,73%
Tiempo pedaleando: 7:37 horas
Tiempo ascendiendo: 4:40 horas
Vel. media en movimiento: 16,14 km/h
Vel. media total: 10,53 km/h
Vel. máxima: 61,27 km/h
Llegada a Segovia
El barro acumulado dentro de la cubierta
Puerto de Navacerrada
Segovia
Catedral de Segovia
Acueducto de Segovia
Llegada a Madrid
La noche ha sido tranquila y amanecemos sin mucho madrugar porque el destino final lo tenemos cerca y llevamos dos días de adelanto sobre la planificación inicial. Así que vamos a desayunar a la plaza y estamos en condiciones de dar pedales a eso de las 9. Comentamos con el Ironman con el que hemos hecho noche que si ya la subida de la Fuenfría desde Segovia se hace larga, son unos 25 kilómetros, quizá nos compense hacerlos por la carretera yendo con alforjas ya que, si bien las rampas de subida por carretera son más pronunciadas, por el camino hay tramos de piedra que nos tocará empujar. Me quedo con la idea de que iremos por un lado u otro dependiendo de cómo se dé el día y de si tengamos intención de hacer hoy más o menos kilómetros de etapa.
Al ir a empezar a dar pedales veo que el cuenta-kilómetros no funciona y compruebo con estupor que falta el emisor de la rueda. Al hacer la revisión antes de empezar el Camino le dije a Sebas que lo fijara mejor con una junta tórica porque estaba aflojándose, pero parece que esta es otra cosa más que se pasó por el forro. Le pido a Luis que me espere un momento mientras recorro caminando el tramo hasta el garaje. No lo veo y deduzco que debe haberse caido en el garaje mientras sacábamos las bicis. Así que vuelvo al albergue a por las llaves del garaje. Pero el albergue está cerrado y sólo podría acceder saltando por la ventana, y mira por donde, aunque la calle es pequeña y apartada, hay dos coches con gente en ellos justo al lado del albergue. Y pienso que no me compensa perder tiempo en dar explicaciones a los lugareños de por qué un extraño entra a una casa por la ventana y desisto de recuperar el sensor del cuenta-kilómetros. Me tocará llegar hasta Madrid sin cuenta-kilómetros. A mí me resulta fundamental tenerlo porque con él controlo el ritmo al que voy, tanto en llano como en subida, y sé según la velocidad que llevo si el ritmo es correcto o estoy cansado. Otra vez más que me perdería haciendo una locura si llego a tener a Sebas delante.
Salimos de Santa María a las 9:25 por carretera en dirección Pascuales y Pinilla Ambroz. De nuevo mañana soleada y muy fresca. La bici va como un petardo: inestable, medio frenada, con sensación de ir pinchado y con la incertidumbre de si la raja de la cubierta me aguantará.
Desde Pinilla Ambroz se toma camino dirección hacia Añe. Antes de llegar a Añe, en la Cuesta del Gallego, nos cruzamos con otro peregrino en bici que nos comenta que pasado Añe hay más tramos infames de pinares donde las ruedas se hunden y es muy difícil avanzar sobre todo porque con las tormentas de ayer los arenales están muy blandos, por lo que nos recomienda saltarnos Carbonero de Ahusín y llegar por carretera hasta Valseca.
Salimos de Añe por carretera en ligera subida y en el mismo cruce de la carretera a Carbonero de Ahusín noto que he pinchado de nuevo. Paro y miro si hay en los alrededores alguna marquesina de un autobús de línea. Si la hubiera visto le hubiera metido fuego a la bicicleta. ¡Qué dos días tan pestosos me está dando!. Este Camino de Madrid no lo recordaré con agrado. Tras perder 20 minutos en el arreglo volvemos a pedalear. Son las 11 de la mañana y sólo hemos hecho 15 kilómetros. Y además me he quedado cin cámaras de repuesto y llevo la cubierta trasera a punto del reventón. Le digo a Luis que estoy como loco por llegar a Segovia para poder cambiar la cámara o coger el tren a Madrid, lo primero que vea. Así que pasamos del Camino de Santiago y de más pinares asquerosos y enfilamos carretera nacional hasta Segovia, donde entramos por el Calvario, bonitas vistas, a las 12 tras 31 kilómetros recorridos.
Nos dirigimos hacia una famosa tienda de bicis que hay en este lado de la ciudad y compro un par de cámaras y una cubierta nueva. Vamos a la catedral a sellar y mientras Luis sella y hace una pequeña visita yo cambio la cubierta. Al hacerlo saco de dentro de la cubierta al menos un par de kilos de barro que aún quedaban del barrizal del día anterior. Ahora me explico la sensación tan rara que notaba en la bici y que hacía ir tan incómodo. Tras el cambio seguimos en dirección al acueducto. Es increíble la de turistas que hay en la calle siendo un día laborable de Septiembre. Justo antes del acueducto Luis ve una tienda donde preparan bocadillos de jamón y con la hora que es paramos a comernos uno. Son las 13:45 y sin vender una escoba. A esta altura del día tengo clarísimo que hacemos la subida a Navacerrada por carretera.
Desde el acueducto tomamos la salida de Segovia en dirección a La Granja por el carril bici, parando brevemente en un supermercado a reponer víveres. Llegamos a la Granja y continuamos carretera hacia Valsaín, Los Asientos y Boca del Asno.
Antes de Boca del Asno paro a esperar a Luis en la última fuente que recuerdo que hay antes de empezar la subida dura de Navacerrada en las Siete Revueltas. Yo voy perdidísimo con mi ritmo sin el cuenta-kilómetros, pero como noto que la bici ahora sí es manejable y vuelvo a disfrutar dando pedales, el efecto placeblo que me produce me invita a disfrutar de nuevo de una subida en bici a un gran puerto y el mal ánimo y el cabreo de los dos últimos días me desaparece.
Cruzo el Eresma por el Puente de la Cantina, antes de empezar las Siete Revueltas, a las 15:30 tras 56,5 kilómetros recorridos. Después de la desesperante mañana parece que la tarde pinta bien: día despejado, la bici de nuevo funciona con normalidad, las piernas quieren subir, el paisaje es precioso y las Siete Revueltas son una pasada para el ciclista.
La subida de Navacerrada es durilla y desde La Granja son 16 kilómetros de los que los últimos 7 son los realmente duros. Los subo disfrutando de nuevo de la bici y con la idea de estar muy cerca ya de casa. Corono Navacerrada a las 16:45 tras 63,5 kilómetros recorridos. Tras esperar no más de quince minutos a que llegue Luis nos sentamos al sol a comer lo que habíamos comprado a la salida de Segovia. Nos sienta de maravilla y dado que hace sol y que desde aquí la mitad del camino hasta Madrid lo podemos hacer por carretera en franca bajada, le propongo a Luis intentar llegar sin prisa hasta Madrid. Cuando le digo que eso supondría hacer 120 kilómetros de etapa me mira raro porque él incluso había barruntado la idea de bajar a Cercedilla y hacer noche ahí o incluso coger el tren a Madrid. Le digo muy serio que sin mucho esfuerzo nos podemos plantar en Madrid a las 8, yendo por asfalto y por carril-bici, y acepta la propuesta.
Nos lanzamos a bajar Navacerrada a todo lo que dé la bici. Son las 17:35. Hacemos por ir por carretera sin tener que dar prácticamente un pedal hasta Cerceda, donde llegamos 18:10 tras 81 kilómetros de etapa. Paro un momento a quitarme el cortavientos y pierdo de vista a Luis. Le alcanzo en la gasolinera pasado Cerceda y continuamos por la carretera hacia Colmenar Viejo. Luis parece un caballo a punto de llegar al establo y tira como ningún día y se me pierde enseguida. Como no todo podía ir bien, la rueda delantera debe ir de nuevo pinchada pero debe ser un poro porque no pierde todo el aire, así que de vez en cuando paro a inflar porque paso de cambiar de nuevo la cámara.
Luis me está esperando a la altura del cuartel de San Pedro en Colmenar. Seguimos para coger el carril bici y vuelvo a perder a Luis pero ahora porque se queda retrasado. Antes de llegar a Tres Cantos me llama por teléfono para ver por dónde voy porque él se había perdido en el carril bici. Me dice que tras preguntar a alguno ha vuelto a recuperar el sentido correcto de la marcha. Este Luis es el despiste personificado. Voy dando pedales despacio para que me coja, además de ir parando a rellenar el aire de la rueda delantera, pero llego al puente de la ermita de Valverde y Luis no me ha alcanzado. Son las 20:00 y la tarde empieza a caer. Llevamos 118 kilómetros recorridos.
Tras quince minutos de espera me extraño y le llamo justo cuando le veo aparecer a lo lejos. El motivo del retraso es que él también va pinchado y está haciendo lo mismo que yo: parar de vez en cuando a rellenar el aire. Yo hablo con mi familia para que nos reciban y salen de casa a nuestro encuentro por el carril-bici a la altura del Arroyo del Fresno.
A sólo dos kilómetros para llegar la válvula de la cámara de Luis se parte, así que ya no puede hincharla más y nos obliga a terminar nuestro Camino 3x1 caminando. Igual no es el final que hubiéramos deseado pero refleja las visicitudes por las que hemos pasado. Nos encontramos con mi familia, al lado de mi casa, a las 21:00 tras 123 kilómetros recorridos hoy y 810 en total desde nuestra salida de Santander hace 11 días. Se acaba el Camino de este año, el más exigente con mucha diferencia de los que he hecho, tras 70 horas de pedaleo. Nos tomamos algo con la familia para reponer fuerzas y llevo a Luis a su casa. Mañana a trabajar. Y en breve a planificar el Camino del año próximo, que este ya es historia.
Hoy hemos pasado por: Santa María la Real de Nieva, Pascuales, Pinilla Ambroz,Añe, Segovia, La Granja de San Ildefonso, Pradera de Navalhorno, Puerto de Navacerrada, Navacerrada, Cerceda, Colmenar Viejo, Tres Cantos, Madrid.
Mis caminos en bici. Camino Francés 2008, Camino del Salvador y Primitivo 2009, Vía de la Plata 2011, Camino Real de Guadalupe 2012, Camino Lebaniego, Vadiniense y de Madrid 2013, Camino del Cid, del Levante y Real de Guadalupe 2014, Cuencas mineras de Castilla y León 2015 y 2016, Camino Sanabrés, Parque Natural Transfronterizo Xurés, Parque Nacional Pereda Gerés, Camino Portugués 2017
martes, 22 de octubre de 2013
miércoles, 16 de octubre de 2013
Día 10. Ciguñuela - Santa María la Real de Nieva. 88,24 Km
Kilómetros: 88,24
Distancia ascendiendo: 57,09 km
Desnivel acumulado positivo: 492,10 metros
Porcentaje máximo de subida: 6,65%
Porcentaje máximo de bajada: 9,96%
Tiempo pedaleando: 5:06 horas
Tiempo ascendiendo: 3:31 horas
Vel. media en movimiento: 17,28 km/h
Vel. media total: 8,38 km/h
Vel. máxima: 45,18 km/h
Puente sobre el Pisuerga en Simancas
Iglesia de Santiago de Alcazarén
Los Torronchos en Santa María la Real de Nieva
Terminando de arreglar el pinchazo tras el barrizal
Coca
Botellines en Nava de la Asunción
Como hemos descansado bien, madrugamos para poder hacer hoy kilómetros. Si ayer a la hospitalera apenas la vimos, hoy ni aparece. Eso sí, el albergue está bien acondicionado y sólo hemos estado alojados nosotros dos por lo que hemos dormido en habitaciones separadas, como los matrimonios modernos de los 70, y no nos hemos roncado a la oreja. Aunque es bien cierto que en este Camino, a diferencia de otros, las sinfonías nocturnas han pasado desapercibidas; seguro que las palizas que nos hemos metido han actuado de somnífero y por las noches no nos despertaba ni un bombardeo.
Al montar las alforjas en la bici me doy cuenta que la cubierta trasera tiene una raja en el lateral. No sé cuándo ni cómo me la he hecho, pero ha debido de ser al final del día anterior. Tiene un par de centímetros y mal aspecto; estaré muy atento a cómo evoluciona porque con el peso de las alforjas y los caminos bacheados puede reventar la rueda. Para mitigarlo algo rebajo un poco la presión de la cámara. Si durante todo el Camino la bici me ha dado innumerables problemas, este ya puede ser el remate.
Hoy amanece más bien frío y cubierto. Se nota a marchas forzadas cómo van cambiando los amaneceres, más tardíos y más frescos. La previsión es de lluvia según nos vayamos acercando a Segovia. A lo largo del día tendremos la suerte de ver las tormentas, que alguna parece que descargó con bastante fuerza, a cierta distancia de nosotros y siempre avanzando en el mismo sentido que nosotros, por lo que no llegamos a toparnos con ninguna.
Comenzamos a dar pedales a las 08:05. Seguimos camino en bajada hasta alcanzar Simancas en 20 minutos. Están en fiestas y tienen puestas las talanqueras de los encierros; lástima no haber venido ayer hasta aquí para haber visto el encierro de la tarde y la fiesta posterior. Como aún ni son las ocho y media, todo está cerrado y no vemos donde desayunar.
Salimos por el puente romano y continuamos hasta Puente Duero donde sí logramos parar en un bar que están abriendo en ese mismo instante. Tras un liger desayuno seguimos por carretera hasta Valdestillas. Son las 10:00 y llevamos 21 kilómetros. Hoy tenemos el mismo juego en la planificación que en los días anteriores. La planificación original era dormir en Villeguillo, pero si mantenemos el adelanto de los dos días anteriores y el kilometraje previsto, tendríamos que llegar a Coca o Nava de la Asunción. Y si también hoy logramos hacer algún kilómetro extra, podríamos llegar hasta Nieva. El rango de kilometraje está entre los 70 inicialmente previstos y los hasta 90 de ya hemos visto que se pueden hacer tranquilamente en la meseta.
A partir de aquí tomamos continuadamente caminos siguiendo el curso del Eresma por un interminable llano que no dice mucho desde el punto de vista paisajístico. Se cruzan muchísimos pinares que, como pasa con los secanos de días anteriores, en primavera están llenos de vida y color, pero que ahora en Septiembre no atraen nada. Además ahora la distancia entre pueblos es mucho mayor, lo que hace el Camino algo monótono.
En un vadeo del Eresma espero a Luis cinco minutos y nos encontramos casi inmediatamente después a un andarín con el que estamos 20 minutos charlando. Tras despedirnos del andarín seguimos por pinares con la misma tónica, ahora por el otro margen del río, hasta llegar a Alcazarén. A la entrada del pueblo espero unos diez minutos a que llegue Luis y entramos en Alcazarén a las 11:25 tras 37,5 kilómetros recorridos. Paramos a comprar algo para tener algo de víveres y en un bar a tomar un café. Seguimos ruta tras media hora de descanso. El Camino es llano, se hacen kilómteros sin problema y la lluvia sigue esquivándonos. Voy fijándome de contínuo en la cubierta trasera; la raja se va abriendo y la cámara va asomando cada vez más. Lamento que con las prisas del día inicial no metí en las alforjas ni un poco de cinta aislante o similar poque ahora me vendría bien para intentar contener algo la raja y evitar al menos que se vaya agrandando. A este paso igual no me da para llegar a Segovia y comprar otra cubierta.
Continuamos por la Cañada Real de Madrid en dirección Villeguillo. A la altura de Valviadero nos encontramos con un maizal en cuesta que acaban de anegarlo y el exceso de agua ha inundado el camino y lo ha dejado absolutamente embarrado. Y da la casualidad que justo al empezar a cruzar el barrizal noto la rueda trasera pinchada y que pierde casi todo el aire de golpe. Echo pie a tierra y empujo la bici con la idea de cruzar el barrizal y arreglar el pinchazo. Igual hubiera sido mejor desandar algo para haber vuelto a donde comenzaba el barrizal porque los 500 metros de barrizal fueron de película de la selva. Las zapatillas o se hundían o resbalaban y la bici se atoraba del barro que inmediatamente se acumuló en horquilla y ruedas. La bici había que arrastrarla en vez de empujarla. Cuando logramos salir del barrizal la situación se me hizo desesperante: la bici llena de barro, la cubierta con la raja más abierta, la cámara pinchada y el interior de la llanta absolutamente llena de barro.
Intenté quitar de la llanta todo el barro que pude antes de cambiar la cámara, pero allí no había agua ni nada y no conseguí aquitar todo. Traté de poner la cámara nueva con todo el cuidado que pude para evitar nuevos pichazos con la tierra que no lograba quitar. Apareció el que parecía ser el dueño del maizal, que estaban cosechando, y al recriminarlo el estado en el que dejaba el camino sólo me dijo que había una alternativa por el otro margen del Eresma, como si eso le diera carta blanca para gastar todo el agua del mundo y dejar arruinados los caminos. Así nos va. Al menos logré que me diera un resto de cinta aislante en buen estado que tenía en el coche y con ella remendé algo la cubierta para que la raja no fuera a más.
Tras el episodio del barrizal y el pinchazo, en el que perdimos más de media hora, seguimos por más pinares hasta llegar a Villeguillo, donde paramos a tomar un bocadillo para reponer fuerzas porque son las 14:15 y llevamos recorridos 56 kilómetros.
Tras 45 minutos para comer decidimos continuar hasta Coca por carretera. Yo voy con una sensación continua de ir pinchado y con la bici frenada. Así que al menos el asfalto me aliviará algo esa sensación y castigará menos la maltreta cubierta.
Llegamos a Coca a las 16:00 tras 66 kilómetros recorridos. Justo a la entrada vemos una gasolinra con agua a presión y dejamos las bicis tan limpias como podemos. Si ya el cambio me ha dado problemas durante todo el Camino, con el barro estaba siendo el acabose. Tras el lavado al menos el cambio mejora algo y vuelve al estado previo al barrizal; o sea, malo.
Nos llegamos al castillo pero está cerrado así que vamos al ayuntamiento y también está cerrado. Nos dicen cómo llegar al albergue para hacer la última intentona de sellar. Poco antes del albergue está la casa de las hermanas que hacen de hospitaleras, donde nos recibe una de ellas (¿Concha?, perdón que no recuerdo el nombre) y nos trata de maravilla, dándonos agua fría de la nevera y veinte minutos de conversación. Como nos dice que en la semana entrante va a ir a una reunión con otros hospitaleros, le decimos que aproveche para decir que las indicaciones del Camino han de hacerse tanto para los que lo hacen en uno como en otro sentido. Hay mucha gente que, como nosotros esta vez, hace el Camino al revés y como las señales están puestas para verse sólo si vas en sentido Santiago, cuesta un triunfo seguir correctamente el Camino si lo haces en sentido Madrid.
Como ya hicimos antes de Coca, y con la recomendación en el mismo sentido de la hospitalera, seguimos por carretera evitando los pinares. Así nos llegamos a Nava de la Asunción a las 17:00 tras 75 kilómetros recorridos. Buscamos sitio para sellar pero de nuevo todo cerrado. Lo que sí vemos es un bar que ofrecen el cubo de 6 botellines a 5€ y como el día es bueno y a partir de aquí podemos finalizar etapa donde queramos, decidimos tomarnos un rato de relaxing botellín mientras nos sentamos al sol descansando.
Tras casi 45 minutos de relax, seguimos por carretera hasta Nieva y Santa María la Real de Nieva.
En Santa María hay un albergue privado que nos dicen que está bien y un monasterio con una portada y un claustro bellísimos.
Llegamos a Santa María la Real de Nieva a las 18:30 tras 88 kilómetros de etapa. El albergue nos cuesta un mundo localizarlo porque de nuevo las señales están puestas para los que van hacia Santiago y nosotros vamos hacia Madrid.
Finalmente logramos acceder al albergue, que es estilo japonés, pequeño pero bien organizado: en una habitación hay tres literas con un pequeño cuarto de baño anexo y una mini cocina casi americana. Pero más que suficiente para nosotros. Las bicis nos las deja meter el hospitalero en un garaje cercano para que estén bajo llave. De nuevo somos los únicos alojados aunque el hospitalero nos dice que está esperando a otro con bici que estará al llegar. Como nos deja las llaves a nosotros, estaremos pendientes del que llegue.
Nos duchamos y nos vamos a la plaza porque coincide que tocan los Torronchos, un grupo de jotas castellanas que cantan y bailan como los ángeles. Viva España y viva Castilla, coño.
Poco después veo pasar a uno con una bici que se le ve medio despistao porque se hace la cuesta un par de veces para arriba y para abajo. Seguro que es el que nos dijo el hospitalero. Le doy el alto y me confirma que busca el albergue pero que no es el que espera el hospitalero, que finalmente no se presentará. Le ayudo a guardar la bici y nos dice que ha salido esta mañana de Alcobendas, que se le ha hecho algo tarde porque llovía en Madrid y esperó a que escampara algo y no salió hasta las 12. Y no lleva alforjas, solo una mochila a la espalda. Así que se ha clavado hoy 120 kilómetros habiendo salido a las 12, subida a la Fuenfría incluída, y ahí está tan fresco haciendo estiramientos. A ese ritmo llega a Santiago en cuatro días mal contaos. Nos dice que suele competir en triatlones, así que esto debe ser un paseo para él.
De nuevo que nos vamos a cenar al único bar abierto que daban algo medio decente y a eso de las 22:30 nos vamos a dormir.
Mañana nos toca hacer montaña, que subimos los casi 30 kilómetros hasta la Fuenfría desde Segovia. Como será cansado y llevamos adelanto sobre la planificación inicial (mañana es jueves en vez del sábado inicialmente planificado), comento con Luis que será bonito quedar con la familia y colegas de otros Caminos para que lleguemos a media tarde a Manzanares el Real y nos reciban allí y tomemos algo juntos para después dormir por allí y hacernos tranquilamente los 30 kilómetros restantes hasta Madrid el viernes por la mañana. Sólo así se me hace diregible la idea de quedarme a dormir mañana a sólo 30 kilómetros de casa.
Pongo un mensaje por whatsapp pero el resultado es bastante descorazonador. Sólo mi familia y Pani están por la labor. Mañana, según vayamos, veremos si nos hacemos del tirón lo que nos queda de Camino en vez de hacer una nueva noche a sólo 30 klómetros del final.
Hoy hemos pasado por: Ciguñuela, Simancas, Puente Duero, Valdestillas, Alcazarén, Villeguillo, Ciruelos de Coca, Coca, Nava de la Asunción, Nieva, Santa María la Real de Nieva.
Distancia ascendiendo: 57,09 km
Desnivel acumulado positivo: 492,10 metros
Porcentaje máximo de subida: 6,65%
Porcentaje máximo de bajada: 9,96%
Tiempo pedaleando: 5:06 horas
Tiempo ascendiendo: 3:31 horas
Vel. media en movimiento: 17,28 km/h
Vel. media total: 8,38 km/h
Vel. máxima: 45,18 km/h
Puente sobre el Pisuerga en Simancas
Iglesia de Santiago de Alcazarén
Los Torronchos en Santa María la Real de Nieva
Terminando de arreglar el pinchazo tras el barrizal
Coca
Botellines en Nava de la Asunción
Como hemos descansado bien, madrugamos para poder hacer hoy kilómetros. Si ayer a la hospitalera apenas la vimos, hoy ni aparece. Eso sí, el albergue está bien acondicionado y sólo hemos estado alojados nosotros dos por lo que hemos dormido en habitaciones separadas, como los matrimonios modernos de los 70, y no nos hemos roncado a la oreja. Aunque es bien cierto que en este Camino, a diferencia de otros, las sinfonías nocturnas han pasado desapercibidas; seguro que las palizas que nos hemos metido han actuado de somnífero y por las noches no nos despertaba ni un bombardeo.
Al montar las alforjas en la bici me doy cuenta que la cubierta trasera tiene una raja en el lateral. No sé cuándo ni cómo me la he hecho, pero ha debido de ser al final del día anterior. Tiene un par de centímetros y mal aspecto; estaré muy atento a cómo evoluciona porque con el peso de las alforjas y los caminos bacheados puede reventar la rueda. Para mitigarlo algo rebajo un poco la presión de la cámara. Si durante todo el Camino la bici me ha dado innumerables problemas, este ya puede ser el remate.
Hoy amanece más bien frío y cubierto. Se nota a marchas forzadas cómo van cambiando los amaneceres, más tardíos y más frescos. La previsión es de lluvia según nos vayamos acercando a Segovia. A lo largo del día tendremos la suerte de ver las tormentas, que alguna parece que descargó con bastante fuerza, a cierta distancia de nosotros y siempre avanzando en el mismo sentido que nosotros, por lo que no llegamos a toparnos con ninguna.
Comenzamos a dar pedales a las 08:05. Seguimos camino en bajada hasta alcanzar Simancas en 20 minutos. Están en fiestas y tienen puestas las talanqueras de los encierros; lástima no haber venido ayer hasta aquí para haber visto el encierro de la tarde y la fiesta posterior. Como aún ni son las ocho y media, todo está cerrado y no vemos donde desayunar.
Salimos por el puente romano y continuamos hasta Puente Duero donde sí logramos parar en un bar que están abriendo en ese mismo instante. Tras un liger desayuno seguimos por carretera hasta Valdestillas. Son las 10:00 y llevamos 21 kilómetros. Hoy tenemos el mismo juego en la planificación que en los días anteriores. La planificación original era dormir en Villeguillo, pero si mantenemos el adelanto de los dos días anteriores y el kilometraje previsto, tendríamos que llegar a Coca o Nava de la Asunción. Y si también hoy logramos hacer algún kilómetro extra, podríamos llegar hasta Nieva. El rango de kilometraje está entre los 70 inicialmente previstos y los hasta 90 de ya hemos visto que se pueden hacer tranquilamente en la meseta.
A partir de aquí tomamos continuadamente caminos siguiendo el curso del Eresma por un interminable llano que no dice mucho desde el punto de vista paisajístico. Se cruzan muchísimos pinares que, como pasa con los secanos de días anteriores, en primavera están llenos de vida y color, pero que ahora en Septiembre no atraen nada. Además ahora la distancia entre pueblos es mucho mayor, lo que hace el Camino algo monótono.
En un vadeo del Eresma espero a Luis cinco minutos y nos encontramos casi inmediatamente después a un andarín con el que estamos 20 minutos charlando. Tras despedirnos del andarín seguimos por pinares con la misma tónica, ahora por el otro margen del río, hasta llegar a Alcazarén. A la entrada del pueblo espero unos diez minutos a que llegue Luis y entramos en Alcazarén a las 11:25 tras 37,5 kilómetros recorridos. Paramos a comprar algo para tener algo de víveres y en un bar a tomar un café. Seguimos ruta tras media hora de descanso. El Camino es llano, se hacen kilómteros sin problema y la lluvia sigue esquivándonos. Voy fijándome de contínuo en la cubierta trasera; la raja se va abriendo y la cámara va asomando cada vez más. Lamento que con las prisas del día inicial no metí en las alforjas ni un poco de cinta aislante o similar poque ahora me vendría bien para intentar contener algo la raja y evitar al menos que se vaya agrandando. A este paso igual no me da para llegar a Segovia y comprar otra cubierta.
Continuamos por la Cañada Real de Madrid en dirección Villeguillo. A la altura de Valviadero nos encontramos con un maizal en cuesta que acaban de anegarlo y el exceso de agua ha inundado el camino y lo ha dejado absolutamente embarrado. Y da la casualidad que justo al empezar a cruzar el barrizal noto la rueda trasera pinchada y que pierde casi todo el aire de golpe. Echo pie a tierra y empujo la bici con la idea de cruzar el barrizal y arreglar el pinchazo. Igual hubiera sido mejor desandar algo para haber vuelto a donde comenzaba el barrizal porque los 500 metros de barrizal fueron de película de la selva. Las zapatillas o se hundían o resbalaban y la bici se atoraba del barro que inmediatamente se acumuló en horquilla y ruedas. La bici había que arrastrarla en vez de empujarla. Cuando logramos salir del barrizal la situación se me hizo desesperante: la bici llena de barro, la cubierta con la raja más abierta, la cámara pinchada y el interior de la llanta absolutamente llena de barro.
Intenté quitar de la llanta todo el barro que pude antes de cambiar la cámara, pero allí no había agua ni nada y no conseguí aquitar todo. Traté de poner la cámara nueva con todo el cuidado que pude para evitar nuevos pichazos con la tierra que no lograba quitar. Apareció el que parecía ser el dueño del maizal, que estaban cosechando, y al recriminarlo el estado en el que dejaba el camino sólo me dijo que había una alternativa por el otro margen del Eresma, como si eso le diera carta blanca para gastar todo el agua del mundo y dejar arruinados los caminos. Así nos va. Al menos logré que me diera un resto de cinta aislante en buen estado que tenía en el coche y con ella remendé algo la cubierta para que la raja no fuera a más.
Tras el episodio del barrizal y el pinchazo, en el que perdimos más de media hora, seguimos por más pinares hasta llegar a Villeguillo, donde paramos a tomar un bocadillo para reponer fuerzas porque son las 14:15 y llevamos recorridos 56 kilómetros.
Tras 45 minutos para comer decidimos continuar hasta Coca por carretera. Yo voy con una sensación continua de ir pinchado y con la bici frenada. Así que al menos el asfalto me aliviará algo esa sensación y castigará menos la maltreta cubierta.
Llegamos a Coca a las 16:00 tras 66 kilómetros recorridos. Justo a la entrada vemos una gasolinra con agua a presión y dejamos las bicis tan limpias como podemos. Si ya el cambio me ha dado problemas durante todo el Camino, con el barro estaba siendo el acabose. Tras el lavado al menos el cambio mejora algo y vuelve al estado previo al barrizal; o sea, malo.
Nos llegamos al castillo pero está cerrado así que vamos al ayuntamiento y también está cerrado. Nos dicen cómo llegar al albergue para hacer la última intentona de sellar. Poco antes del albergue está la casa de las hermanas que hacen de hospitaleras, donde nos recibe una de ellas (¿Concha?, perdón que no recuerdo el nombre) y nos trata de maravilla, dándonos agua fría de la nevera y veinte minutos de conversación. Como nos dice que en la semana entrante va a ir a una reunión con otros hospitaleros, le decimos que aproveche para decir que las indicaciones del Camino han de hacerse tanto para los que lo hacen en uno como en otro sentido. Hay mucha gente que, como nosotros esta vez, hace el Camino al revés y como las señales están puestas para verse sólo si vas en sentido Santiago, cuesta un triunfo seguir correctamente el Camino si lo haces en sentido Madrid.
Como ya hicimos antes de Coca, y con la recomendación en el mismo sentido de la hospitalera, seguimos por carretera evitando los pinares. Así nos llegamos a Nava de la Asunción a las 17:00 tras 75 kilómetros recorridos. Buscamos sitio para sellar pero de nuevo todo cerrado. Lo que sí vemos es un bar que ofrecen el cubo de 6 botellines a 5€ y como el día es bueno y a partir de aquí podemos finalizar etapa donde queramos, decidimos tomarnos un rato de relaxing botellín mientras nos sentamos al sol descansando.
Tras casi 45 minutos de relax, seguimos por carretera hasta Nieva y Santa María la Real de Nieva.
En Santa María hay un albergue privado que nos dicen que está bien y un monasterio con una portada y un claustro bellísimos.
Llegamos a Santa María la Real de Nieva a las 18:30 tras 88 kilómetros de etapa. El albergue nos cuesta un mundo localizarlo porque de nuevo las señales están puestas para los que van hacia Santiago y nosotros vamos hacia Madrid.
Finalmente logramos acceder al albergue, que es estilo japonés, pequeño pero bien organizado: en una habitación hay tres literas con un pequeño cuarto de baño anexo y una mini cocina casi americana. Pero más que suficiente para nosotros. Las bicis nos las deja meter el hospitalero en un garaje cercano para que estén bajo llave. De nuevo somos los únicos alojados aunque el hospitalero nos dice que está esperando a otro con bici que estará al llegar. Como nos deja las llaves a nosotros, estaremos pendientes del que llegue.
Nos duchamos y nos vamos a la plaza porque coincide que tocan los Torronchos, un grupo de jotas castellanas que cantan y bailan como los ángeles. Viva España y viva Castilla, coño.
Poco después veo pasar a uno con una bici que se le ve medio despistao porque se hace la cuesta un par de veces para arriba y para abajo. Seguro que es el que nos dijo el hospitalero. Le doy el alto y me confirma que busca el albergue pero que no es el que espera el hospitalero, que finalmente no se presentará. Le ayudo a guardar la bici y nos dice que ha salido esta mañana de Alcobendas, que se le ha hecho algo tarde porque llovía en Madrid y esperó a que escampara algo y no salió hasta las 12. Y no lleva alforjas, solo una mochila a la espalda. Así que se ha clavado hoy 120 kilómetros habiendo salido a las 12, subida a la Fuenfría incluída, y ahí está tan fresco haciendo estiramientos. A ese ritmo llega a Santiago en cuatro días mal contaos. Nos dice que suele competir en triatlones, así que esto debe ser un paseo para él.
De nuevo que nos vamos a cenar al único bar abierto que daban algo medio decente y a eso de las 22:30 nos vamos a dormir.
Mañana nos toca hacer montaña, que subimos los casi 30 kilómetros hasta la Fuenfría desde Segovia. Como será cansado y llevamos adelanto sobre la planificación inicial (mañana es jueves en vez del sábado inicialmente planificado), comento con Luis que será bonito quedar con la familia y colegas de otros Caminos para que lleguemos a media tarde a Manzanares el Real y nos reciban allí y tomemos algo juntos para después dormir por allí y hacernos tranquilamente los 30 kilómetros restantes hasta Madrid el viernes por la mañana. Sólo así se me hace diregible la idea de quedarme a dormir mañana a sólo 30 kilómetros de casa.
Pongo un mensaje por whatsapp pero el resultado es bastante descorazonador. Sólo mi familia y Pani están por la labor. Mañana, según vayamos, veremos si nos hacemos del tirón lo que nos queda de Camino en vez de hacer una nueva noche a sólo 30 klómetros del final.
Hoy hemos pasado por: Ciguñuela, Simancas, Puente Duero, Valdestillas, Alcazarén, Villeguillo, Ciruelos de Coca, Coca, Nava de la Asunción, Nieva, Santa María la Real de Nieva.
jueves, 10 de octubre de 2013
Día 9. Villalón de Campos - Ciguñuela. 82,63 Km
Kilómetros: 82,63
Distancia ascendiendo: 39,78 km
Desnivel acumulado positivo: 512,50 metros
Porcentaje máximo de subida: 11,67%
Porcentaje máximo de bajada: 6,49%
Tiempo pedaleando: 4:46 horas
Tiempo ascendiendo: 2:35 horas
Vel. media en movimiento: 17,32 km/h
Vel. media total: 8,90 km/h
Vel. máxima: 41,79 km/h
Cuenca de Campos
Iglesia de San Juan en Tamariz de Campos
El Camino en la séptima esclusa del Canal de Castilla
Canal de Castilla
En el cerro del Telégrafo a la salida de Wamba
Por el Camino Real de Castrodeza
En la séptima esclusa del Canal de Castilla
Monasterio de La Santa Espina
Wamba
Junto al guía en el osario de la iglesia de Wamba
Portada románica de la iglesia de Wamba
Después del día tan placentero de ayer y habiendo hecho 20 kilómetros de más respecto a lo planificado, la idea de hoy es tratar de no hacer kilómetros de menos para tratar de mantener lo ganado respecto a la planificación o incluso aumentarlo si el día de hoy se nos da como el de ayer.
Con esa idea nos levantamos, permitiéndonos el lujo de no madrugar, para ver cómo el día amanace de nuevo soleado pero fresco. Desayunamos un café con galletas que los hospitaleros nos ofrecen muy amablemente y vamos a comprar algo de comida en una tienda justo al lado de la plaza para tener por si acaso se tercia. Y empezamos a dar pedales a las 09:25.
La planificación inicial era comer aproximadamente por Medina de Rioseco y terminar etapa en Peñaflor de Hornija. Si mantenemos el adelanto de ayer veremos si podemos comer en Castromonte y dormir en Ciguñuela. Y si adelantáramos otros 20 kilómetros también hoy, podríamos comer en Peñaflor de Hornija y dormir en Puente Duero.
La salida desde Villalón de Campos se hace por la Vía Verde de Tierra de Campos, prácticamente llana y bien acondicionada, con lo que te plantas en Cuenca de Campos sin darte cuenta. Hasta Moral de la Reina y Tamariz de Campos se va por camino sin ninguna dificultad. En Tamariz de Campos nos plantamos a las 10:50 tras 20 kilómetros de etapa. Mientras hacemos unas fotos a unos restos de un torreón de la iglesia de San Juan, Luis desaparece. Haciendo tiempo esperándole aprovecho para hacer una gestión por teléfono. Termino de hablar y Luis sigue sin aparecer. Me supongo que le habrán aparecido de nuevo los problemas estomacales y habrá ido a buscar un sitio donde deponer su actitud. Pasada media hora logramos hablar por teléfono y me dice que se volvió al otro lado del pueblo pensando que deberíamos continuar por allí. Una vez desecho el entuerto, y habiendo perdido media hora, seguimos camino siguiendo la vega del río Sequillo en dirección Canal de Castilla y Medina de Rioseco.
El Canal de Castilla lo alcanzamos a la altura de la séptima esclusa a las 12:00 y tras 25 kilómetros de etapa. Luis me había dicho por la mañana que no habíamos revisado en todo el Camino la presión de las ruedas y yo pensé para mí que si no veíamos nada anormal no teníamos necesidad ninguna de revisar las ruedas. Pues bingo; justo antes de parar en la esclusa Luis detecta pinchazo en su rueda trasera. Tras media hora para cambiar la cámara y comernos lo que habíamos comprado por la mañana, seguimos por un sendero bordeando el Canal de Castilla hasta llegar a Medina de Rioseco. Lo hacemos por el Arco de San Sebastián a las 13:05 tras 32,80 kilómteros recorridos.
Tras breve parada a sellar en la Iglesia de Santa Cruz, seguimos por carretera en dirección Valverde de Campos. Tras Valverde la carretera repecha algo para remontar los Montes Torozos. Luis se queda lejos en el llano y perdido en el repecho. Tras el repecho, de apenas 2 kilómetros y que se sube sin problema, se vuelve a llanear hasta llegar a Montecastro donde llego a las 14:05 tras 47,5 kilómteros recorridos.
La media hora de pérdida en Tamariz más la otra media en la esclusa nos están haciendo mantener el adelanto de ayer pero no conseguir adelantar nada hoy. En cualquier caso la ruta está siendo muy sencilla de hacer, así que mientras espero a Luis tomándome una cocacola barrunto que podemos desviarnos algo para visitar el Monasterio de la Santa Espina. El desvió nos supondrá hacer entre 10 y 15 kilómetros de más, pero seguro que merecerá la pena y estos kilómetros de más compensarán los que hoy no vamos a poder adelantar.
A las 14:42 proseguimos por carretera hasta La Santa Espina bajando por la vega del río Bajoz. Como llegamos a las 15:05 está cerrado, aunque nos permiten entrar a ver los dos claustros y la sala capitular.Del tirón nos caercamos al bar del pueblo de al lado, San Rafael de la Santa Espina, donde tomamos un bocadillo para reponer fuerzas.
A las 15:40 seguimos camino para volver a repechar a lo alto de los Torozos y seguir por un terreno llano como la palma de la mano en dirección Peñaflor de Hornija, punto de destino en la planificación inicial. Allí nos presentamos, tras otro repecho corto pero empinado llamada Cuesta del Reventón, a las 16:25 tras 67 kilómetros recorridos.
La salida de Peñaflor de Hornija se hace por un camino que vemos que, además de hacer una subida y bajada muy pronunciada, corre después paralelo a la carretera. Y como no nos perdemos nada por no ir por la tierra en ese tramo, seguimos por la carretera hasta lllegar a Wamba, donde tenemos especial interés en visitar la iglesia. Quizá una de las iglesias con más historia de toda España.
Llegamos a Wamba a las 16:50 tras 75 kilómetros recorridos. Vemos que la visita a la iglesia comienza a las 17:00 así que allí esperamos. No viene el cura a quien llevábamos recuerdos de parte del cura de Villalón, sino un guía joven que nos hizo una de las mejores visitas guiadas que recuerdo. Espectacular la iglesia y fantástica la hora que estuvimos allí con el guía. Visita imprescindible para quien aún no la haya visitado.
Proseguimos ruta a las 18:05. Subimos el pequeño cerro del Telégrafo por carretera y nos adentramos por camino hacia Ciguñuela. El camino sigue siendo prácticamente llano por lo que pese a los retrasos de hoy me voy haciendo a la idea de llegar hasta Simancas o Puente Duero.
Antes de llegar a Ciguñuela, en mitad del Camino Real de Castrodeza, se acerca a toda pastilla un trailer con el viento a favor que levanta una polvareda que ni las tormentas del desierto. Como según se va acercando veo que no tiene intención de frenar y nos va a engullir la tormenta de polvo, paro en mitad del cambino y hago gestos para que aminore. El hijo de Satanás apenas lo hace y nos deja sumidos en mitad de la nube de polvo. Mal nacido.
Llegamos a Ciguñuela a las 18:40 tras 82,5 kilómetros recorridos. A mí me parece que aún podemos tratar de hacer otra hora más de pedaleo y presentarnos en Simancas o Puente Duero, pero a Luis le parece que no y además Pani nos informó que aquí hay un albergue muy digno. Así que tras buscar a la que maneja el albergue, una tía seca y árida que apenas nos atendió ni esa tarde ni al día siguiente (qué contraste con los del día anterior de Villalón), nos aposentamos en el albergue y nos fuimos a cenar, tras la oportuna ducha, al único bar que vimos abierto. Buena cena y a retirarnos a los aposentos a descansar, que aunque ahora las etapas no son montañosas como al principio, el calor y el kilometraje que hacemos a diario también cansan lo suyo.
Hoy hemos pasado por: Villalón de Campos, Cuenca de Campos, Moral de la Reina, Tamariz de Campos, Medina de Rioseco, Valverde de Campos, Castromonte, Monasterio de la Santa Espina, San Rafael de la Santa Espina, Peñaflor de Hornija, Wamba, Ciguñuela.
Distancia ascendiendo: 39,78 km
Desnivel acumulado positivo: 512,50 metros
Porcentaje máximo de subida: 11,67%
Porcentaje máximo de bajada: 6,49%
Tiempo pedaleando: 4:46 horas
Tiempo ascendiendo: 2:35 horas
Vel. media en movimiento: 17,32 km/h
Vel. media total: 8,90 km/h
Vel. máxima: 41,79 km/h
Cuenca de Campos
Iglesia de San Juan en Tamariz de Campos
El Camino en la séptima esclusa del Canal de Castilla
Canal de Castilla
En el cerro del Telégrafo a la salida de Wamba
Por el Camino Real de Castrodeza
En la séptima esclusa del Canal de Castilla
Monasterio de La Santa Espina
Wamba
Junto al guía en el osario de la iglesia de Wamba
Portada románica de la iglesia de Wamba
Después del día tan placentero de ayer y habiendo hecho 20 kilómetros de más respecto a lo planificado, la idea de hoy es tratar de no hacer kilómetros de menos para tratar de mantener lo ganado respecto a la planificación o incluso aumentarlo si el día de hoy se nos da como el de ayer.
Con esa idea nos levantamos, permitiéndonos el lujo de no madrugar, para ver cómo el día amanace de nuevo soleado pero fresco. Desayunamos un café con galletas que los hospitaleros nos ofrecen muy amablemente y vamos a comprar algo de comida en una tienda justo al lado de la plaza para tener por si acaso se tercia. Y empezamos a dar pedales a las 09:25.
La planificación inicial era comer aproximadamente por Medina de Rioseco y terminar etapa en Peñaflor de Hornija. Si mantenemos el adelanto de ayer veremos si podemos comer en Castromonte y dormir en Ciguñuela. Y si adelantáramos otros 20 kilómetros también hoy, podríamos comer en Peñaflor de Hornija y dormir en Puente Duero.
La salida desde Villalón de Campos se hace por la Vía Verde de Tierra de Campos, prácticamente llana y bien acondicionada, con lo que te plantas en Cuenca de Campos sin darte cuenta. Hasta Moral de la Reina y Tamariz de Campos se va por camino sin ninguna dificultad. En Tamariz de Campos nos plantamos a las 10:50 tras 20 kilómetros de etapa. Mientras hacemos unas fotos a unos restos de un torreón de la iglesia de San Juan, Luis desaparece. Haciendo tiempo esperándole aprovecho para hacer una gestión por teléfono. Termino de hablar y Luis sigue sin aparecer. Me supongo que le habrán aparecido de nuevo los problemas estomacales y habrá ido a buscar un sitio donde deponer su actitud. Pasada media hora logramos hablar por teléfono y me dice que se volvió al otro lado del pueblo pensando que deberíamos continuar por allí. Una vez desecho el entuerto, y habiendo perdido media hora, seguimos camino siguiendo la vega del río Sequillo en dirección Canal de Castilla y Medina de Rioseco.
El Canal de Castilla lo alcanzamos a la altura de la séptima esclusa a las 12:00 y tras 25 kilómetros de etapa. Luis me había dicho por la mañana que no habíamos revisado en todo el Camino la presión de las ruedas y yo pensé para mí que si no veíamos nada anormal no teníamos necesidad ninguna de revisar las ruedas. Pues bingo; justo antes de parar en la esclusa Luis detecta pinchazo en su rueda trasera. Tras media hora para cambiar la cámara y comernos lo que habíamos comprado por la mañana, seguimos por un sendero bordeando el Canal de Castilla hasta llegar a Medina de Rioseco. Lo hacemos por el Arco de San Sebastián a las 13:05 tras 32,80 kilómteros recorridos.
Tras breve parada a sellar en la Iglesia de Santa Cruz, seguimos por carretera en dirección Valverde de Campos. Tras Valverde la carretera repecha algo para remontar los Montes Torozos. Luis se queda lejos en el llano y perdido en el repecho. Tras el repecho, de apenas 2 kilómetros y que se sube sin problema, se vuelve a llanear hasta llegar a Montecastro donde llego a las 14:05 tras 47,5 kilómteros recorridos.
La media hora de pérdida en Tamariz más la otra media en la esclusa nos están haciendo mantener el adelanto de ayer pero no conseguir adelantar nada hoy. En cualquier caso la ruta está siendo muy sencilla de hacer, así que mientras espero a Luis tomándome una cocacola barrunto que podemos desviarnos algo para visitar el Monasterio de la Santa Espina. El desvió nos supondrá hacer entre 10 y 15 kilómetros de más, pero seguro que merecerá la pena y estos kilómetros de más compensarán los que hoy no vamos a poder adelantar.
A las 14:42 proseguimos por carretera hasta La Santa Espina bajando por la vega del río Bajoz. Como llegamos a las 15:05 está cerrado, aunque nos permiten entrar a ver los dos claustros y la sala capitular.Del tirón nos caercamos al bar del pueblo de al lado, San Rafael de la Santa Espina, donde tomamos un bocadillo para reponer fuerzas.
A las 15:40 seguimos camino para volver a repechar a lo alto de los Torozos y seguir por un terreno llano como la palma de la mano en dirección Peñaflor de Hornija, punto de destino en la planificación inicial. Allí nos presentamos, tras otro repecho corto pero empinado llamada Cuesta del Reventón, a las 16:25 tras 67 kilómetros recorridos.
La salida de Peñaflor de Hornija se hace por un camino que vemos que, además de hacer una subida y bajada muy pronunciada, corre después paralelo a la carretera. Y como no nos perdemos nada por no ir por la tierra en ese tramo, seguimos por la carretera hasta lllegar a Wamba, donde tenemos especial interés en visitar la iglesia. Quizá una de las iglesias con más historia de toda España.
Llegamos a Wamba a las 16:50 tras 75 kilómetros recorridos. Vemos que la visita a la iglesia comienza a las 17:00 así que allí esperamos. No viene el cura a quien llevábamos recuerdos de parte del cura de Villalón, sino un guía joven que nos hizo una de las mejores visitas guiadas que recuerdo. Espectacular la iglesia y fantástica la hora que estuvimos allí con el guía. Visita imprescindible para quien aún no la haya visitado.
Proseguimos ruta a las 18:05. Subimos el pequeño cerro del Telégrafo por carretera y nos adentramos por camino hacia Ciguñuela. El camino sigue siendo prácticamente llano por lo que pese a los retrasos de hoy me voy haciendo a la idea de llegar hasta Simancas o Puente Duero.
Antes de llegar a Ciguñuela, en mitad del Camino Real de Castrodeza, se acerca a toda pastilla un trailer con el viento a favor que levanta una polvareda que ni las tormentas del desierto. Como según se va acercando veo que no tiene intención de frenar y nos va a engullir la tormenta de polvo, paro en mitad del cambino y hago gestos para que aminore. El hijo de Satanás apenas lo hace y nos deja sumidos en mitad de la nube de polvo. Mal nacido.
Llegamos a Ciguñuela a las 18:40 tras 82,5 kilómetros recorridos. A mí me parece que aún podemos tratar de hacer otra hora más de pedaleo y presentarnos en Simancas o Puente Duero, pero a Luis le parece que no y además Pani nos informó que aquí hay un albergue muy digno. Así que tras buscar a la que maneja el albergue, una tía seca y árida que apenas nos atendió ni esa tarde ni al día siguiente (qué contraste con los del día anterior de Villalón), nos aposentamos en el albergue y nos fuimos a cenar, tras la oportuna ducha, al único bar que vimos abierto. Buena cena y a retirarnos a los aposentos a descansar, que aunque ahora las etapas no son montañosas como al principio, el calor y el kilometraje que hacemos a diario también cansan lo suyo.
Hoy hemos pasado por: Villalón de Campos, Cuenca de Campos, Moral de la Reina, Tamariz de Campos, Medina de Rioseco, Valverde de Campos, Castromonte, Monasterio de la Santa Espina, San Rafael de la Santa Espina, Peñaflor de Hornija, Wamba, Ciguñuela.
lunes, 7 de octubre de 2013
Día 8 Mansilla de las Mulas - Villalón de Campos. 76,50 Km
Kilómetros: 76,50
Distancia ascendiendo: 33,53 km
Desnivel acumulado positivo: 301,80 metros
Porcentaje máximo de subida: 5,58%
Porcentaje máximo de bajada: 5,43%
Tiempo pedaleando: 4:26 horas
Tiempo ascendiendo: 2:12 horas
Vel. media en movimiento: 17,23 km/h
Vel. media total: 9,89 km/h
Vel. máxima: 43,43 km/h
Entrada a El Burgo Ranero
Grajal de Campos
Santervás de Campos
Cerca de Fontihoyuelo
Plaza de Villalón de Campos
Cerca de Bercianos del Real Camino
Sahagún
San Tirso en Sahagún
La etapa de hoy es llana como la palma de la mano comparada con las de los días anteriores. Días en los que hemos hecho desniveles acumulados de más de 2.000 metros con rampas de desnivel superior al 30%. Hoy será custión simplemente de dar pedales con tranquilidad. Y como ya tenemos las patas como robles y con este terreno tan llano, seguramente hoy hagamos más kilómetros que los planificados, que son 60. Todo dependerá de cómo se nos vaya dando el día y de las distancias entre los pueblos con alojamiento. Ahora recorreremos el Camino de Madrid y las distancias entre los pueblos son mayores y no todos tienen alojamiento. Si conseguimos hacer hoy más kilómetros de los planificados, y lo volviéramos a hacer otro día más, conseguiríamos acortar el Camino en 2 días respecto a los 14 inicialmente planificados.
Hoy se nota que hemos hecho noche en uno de los albergues más concurridos del Camino Francés: hasta arriba de gente y a partir de las 6 de la mañana todos los andarines haciendo ruido al recoger para marcharse. Nosotros hoy no tenemos prisa por madrugar y dejamos que casi a las 9, cuando sólo quedamos nosotros dos, venga el hospitalero a echarnos de la cama mientras va a abriendo las ventanas de las habitaciones para airear tanta humanidad concentrada.
Desayunamos al lado del albergue y nos ponemos en ruta a las 09:45. El día es soleado y la mañana algo fresca. Tenemos que hacer unos 40 kilómetros por el Camino Francés, recorriéndolo a la inversa, hasta Sahagún. Se nota que hay mucha gente que hace el Camino en estas fechas de septiembre evitando los calores de los meses de verano. En sólo estos 40 kilómetros me canso de decir "buen camino" a tanto peregrino con el que nos cruzamos, seguro que más de un centenar; y muchos de ellos en bici. Hay más de uno que nos dice que vamos en el otro sentido. Esta parte del Camino es bastante monótona. Son llanos interminables sin ningún atractivo. A lo lejos, en paralelo al Camino, veo las montañas que hasta ayer mismo nos engullían; parecen ahora tan lejanas.
En El Burgo Ranero paramos a tomar algo de media mañana en el Piedras Blancas, justo enfrente del albergue municipal, un sitio muy majo y con buen trato; son las 11:15 y llevamos ya 20 kilómetros, lo que significa tener hecho un tercio de la etapa casi sin darnos cuenta.
A las 13:05 llegamos a Sahagún habiendo recorrido 37,5 kilómetros. Paramos a visitar San Tirso y seguimos ruta dejando el Camino Francés y tomando el de Madrid. Dejamos inmediatamente de ver peregrinos para volver a meternos en nuestro solitario Camino.
Por carretera llegamos a Grajal de Campos que tiene un impresionante castillo, pero está cerrado como tantas cosas en este Camino. A partir de aquí vamos a tomar un camino de labor que va siguiendo la margen izquierda del Valderaduey. Llegamos a Arenillas de Valderaduey a las 14:30 y tratamos de buscar un bar para comer, pero el pueblo aparenta estar semiderruido y no tiene ni donde caerse muerto. Perdón si alguien de este pueblo lo lee y se siente ofendido, pero de veras que es la sensación que me dio. Luis se me sigue quedando despistado, ahora no será por las cuestas, y he de volver a recogerle en la fuente a la entrada del pueblo donde se había quedado repostando sus bidones.
Continuamos el camino para hacer por llegar a comer al próximo pueblo, que además resultaba ser el destino planificado de hoy: Santervás de Campos. Antes, en medio del campo, antes de llegar a la carretera que viene de Melgar de Abajo, paro a hablar con un pastor que tiene apenas una veintena de ovejas. Es un hombre mayor, que me dice estar ya jubilado, con su radio al oido y me cuenta alguna noticia de las que estamos prácticamente aislados estos días. Y hablamos de cómo van las cosas con el ganado porque anoche también estuvimos hablando de eso con Eusebio, que es veterinario. Me cuenta que todo son pegas y todo normas sin sentido que impone la Junta de Castilla y León; no les dejan ni respirar. Y a cuenta de tanta norma y tanta burocracia vive de la sopa boba un montón de políticos y funcionarios que no valen para nada. A modo de ejemplo me dice que fueron un día dos en una furgoneta a su casa para sacarle sangre a las gallinas que el hombre tiene en su casa para su uso exclusivamente particular. La sangre a 6 gallinas se les saca en dos minutos escasos. Cuando el hombre les dijo que si también iban a casa de su vecino Resti que tiene unas 12 gallinas, le dijeron que no, que ya irían mañana o pasado. Cuidado no se vayan a eslomar de tanto trabajo útil y eficiente. Y esta gente vendrá, en pareja no vaya a ser que sólo uno se pierda o no pueda con tanto trabajo, con la furgoneta desde Dios sabe donde para tirarse la mañana para sacar sangre a 6 gallinas que tiene este señor y que las tiene sólo para comerse los huevos que pongan. Vaya admistración del latrocinio que padecemos. Es realmente calamitoso e insufrible.
Llegamos a Santervás de Campos a las 15:10. Este era nuestro destino planificado de hoy. Los kilómetros que hagamos por la tarde se los estaremos ganando a la planificación original. La iglesia está cerrada y nos dirigimos al bar del albergue. No hay nadie más que nosotros y el señor tiene poco que ofrecernos. Al final nos ofrece para comer unos garbanzos con tomate y unos filetes con patatas. El sol a esta hora de la tarde aprieta pero los garbanzos calentitos me saben a gloria.
A las 16:15 salimos de Santervás mientras sacamos fotos del ayuntamiento donde ondean, además de las banderas locales y la nacional, las de Estados Unidos y Puerto Rico. Lo mucho o poco de este pueblo lo hacen girar en torno a la figura de Ponce de León, nacido aquí, que fue el primer Gobernador de Puerto Rico en la recién descubierta América. Descubridor también de La Florida. Ponce de León sería en ese momento la persona con más poder y cargo en América despues de Colón.
Salimos de Santervás con idea de hacer casi 20 kilómetros hasta Villalón de Campos, pueblo bien importante donde Pani nos dice que tienen un albergue bien puesto y bien cuidado.
Casi íntegramente por camino nos hacemos el recorrido entre campos de labor que hace sólo dos o tres meses rebosaban vida con los trigales en todo su esplendor, pero ahora ya cosechados no son más que una masa continua de tierra esperando a ser arada para la nueva siembra.
Pasamos por Fontihoyuelo y llegamos a Villalón de Campos a las 17:30. Hemos hecho casi 20 kilómetros extra y estamos en destino aún a media tarde. Hoy tendremos tiempo por primera vez en muchos días para echar una siestecilla y descansar plácidamente toda la tarde.
El albergue está junto a la iglesia de San Juan Baustista y, tal y como nos había dicho Pani, está muy arreglado. Solo hay un andarín. Los hospitaleros son una pareja de jubilados de Málaga que llevan viviendo en Francia casi 40 años. Se alegran de que lleguemos porque así tienen a quien atender y con quien hablar; creo que dijeron que llevaban tres o cuatro días sin peregrino alguno. En el último mes sólo se han alojado 14. Al inscribirnos en el libro de registro veo que soy el pregrino número 1.500 del libro. Los hospitaleros son muy amables y se portan muy bien con nosotros. Ponemos a lavar cosas antes de echarnos la siesta y como cuando termina la lavadora aún estamos terminando la siesta, la señora nos hace el favor de tenderla. Muchas gracias. Este pueblo es grande y tiene muchas tiendas y bares, pero como es lunes la mayoría cierra para cenar y al final solo tenemos la alternativa de cenar en Casa Peña, donde cenamos bastante bien.
Por la tarde habíamos dado una vuelta por el pueblo, visitando su bonita plaza y su espectacular rollo jurisdiccional. Visitamos también la iglesia de San Miguel, de las pocas que hemos podido visitar en el Camino, y hablamos con el párroco de tantas joyas que vamos pasando sin poder visitar; hoy mismo sin ir más lejos, San Pedro de Mazote y Santervás de Campos. Nos recomienda vivamente tratar de ver la iglesia de Wamba. Trataremos de hacerle caso porque llevo mucho tiempo queriendo visitarla.
Hoy hemos pasado por; Mansilla de las Mulas, Reliegos, Villamarco, El Burgo Ranero, Bercianos del Real Camino, Calzada del Coto, Sahagún, Grajal de Campos, Arenillas de Valderaduey, Santervás de Campos, Fontihoyuelo, Villalón de Campos.
Distancia ascendiendo: 33,53 km
Desnivel acumulado positivo: 301,80 metros
Porcentaje máximo de subida: 5,58%
Porcentaje máximo de bajada: 5,43%
Tiempo pedaleando: 4:26 horas
Tiempo ascendiendo: 2:12 horas
Vel. media en movimiento: 17,23 km/h
Vel. media total: 9,89 km/h
Vel. máxima: 43,43 km/h
Entrada a El Burgo Ranero
Grajal de Campos
Santervás de Campos
Cerca de Fontihoyuelo
Plaza de Villalón de Campos
Cerca de Bercianos del Real Camino
Sahagún
San Tirso en Sahagún
La etapa de hoy es llana como la palma de la mano comparada con las de los días anteriores. Días en los que hemos hecho desniveles acumulados de más de 2.000 metros con rampas de desnivel superior al 30%. Hoy será custión simplemente de dar pedales con tranquilidad. Y como ya tenemos las patas como robles y con este terreno tan llano, seguramente hoy hagamos más kilómetros que los planificados, que son 60. Todo dependerá de cómo se nos vaya dando el día y de las distancias entre los pueblos con alojamiento. Ahora recorreremos el Camino de Madrid y las distancias entre los pueblos son mayores y no todos tienen alojamiento. Si conseguimos hacer hoy más kilómetros de los planificados, y lo volviéramos a hacer otro día más, conseguiríamos acortar el Camino en 2 días respecto a los 14 inicialmente planificados.
Hoy se nota que hemos hecho noche en uno de los albergues más concurridos del Camino Francés: hasta arriba de gente y a partir de las 6 de la mañana todos los andarines haciendo ruido al recoger para marcharse. Nosotros hoy no tenemos prisa por madrugar y dejamos que casi a las 9, cuando sólo quedamos nosotros dos, venga el hospitalero a echarnos de la cama mientras va a abriendo las ventanas de las habitaciones para airear tanta humanidad concentrada.
Desayunamos al lado del albergue y nos ponemos en ruta a las 09:45. El día es soleado y la mañana algo fresca. Tenemos que hacer unos 40 kilómetros por el Camino Francés, recorriéndolo a la inversa, hasta Sahagún. Se nota que hay mucha gente que hace el Camino en estas fechas de septiembre evitando los calores de los meses de verano. En sólo estos 40 kilómetros me canso de decir "buen camino" a tanto peregrino con el que nos cruzamos, seguro que más de un centenar; y muchos de ellos en bici. Hay más de uno que nos dice que vamos en el otro sentido. Esta parte del Camino es bastante monótona. Son llanos interminables sin ningún atractivo. A lo lejos, en paralelo al Camino, veo las montañas que hasta ayer mismo nos engullían; parecen ahora tan lejanas.
En El Burgo Ranero paramos a tomar algo de media mañana en el Piedras Blancas, justo enfrente del albergue municipal, un sitio muy majo y con buen trato; son las 11:15 y llevamos ya 20 kilómetros, lo que significa tener hecho un tercio de la etapa casi sin darnos cuenta.
A las 13:05 llegamos a Sahagún habiendo recorrido 37,5 kilómetros. Paramos a visitar San Tirso y seguimos ruta dejando el Camino Francés y tomando el de Madrid. Dejamos inmediatamente de ver peregrinos para volver a meternos en nuestro solitario Camino.
Por carretera llegamos a Grajal de Campos que tiene un impresionante castillo, pero está cerrado como tantas cosas en este Camino. A partir de aquí vamos a tomar un camino de labor que va siguiendo la margen izquierda del Valderaduey. Llegamos a Arenillas de Valderaduey a las 14:30 y tratamos de buscar un bar para comer, pero el pueblo aparenta estar semiderruido y no tiene ni donde caerse muerto. Perdón si alguien de este pueblo lo lee y se siente ofendido, pero de veras que es la sensación que me dio. Luis se me sigue quedando despistado, ahora no será por las cuestas, y he de volver a recogerle en la fuente a la entrada del pueblo donde se había quedado repostando sus bidones.
Continuamos el camino para hacer por llegar a comer al próximo pueblo, que además resultaba ser el destino planificado de hoy: Santervás de Campos. Antes, en medio del campo, antes de llegar a la carretera que viene de Melgar de Abajo, paro a hablar con un pastor que tiene apenas una veintena de ovejas. Es un hombre mayor, que me dice estar ya jubilado, con su radio al oido y me cuenta alguna noticia de las que estamos prácticamente aislados estos días. Y hablamos de cómo van las cosas con el ganado porque anoche también estuvimos hablando de eso con Eusebio, que es veterinario. Me cuenta que todo son pegas y todo normas sin sentido que impone la Junta de Castilla y León; no les dejan ni respirar. Y a cuenta de tanta norma y tanta burocracia vive de la sopa boba un montón de políticos y funcionarios que no valen para nada. A modo de ejemplo me dice que fueron un día dos en una furgoneta a su casa para sacarle sangre a las gallinas que el hombre tiene en su casa para su uso exclusivamente particular. La sangre a 6 gallinas se les saca en dos minutos escasos. Cuando el hombre les dijo que si también iban a casa de su vecino Resti que tiene unas 12 gallinas, le dijeron que no, que ya irían mañana o pasado. Cuidado no se vayan a eslomar de tanto trabajo útil y eficiente. Y esta gente vendrá, en pareja no vaya a ser que sólo uno se pierda o no pueda con tanto trabajo, con la furgoneta desde Dios sabe donde para tirarse la mañana para sacar sangre a 6 gallinas que tiene este señor y que las tiene sólo para comerse los huevos que pongan. Vaya admistración del latrocinio que padecemos. Es realmente calamitoso e insufrible.
Llegamos a Santervás de Campos a las 15:10. Este era nuestro destino planificado de hoy. Los kilómetros que hagamos por la tarde se los estaremos ganando a la planificación original. La iglesia está cerrada y nos dirigimos al bar del albergue. No hay nadie más que nosotros y el señor tiene poco que ofrecernos. Al final nos ofrece para comer unos garbanzos con tomate y unos filetes con patatas. El sol a esta hora de la tarde aprieta pero los garbanzos calentitos me saben a gloria.
A las 16:15 salimos de Santervás mientras sacamos fotos del ayuntamiento donde ondean, además de las banderas locales y la nacional, las de Estados Unidos y Puerto Rico. Lo mucho o poco de este pueblo lo hacen girar en torno a la figura de Ponce de León, nacido aquí, que fue el primer Gobernador de Puerto Rico en la recién descubierta América. Descubridor también de La Florida. Ponce de León sería en ese momento la persona con más poder y cargo en América despues de Colón.
Salimos de Santervás con idea de hacer casi 20 kilómetros hasta Villalón de Campos, pueblo bien importante donde Pani nos dice que tienen un albergue bien puesto y bien cuidado.
Casi íntegramente por camino nos hacemos el recorrido entre campos de labor que hace sólo dos o tres meses rebosaban vida con los trigales en todo su esplendor, pero ahora ya cosechados no son más que una masa continua de tierra esperando a ser arada para la nueva siembra.
Pasamos por Fontihoyuelo y llegamos a Villalón de Campos a las 17:30. Hemos hecho casi 20 kilómetros extra y estamos en destino aún a media tarde. Hoy tendremos tiempo por primera vez en muchos días para echar una siestecilla y descansar plácidamente toda la tarde.
El albergue está junto a la iglesia de San Juan Baustista y, tal y como nos había dicho Pani, está muy arreglado. Solo hay un andarín. Los hospitaleros son una pareja de jubilados de Málaga que llevan viviendo en Francia casi 40 años. Se alegran de que lleguemos porque así tienen a quien atender y con quien hablar; creo que dijeron que llevaban tres o cuatro días sin peregrino alguno. En el último mes sólo se han alojado 14. Al inscribirnos en el libro de registro veo que soy el pregrino número 1.500 del libro. Los hospitaleros son muy amables y se portan muy bien con nosotros. Ponemos a lavar cosas antes de echarnos la siesta y como cuando termina la lavadora aún estamos terminando la siesta, la señora nos hace el favor de tenderla. Muchas gracias. Este pueblo es grande y tiene muchas tiendas y bares, pero como es lunes la mayoría cierra para cenar y al final solo tenemos la alternativa de cenar en Casa Peña, donde cenamos bastante bien.
Por la tarde habíamos dado una vuelta por el pueblo, visitando su bonita plaza y su espectacular rollo jurisdiccional. Visitamos también la iglesia de San Miguel, de las pocas que hemos podido visitar en el Camino, y hablamos con el párroco de tantas joyas que vamos pasando sin poder visitar; hoy mismo sin ir más lejos, San Pedro de Mazote y Santervás de Campos. Nos recomienda vivamente tratar de ver la iglesia de Wamba. Trataremos de hacerle caso porque llevo mucho tiempo queriendo visitarla.
Hoy hemos pasado por; Mansilla de las Mulas, Reliegos, Villamarco, El Burgo Ranero, Bercianos del Real Camino, Calzada del Coto, Sahagún, Grajal de Campos, Arenillas de Valderaduey, Santervás de Campos, Fontihoyuelo, Villalón de Campos.
Día 7. Lugueros - Mansilla de las Mulas. 93,64 Km
Kilómetros: 93,16
Distancia ascendiendo: 30,98 km
Desnivel acumulado positivo: 1.340,80 metros
Porcentaje máximo de subida: 26,11%
Porcentaje máximo de bajada: 33,29%
Tiempo pedaleando: 5:07 horas
Tiempo ascendiendo: 2:04 horas
Vel. media en movimiento: 18,22 km/h
Vel. media total: 8,73 km/h
Vel. máxima: 50,11 km/h
San Miguel de Escalada
San Miguel de Escalada
Con Marga en Mansilla
Boñar
Gradefes
Cementerio del patio del claustro de Gradefes
Con los peregrinos en el albergue de Mansilla de las Mulas
El día amanece soleado pero muy fresco. Hay que abrigarse bien porque los primeros kilómetros son en bajada y el frío se nota mucho hasta que el sol no empiece a calentar a media mañana. Me levanto con cierta tristeza pensando en que dentro de sólo un rato saldremos definitivamente del entorno de los Picos de Europa y llegaremos a la meseta abandonando estas impresionantes montañas.
Aunque el día tiene planificado más de 80 kilómetros, muchos son llaneando o en ligera bajada, por lo que madrugamos lo justo. Después de lo que hemos pasado los dos últimos días, que nos echen lo que quieran que ya no nos da miedo nada. Después de recoger la cabaña y dejarla lo más adecentada posible (qué menos si Eusebio no nos va a cobrar nada por usarla), empezamos a dar pedales a las 08:45.
La carretera hasta Valdepiélago es una bajada casi constante que atraviesa las Hoces de Valdeteja. Sé que son los últimos kilómetros entre estas impresionantes montañas que tanto he disfrutado estos días. Para no irme con tristeza paramos un último momento en la cascadadel Valdorria, justo después de pasar Nocedo de Curueño. A diferencia de cuando vengo por aquí en verano, ahora no hay nadie y podemos estar drisfrutando tranquilamente viendo caer el agua a borbotones por las paredes mientras las gotas que se elevan por el aire hacen centellear la incipiente luz que hay a esta temprana hora de la mañana.
Me subo en la bici mientras me despido mentalmente de este magnífico valle, del Curueño, del Bodón, de las hoces y de toda la montañan de los Picos de Europa que hemos disfrutado estos días. Al pasar Montuerto parece como si de repente las montañas desaparecieran y el paisaje cambia drásticamente para empezar a mostrar una sucesión de montes que presagian la cercana presencia de la meseta castellana.
Desde Valdepiélago seguimos en dirección Boñar, donde entramos por su barrio de Las Ollas, y paramos a desayunar en un bar de la plaza. Son las 10:30 y llevamos recorridos 25 kilómetros. Para desayunar nos ponen lo que Pani hubiera bautizado como tostada palmera: una deliciosa tostada de un palmo de altura.
Desde Boñar continuamos unos pocos kilómetros por carretera llana hasta Palazuelo de Boñar y Vegaquemada. En ese punto giramos en breve pero fuerte subida hacia Laíz de las Arrimadas. Este giro busca recorrer el valle donde se sitúan los pueblos de las Arrimadas para retomar, cerca de Cistierna, el Camino Vadininiense que desde Potes habíamos recorrido hasta Riaño.
Llegamos a La Ercina, último punto de ascenso del día de hoy, a las 12:15 tras 41 kilómetros recorridos. . Me paro a esperar a Luis mientras como unos frutos secos. Según lo planificado, el día de hoy es un coser y cantar compradao con los días anteriores. Vamos por carreteras locales y estamos haciendo muchos kilómetros sin dificultad. Y a partir de ahora más aún, porque la carretera ya no sólo hará más que llanear en leve bajada hasta nuestro destino de hoy. Da la sensación de que hoy haremos muchos kilómetros sin esfuerzo.
A partir de ese punto recorremos un solitario valle que conforma el río Valdellorma en un sinfín de verdes colinas. A nuestro alrededor se suceden robledales autóctonos y pinares de repoblación en las laderas, y chopos, álamos y fresnos en la ribera.
Llegamos a Garfín a las 13:30 tras 59 kilómetros recorridos. Me da la sensación que la iglesia está abierto y miro por si pudiéramos sellar, pero están en plena misa y desisto. En su lugar paramos en el bar de la plaza, qué remedio. Frente al bar hay unos bancos a la sombra donde podremos comer algo de embutido que llevábamos encima. Al terminar de comer volvemos a entrar al bar a tomar un café y al salir encontramos sentada en los bancos donde habíamos comido a una muy puesta de domingo, de unos treinta y pico, dándole al chat del móvil. Le digo que se quite los tacones y se ponga el culotte para acompañarnos. Parece que la idea no le gusta mucho. Dice que no es del pueblo, que está visitiando a unos familiares y que vive cerca de Bilbao. No me extraña que esté con el móvil todo el rato; igualito es el ajetreo de una ciudad comparado con lo que se abrurrirá en un pueblo pequeño que no es ni el suyo.
Tras una hora para comer relajadamente, continuamos camino hacia nuestra próxima parada. Se trata de Gradefes, donde quiero visitar el monasterio de Santa María la Mayor, del siglo XXII, que resulta ser uno de los pocos de monjas creados bajo el Císter, construido con el impulso económico de Teresa Petri, de la cercana Rueda del Almirante. Es el único monasterio cisterciense femenino con girola de España y el primero que se construyó en el mundo. La orden del Císter surgió como respuesta a la dominante, enriquecida y ostentosa orden del Cluny que no hacía más que acumular poder y riqueza. El Císter buscaba resucitar las austeras reglas de San Benito inspiradas en la más absoluta pobreza y obligación de trabajo manual. Los monasterios cistercienses se consideran un estilo de transción entre el románico y el gótico. En España tenemos infinidad de maravillas como esta de Gradefes, cargadas en algunos casos con más de mil años de hisoria, que son completamente desconocidas y, en muchos casos, dejadas en casi completo abandono. Es una lástima.
El caso es que al llegar a Gradefes vemos que el monasterio está cerrado hasta las cuatro y son las tres. Hay tiempo de sobra estar tarde para llegar a Mansilla. Así que decidimos esperar en la terraza arbolada de un bar a que abran. Y es un acierto porque al entrar al monasterio nos recibe una monja muy amable que nos sella y enseña el claústro, cuyo patio usan como cementerio de la comunidad, la sala capitular y la iglesia por dentro y por fuera.
Continuamos a por la siguiente maravilla arquitectóica de hoy: San Miguel de Escalada. Otro ejemplo de maravilla casi olvidada y escasamente protegida en la que los analfabetos que tanto abundan pintan o raspan las inscripciones milenarias de sus piedras para poner que quieren mucho a la Jessi o cualquier otra pamplina. Cuanto débil mental hay suelto.
Llegamos a San Miguel de Escalada a las 17:30, media hora después de salir de Gradefes. La visita a San Miguel la hacemos con un guía con el que da gusto hacerla. No sólo se nota que conoce lo que explica, sino que le gusta y está realmente versado. Durante la visita hablamos con él de las cercanas ruinas de Lancia, del Valle del Silencio y San Genadio, del prerrománico asturiano de Santa Cristina de Lena y de alguna otras cosas tan ligadas a este maravilloso sitio.
Terminamos la visita a las 18:20 enseñándonos el colindante pozo. Hasta hace poco tenía su correspondiente brocal, pero un autobús de turistas se lo llevó de pegatina. Ahora el pozo tiene una tapadera a la altura del suelo. Al abrirla vemos lo finamente revestido que está con piedra de sillar.
El guía nos dice que tenemos hasta Mansilla de las Mulas 13 kilómetros, todos llanos. Los hacemos tranquilamente a sabiendas de que nos queda poco, aunque los muchos kilómetros de hoy ya se van notando en las piernas. Llegamos a Mansilla a las 19:00.
Después de tantos días pasando por sitios donde los albergues estaban cerrados o éramos los únicos alojados, hemos llegado al Camino Francés y nos encontramos el albergue abarrotado de gente. Le pregunto a la hospitalera a qué hora cierra para dormir y me dice que a las 10.Como a lo largo del día he hablado con Eusebio y me ha dicho que nos veamos para cenar, pues como que nos pilla mal porque Eusebio no puede estar en Mansilla antes de esa hora.
La hospitalera me dice que hay un albergue privado en la otra parte del pueblo, El Jarrdín del Camino se llama. Le digo a Luis que vayamos a ver si hay sitio porque allí nos dejaran llegar a dormir más tarde y podremos cenar con Eusebio. La hospitalera nos dice que sólo le quedan unas pocas plazaas, así que si en el otro albergue no hay sitio habremos de volver rápido para no quedarnos sin sitio aquí también.
Y nos llegamos al tal Jardín del Camino. Está muy bien puesto, justo a la entrada del Camino Francés, con su concha, con su flecha amarilla enorme indicando la entrada y con la palabra albergue bien grande en la fachada. Tienen un jardín espléndido y entro casco en mano, sudado y con cara de haber estado todo el día pedaleando bajo el sol a lo que suponía una recepción de un albergue de peregrinos, pero que veo que es una barra de un bar en lo después supe que realmente es una fábrica de embutido reconvertida en bar. Pregunto en la barra si es ahí la recepción del albergue y me dicen dos chicas que hay atendiendo que sí, y que espere un momento. El momento se convierte en casi 15 minutos de pie, esperando como un pelele, con la angustia de no saber si había habitación y si en este tiempo me estaba quedando sin habitación también en el otro albergue. Cuando ya me canso de ver poner cervezas y cervezas, incluso a gente que había entrado más tarde que yo, y de no atenderme en los 15 minutos que llevo allí sólo para que me digan si tienen camas para dormir esa noche, le digo a la más cercana de la barra que si me atiende de una vez. Como me dice que está terminando de poner cañas y pinchos, le pregunto ya a grandes voces que si esa barra es la recepción del albergue de peregrinos, que sólo necesito saber si hay camas disponibles y que llevo viendo poner cañas 15 minutos sin que me den esa simple respuesta. Después de tratar de justificarse extrañamente por tres o cuatro veces el que no me atendiera, me dice finalmente que no hay camas disponibles. Salgo deseando buen día a grandes voces y lamentando que por donde salgo en vez de haber puerta hay una simple cortinilla. Si hubiera habido puerta, de seguro habría dado tal portazo que la hubiera dejado encajada de tal forma que no la hubieran podido abrir más que picando con una maza.
No se puede tener la desvergüenza de tener la concha, la flecha y la palabra albergue, para no parar de poner raciones y cañas a gente vestida con su ropa de domingo y que no tiene prisa ninguna, mientras dejas de pie a un humilde peregrino que viene cansado y demacrado de peregrinar 90 kilómetros ese día. Para además al final dejarle tirado en la calle sin más. Peregrinos: estos del albergue el Jardín del Camino de Mansilla de las Mulas son unos jetas, que no saben lo que es un peregrino ni lo que es un albergue de peregrinos. Unos jetas, unos aprovechados y unos sinvergüenzas. Evitemos estos sitios y así evitaremos que saquen provecho de las necesidades que uno tiene cuando peregrina. Los albergues de peregrinos ayudan al peregrino, no desatienden al peregrino que entra por su puerta ni se aprovechan de él.
Regresamos al albergue municipal donde aún disponen de alguna cama y al relatar lo sucedido en el otro albergue no se extrañan lo más mínimo de lo que contamos. Parece que son unos piezas de cuidado.
La hospitalera, Laura, nos dice que si hemos quedado para cenar que puede hacernos una excepción para llegar a las 11 a dormir. Así que finalmente pudimos cenar con Eusebio y regresar a dormir a las 11. La verdad es que Laura se portó de maravilla con nosotros, por la tarde y por la noche. Qué trato tan distinto al del otro albergue de buitres. Gracias Laura por mantener esa alegría y dispensar ese trato tan amable a los peregrinos. Gracias también a Eusebio por parar en su camino de regreso a León y cenar con nosotros para compartir un buen rato con él. Y gracias por habernos dejado dormir la noche anterior en sus cabañas de Lugueros.
En el albergue coincidimos con una chica, Marga, que resulta ser la madre y tía de unos niños que se ahogaron en el Canal de Castilla hace un par de años en un accidente de circulación. Ella está haciendo el Camino, tal y como lo hacía con hijo en años anteriores, reivindicando que arreglen los pretiles de las carreteras que cruzan el Canal de Castilla. Desde aquí me uno al movimiento que está impulsando: http://www.ibaisiguetucamino.com/
Hoy hemos pasado por: Lugueros, Tolibia de Abajo, Nocedo de Curueño, Montuerto, Valdepiélago, Ranedo de Curueño, Boñar, Palazuelo de Boñar, Vegaquemada, Laíz de las Arrimadas, Santa Colomba de las Arrimadas, Corral de las Arrimadas, Barrillos de las Arrimadas, Acisa de las Arrimadas,La Ercina, Frenedo de Valdellorma, Palacio de Valdellorma, Valporquero de Rueda, San Bartolomé de Rueda, Garfín, Valdealcón, Nava de los Caballeros, Gradefes, Cifuentes de Rueda, Casasola de Rueda, Rueda de Almirante, San Miguel de Escalada, Vega de los Arboles, Valle de Mansilla, Villacontilde, Villiguer, Villafalé, Mansilla de las Mulas.
Distancia ascendiendo: 30,98 km
Desnivel acumulado positivo: 1.340,80 metros
Porcentaje máximo de subida: 26,11%
Porcentaje máximo de bajada: 33,29%
Tiempo pedaleando: 5:07 horas
Tiempo ascendiendo: 2:04 horas
Vel. media en movimiento: 18,22 km/h
Vel. media total: 8,73 km/h
Vel. máxima: 50,11 km/h
San Miguel de Escalada
San Miguel de Escalada
Con Marga en Mansilla
Boñar
Gradefes
Cementerio del patio del claustro de Gradefes
Con los peregrinos en el albergue de Mansilla de las Mulas
El día amanece soleado pero muy fresco. Hay que abrigarse bien porque los primeros kilómetros son en bajada y el frío se nota mucho hasta que el sol no empiece a calentar a media mañana. Me levanto con cierta tristeza pensando en que dentro de sólo un rato saldremos definitivamente del entorno de los Picos de Europa y llegaremos a la meseta abandonando estas impresionantes montañas.
Aunque el día tiene planificado más de 80 kilómetros, muchos son llaneando o en ligera bajada, por lo que madrugamos lo justo. Después de lo que hemos pasado los dos últimos días, que nos echen lo que quieran que ya no nos da miedo nada. Después de recoger la cabaña y dejarla lo más adecentada posible (qué menos si Eusebio no nos va a cobrar nada por usarla), empezamos a dar pedales a las 08:45.
La carretera hasta Valdepiélago es una bajada casi constante que atraviesa las Hoces de Valdeteja. Sé que son los últimos kilómetros entre estas impresionantes montañas que tanto he disfrutado estos días. Para no irme con tristeza paramos un último momento en la cascadadel Valdorria, justo después de pasar Nocedo de Curueño. A diferencia de cuando vengo por aquí en verano, ahora no hay nadie y podemos estar drisfrutando tranquilamente viendo caer el agua a borbotones por las paredes mientras las gotas que se elevan por el aire hacen centellear la incipiente luz que hay a esta temprana hora de la mañana.
Me subo en la bici mientras me despido mentalmente de este magnífico valle, del Curueño, del Bodón, de las hoces y de toda la montañan de los Picos de Europa que hemos disfrutado estos días. Al pasar Montuerto parece como si de repente las montañas desaparecieran y el paisaje cambia drásticamente para empezar a mostrar una sucesión de montes que presagian la cercana presencia de la meseta castellana.
Desde Valdepiélago seguimos en dirección Boñar, donde entramos por su barrio de Las Ollas, y paramos a desayunar en un bar de la plaza. Son las 10:30 y llevamos recorridos 25 kilómetros. Para desayunar nos ponen lo que Pani hubiera bautizado como tostada palmera: una deliciosa tostada de un palmo de altura.
Desde Boñar continuamos unos pocos kilómetros por carretera llana hasta Palazuelo de Boñar y Vegaquemada. En ese punto giramos en breve pero fuerte subida hacia Laíz de las Arrimadas. Este giro busca recorrer el valle donde se sitúan los pueblos de las Arrimadas para retomar, cerca de Cistierna, el Camino Vadininiense que desde Potes habíamos recorrido hasta Riaño.
Llegamos a La Ercina, último punto de ascenso del día de hoy, a las 12:15 tras 41 kilómetros recorridos. . Me paro a esperar a Luis mientras como unos frutos secos. Según lo planificado, el día de hoy es un coser y cantar compradao con los días anteriores. Vamos por carreteras locales y estamos haciendo muchos kilómetros sin dificultad. Y a partir de ahora más aún, porque la carretera ya no sólo hará más que llanear en leve bajada hasta nuestro destino de hoy. Da la sensación de que hoy haremos muchos kilómetros sin esfuerzo.
A partir de ese punto recorremos un solitario valle que conforma el río Valdellorma en un sinfín de verdes colinas. A nuestro alrededor se suceden robledales autóctonos y pinares de repoblación en las laderas, y chopos, álamos y fresnos en la ribera.
Llegamos a Garfín a las 13:30 tras 59 kilómetros recorridos. Me da la sensación que la iglesia está abierto y miro por si pudiéramos sellar, pero están en plena misa y desisto. En su lugar paramos en el bar de la plaza, qué remedio. Frente al bar hay unos bancos a la sombra donde podremos comer algo de embutido que llevábamos encima. Al terminar de comer volvemos a entrar al bar a tomar un café y al salir encontramos sentada en los bancos donde habíamos comido a una muy puesta de domingo, de unos treinta y pico, dándole al chat del móvil. Le digo que se quite los tacones y se ponga el culotte para acompañarnos. Parece que la idea no le gusta mucho. Dice que no es del pueblo, que está visitiando a unos familiares y que vive cerca de Bilbao. No me extraña que esté con el móvil todo el rato; igualito es el ajetreo de una ciudad comparado con lo que se abrurrirá en un pueblo pequeño que no es ni el suyo.
Tras una hora para comer relajadamente, continuamos camino hacia nuestra próxima parada. Se trata de Gradefes, donde quiero visitar el monasterio de Santa María la Mayor, del siglo XXII, que resulta ser uno de los pocos de monjas creados bajo el Císter, construido con el impulso económico de Teresa Petri, de la cercana Rueda del Almirante. Es el único monasterio cisterciense femenino con girola de España y el primero que se construyó en el mundo. La orden del Císter surgió como respuesta a la dominante, enriquecida y ostentosa orden del Cluny que no hacía más que acumular poder y riqueza. El Císter buscaba resucitar las austeras reglas de San Benito inspiradas en la más absoluta pobreza y obligación de trabajo manual. Los monasterios cistercienses se consideran un estilo de transción entre el románico y el gótico. En España tenemos infinidad de maravillas como esta de Gradefes, cargadas en algunos casos con más de mil años de hisoria, que son completamente desconocidas y, en muchos casos, dejadas en casi completo abandono. Es una lástima.
El caso es que al llegar a Gradefes vemos que el monasterio está cerrado hasta las cuatro y son las tres. Hay tiempo de sobra estar tarde para llegar a Mansilla. Así que decidimos esperar en la terraza arbolada de un bar a que abran. Y es un acierto porque al entrar al monasterio nos recibe una monja muy amable que nos sella y enseña el claústro, cuyo patio usan como cementerio de la comunidad, la sala capitular y la iglesia por dentro y por fuera.
Continuamos a por la siguiente maravilla arquitectóica de hoy: San Miguel de Escalada. Otro ejemplo de maravilla casi olvidada y escasamente protegida en la que los analfabetos que tanto abundan pintan o raspan las inscripciones milenarias de sus piedras para poner que quieren mucho a la Jessi o cualquier otra pamplina. Cuanto débil mental hay suelto.
Llegamos a San Miguel de Escalada a las 17:30, media hora después de salir de Gradefes. La visita a San Miguel la hacemos con un guía con el que da gusto hacerla. No sólo se nota que conoce lo que explica, sino que le gusta y está realmente versado. Durante la visita hablamos con él de las cercanas ruinas de Lancia, del Valle del Silencio y San Genadio, del prerrománico asturiano de Santa Cristina de Lena y de alguna otras cosas tan ligadas a este maravilloso sitio.
Terminamos la visita a las 18:20 enseñándonos el colindante pozo. Hasta hace poco tenía su correspondiente brocal, pero un autobús de turistas se lo llevó de pegatina. Ahora el pozo tiene una tapadera a la altura del suelo. Al abrirla vemos lo finamente revestido que está con piedra de sillar.
El guía nos dice que tenemos hasta Mansilla de las Mulas 13 kilómetros, todos llanos. Los hacemos tranquilamente a sabiendas de que nos queda poco, aunque los muchos kilómetros de hoy ya se van notando en las piernas. Llegamos a Mansilla a las 19:00.
Después de tantos días pasando por sitios donde los albergues estaban cerrados o éramos los únicos alojados, hemos llegado al Camino Francés y nos encontramos el albergue abarrotado de gente. Le pregunto a la hospitalera a qué hora cierra para dormir y me dice que a las 10.Como a lo largo del día he hablado con Eusebio y me ha dicho que nos veamos para cenar, pues como que nos pilla mal porque Eusebio no puede estar en Mansilla antes de esa hora.
La hospitalera me dice que hay un albergue privado en la otra parte del pueblo, El Jarrdín del Camino se llama. Le digo a Luis que vayamos a ver si hay sitio porque allí nos dejaran llegar a dormir más tarde y podremos cenar con Eusebio. La hospitalera nos dice que sólo le quedan unas pocas plazaas, así que si en el otro albergue no hay sitio habremos de volver rápido para no quedarnos sin sitio aquí también.
Y nos llegamos al tal Jardín del Camino. Está muy bien puesto, justo a la entrada del Camino Francés, con su concha, con su flecha amarilla enorme indicando la entrada y con la palabra albergue bien grande en la fachada. Tienen un jardín espléndido y entro casco en mano, sudado y con cara de haber estado todo el día pedaleando bajo el sol a lo que suponía una recepción de un albergue de peregrinos, pero que veo que es una barra de un bar en lo después supe que realmente es una fábrica de embutido reconvertida en bar. Pregunto en la barra si es ahí la recepción del albergue y me dicen dos chicas que hay atendiendo que sí, y que espere un momento. El momento se convierte en casi 15 minutos de pie, esperando como un pelele, con la angustia de no saber si había habitación y si en este tiempo me estaba quedando sin habitación también en el otro albergue. Cuando ya me canso de ver poner cervezas y cervezas, incluso a gente que había entrado más tarde que yo, y de no atenderme en los 15 minutos que llevo allí sólo para que me digan si tienen camas para dormir esa noche, le digo a la más cercana de la barra que si me atiende de una vez. Como me dice que está terminando de poner cañas y pinchos, le pregunto ya a grandes voces que si esa barra es la recepción del albergue de peregrinos, que sólo necesito saber si hay camas disponibles y que llevo viendo poner cañas 15 minutos sin que me den esa simple respuesta. Después de tratar de justificarse extrañamente por tres o cuatro veces el que no me atendiera, me dice finalmente que no hay camas disponibles. Salgo deseando buen día a grandes voces y lamentando que por donde salgo en vez de haber puerta hay una simple cortinilla. Si hubiera habido puerta, de seguro habría dado tal portazo que la hubiera dejado encajada de tal forma que no la hubieran podido abrir más que picando con una maza.
No se puede tener la desvergüenza de tener la concha, la flecha y la palabra albergue, para no parar de poner raciones y cañas a gente vestida con su ropa de domingo y que no tiene prisa ninguna, mientras dejas de pie a un humilde peregrino que viene cansado y demacrado de peregrinar 90 kilómetros ese día. Para además al final dejarle tirado en la calle sin más. Peregrinos: estos del albergue el Jardín del Camino de Mansilla de las Mulas son unos jetas, que no saben lo que es un peregrino ni lo que es un albergue de peregrinos. Unos jetas, unos aprovechados y unos sinvergüenzas. Evitemos estos sitios y así evitaremos que saquen provecho de las necesidades que uno tiene cuando peregrina. Los albergues de peregrinos ayudan al peregrino, no desatienden al peregrino que entra por su puerta ni se aprovechan de él.
Regresamos al albergue municipal donde aún disponen de alguna cama y al relatar lo sucedido en el otro albergue no se extrañan lo más mínimo de lo que contamos. Parece que son unos piezas de cuidado.
La hospitalera, Laura, nos dice que si hemos quedado para cenar que puede hacernos una excepción para llegar a las 11 a dormir. Así que finalmente pudimos cenar con Eusebio y regresar a dormir a las 11. La verdad es que Laura se portó de maravilla con nosotros, por la tarde y por la noche. Qué trato tan distinto al del otro albergue de buitres. Gracias Laura por mantener esa alegría y dispensar ese trato tan amable a los peregrinos. Gracias también a Eusebio por parar en su camino de regreso a León y cenar con nosotros para compartir un buen rato con él. Y gracias por habernos dejado dormir la noche anterior en sus cabañas de Lugueros.
En el albergue coincidimos con una chica, Marga, que resulta ser la madre y tía de unos niños que se ahogaron en el Canal de Castilla hace un par de años en un accidente de circulación. Ella está haciendo el Camino, tal y como lo hacía con hijo en años anteriores, reivindicando que arreglen los pretiles de las carreteras que cruzan el Canal de Castilla. Desde aquí me uno al movimiento que está impulsando: http://www.ibaisiguetucamino.com/
Hoy hemos pasado por: Lugueros, Tolibia de Abajo, Nocedo de Curueño, Montuerto, Valdepiélago, Ranedo de Curueño, Boñar, Palazuelo de Boñar, Vegaquemada, Laíz de las Arrimadas, Santa Colomba de las Arrimadas, Corral de las Arrimadas, Barrillos de las Arrimadas, Acisa de las Arrimadas,La Ercina, Frenedo de Valdellorma, Palacio de Valdellorma, Valporquero de Rueda, San Bartolomé de Rueda, Garfín, Valdealcón, Nava de los Caballeros, Gradefes, Cifuentes de Rueda, Casasola de Rueda, Rueda de Almirante, San Miguel de Escalada, Vega de los Arboles, Valle de Mansilla, Villacontilde, Villiguer, Villafalé, Mansilla de las Mulas.
jueves, 3 de octubre de 2013
Día 6. Portilla de la Reina - Lugueros. 89,63 Km
Kilómetros: 89,63
Distancia ascendiendo: 47,53 km
Desnivel acumulado positivo: 2.494,50 metros
Porcentaje máximo de subida: 23,10%
Porcentaje máximo de bajada: 21,93%
Tiempo pedaleando: 6:38 horas
Tiempo ascendiendo: 4:28 horas
Vel. media en movimiento: 13,50 km/h
Vel. media total: 7,18 km/h
Vel. máxima: 52,54 km/h
Riaño
Puerto de Tarna
Collado Pinzón
Collado de las Agujas
Recuerdo a mi padre
Puerto de Las Señales
Valle del río Pinzón
Collado de las Agujas
Nos despertamos temprano para hacer la etapa largísima que se aventura hoy. Desayunamos en el albergue medio estrujados y de pie en el vestíbulo porque el alberguero no ha abierto el salón y nos ha dejado preparado un termo con café y unas magdalenas. Regulín, regulín.
Está amaneciendo y el día aparenta fresco con alguna nube. Comenzamos a rodar con las primeras luces, a las 8:00. Bajamos por carretera en dirección Riaño terminando de completar las hoces que el Esla forma en la bajada desde San Glorio. Ayer ya recorrimos la gran mayoría pero como era ya casi de noche y estábamos como estábamos las disfrutamos más bien poco. Hoy voy fijándome más en los farallones calizos que atravesamos.
La carretera es mayoritariamente de bajada, por lo que después de parar a sellar un momento en Boca de Huérgano, nos llegamos hasta Riaño sin apenas darnos cuenta. Son las 9:15 y llevamos recorridos 19 kilómetros. Justo antes de llegar a Riaño veo dos corzos que se internan a grandes saltos en la maleza. Habrían bajado al embalse a beber.
Desde Riaño enfilamos por carretera en dirección puerto del Pontón bordeando el embalse de Riaño. Las vistas de las montañas reflejándose en el agua con el sol recién amanecido son espectaculares. Miro en dirección al valle del puerto del Tarna y lo veo muy nublado pero aparenta no llover.
En el cruce para desviarse hacia el puerto del Tarna espero a que llegue Luis. Aunque parece que lleva un ritmo algo lento, son las 10 de la mañana y hemos recorrido 28 kilómetros, lo que entra dentro de la planificación.
A partir de aquí la carretera va subiendo poco a poco adentrándose en el valle que luego conforma el puerto del Tarna. A la altura de Lario veo un bar abierto en mitad de la carretera. Apoyo la bici en un pretil para que Luis la vea claramente al pasar y entro a tomar un café. Pasados quince minutos me parece extraño que se demore tanto y salgo a mirar. Junto a la bici ha aparcado un camión que aunque no la tapa, sí que la ha dejado algo menos visible. Entro al bar y pregunto de quien es el camión que ha aparcado así en mitad de la calle. Y es de uno que había entrado hacía cinco minutos y se había quedado al lado de la puerta. Como sé lo despistado que es Luis y que siendo las horas que son igual irá hablando con Sonsoles, me quedo con la incognita de si habrá pasado o no. Al medio blasfemar contra el del cambión me dice que ha visto pasar a un ciclista que iba empujando la bici. Aunque el terreno es llano y debiera ir dando pedales, no me cabe duda de que se trata de Luis. Pago a toda prisa y salgo como una centella. Me voy tan escopetado que me olvido de recoger las vueltas. El café me ha salido por cinco euros. Ole la generosidad.
Aquí en Lario, o en el muy cercano Acebedo, es donde según la planificación inicial debiéramos haber dormido hoy tras salir de Posada de Valdeón, haber subido Panderruedas y haber cruzado el Pármade hasta Polvoredo. Eso significa que hemos ganado un día por no haber subido ayer la Remoña y haber bordeado en su lugar las montañas por carretera.
Al llegar a Uña hay una fuente en mitad del pueblo. Paro a repostar y saludo a uno que pasa en bici de carretera. Al poco de salir de Uña, donde empiezan las pistas que los excursionistas tomar para subir desde aquí a la zona de Peña Ten por el valle que forma la Hoya de Bordecazo alcanzo a Luis. Se acababa de parar porque al adelantarle el ciclista que yo acababa de saludar en Uña le ha preguntado si había visto a alguien con bici con alforjas y le dijo que lo llevaba justo detrás. Luis es como las mujeres, pregunta a todo el mundo. Otra cosa es que le sirva de algo. Son las 11:00, estamos a 1.200 metros de altitud y llevamos recorridos 39 kilómetros.
A partir de aquí las rampas empiezan a empinarse y si bien alguna es algo exigente sobre todo en los kilómetros finales, el puerto en general se puede subir a tren sin pasar calamidades. Las nubes se van cerrando a medida que ascendemos y corono el puerto del Tarna a las 12:10 después de 47,5 kilómetros de ruta. Estamos a casi 1.500 metros de altitud. El día se ha cerrado mucho y aquí sopla mucho viento. Trato de protegerme como puedo mientras llega Luis hasta que veo que en un edificio destartalado que aparentaba estar abandonado, hay un bar. Está vacío pero está abierto. Al sitio no le echan ni una mano de pintura desde hará más de 60 años. En lo que llega Luis, unos 25 minutos después, voy pidiendo un plato de embutido que seguro que nos entrará bien. Si en Lario que es llano ya iba empujando, me supongo que al menos los kilómetros finales del puerto también los haya hecho empujando.
Después del embutido y los refrescos de cola, que no hay que poner publicidad, salimos para seguir subiendo los 3 kilómetros que nos separan del alto el puerto de Las Señales. Estos kilómetros son muy parecidos a los del Tarna y hacemos cima a las 13:40 después de 50,5 kilómetros. Estamos a 1.630 metros de altitud.
A partir de aquí la ruta planificada marca bajar el valle en dirección Puebla de Lillo para, en unos 6 kilómetros, a la altura del río Pinzón, tomar un camino a la derecha que remonta el valle del Pinzón hasta atravesar el collado del mismo nombre. Desde el Collado Pinzón se hacen unos pocos de kilómetros de bajada hasta Isoba. Remontar hasta el collado Pinzón nos ahorra tener que bajar hasta Puebla de Lillo y subir entero el Puerto de San Isidro. La carretera hace eso para dar la vuelta entera a la Sierra de las Porracas y al pico San Justo, que vemos alzarse majestuosamente delante nuestro con sus casi 2.000 metros de altura.
De estos kilómetros por el Collado Pinzón no poseo información alguna. Cuando planifiqué la ruta vi que era un atajo para no dar una vuelta tan grande a Porracas y a San Justo, pero no había visto track alguno en ningún sitio ni descripción de este tramo. Así que lo que hice fue pintar la ruta a mano, sin saber altimetrías ni desniveles reales, solo me hacía idea de si tenía cuestas por las líneas de nivel del mapa. Ni tampoco sabía si el camino se podía hacer o si había alguna finca o algo que impidiera pasar. Los mapas y las ortofotos que había visto me daban la sensación que lo podíamos hacer sin mucho problema y sin obstáculos aparentes, a excepción de uno o dos kilómetros de bastante repecho al fondo del valle. Pero eran sólo suposiciones.
La ruta inicialmente planificada indicaba que después del Pinzón tendríamos que tomar un camino que sube en paralelo al puerto de San Isidro hasta el lago del Ausente. Pero a sabiendas de que era un camino muy duro y dado los kilómetros extra que íbamos a hacer y el biorritmo casi plano de Luis, decidí descartar ese camino y subir el puerto de San Isidro por carretera desde Isoba, para hacer después el remate final de la subida a la parte alta de los remontes de la estación de esquí.
Estábamos en el cruce hacia el valle del Pinzón a las 14:00. Durante todo el recorrido por el valle del río Pinzón no hacía más que darle vueltas a la cabeza con que si nos encontrábamos algo que nos impidiera continuar por aquí, no podría ni pensar en desandar lo hecho por el valle, para bajar hasta Puebla de Lillo y volver a subir todo el puerto de San Isidro y a la cima de los remontes de las pistas de esquí. Ante esa contingencia iba haciéndome a la idea de que si teníamos que bajar a Puebla de Lillo nos tendríamos que quedar a dormir allí y sopesar después si al día siguiente retomar ruta hacia San Isidro, perdiendo el día de adelanto que habíamos ganado, o cruzar por las pistas que atraviesan el valle del Celorno para cruzar la Sierra de la Cuerna y llegar hasta Villaverde de la Cuerna y Lugueros. Eso significaría no pasar por los remontes de la estación de esquí de San Isidro, el punto más alto de la ruta y el otro punto, junto con la subida al Panderruedas, que más me habían atraido de todo el Camino. Si Panderruedas ya nos lo habíamos saltado, no subir a la Collada de las Agujas de San Isidro sería hacer bingo.
El valle del río Pinzón es un tramo en permanente ascenso jalonado de cumbres altas y por el que se atraviesan unos verdes pastizales primero y un muy bonito hayedo al final. La realidad es que ha sido un acierto hacer este valle porque se puede ir perfectamente en bici, es muy bonito y sólo tiene de empujar los 300 metros finales con los que se corona el Collado Pinzón. Desde ahí hasta Isoba sólo hay 2 kilómetros en bajada. Llegamos a Isoba a las 15:30 tras 62 kilómetros recorridos.
Es hora de comer y paramos en el bar a tomarnos un pepito de ternera con pimientos que nos supo a gloria. Como ya sólo nos quedan de dificultades unos 4 kilómetros de subida por carretera a San Isidro y la subida final a las pistas de esquí, se me disipan todas las dudas y doy por seguro que terminaremos la etapa en Lugueros.
Ya ayer al ir a cenar en Portilla de la Reina hablé con Eusebio para decirle que hoy estaríamos en sus cabañas. Me dijo que estaba en un curso en Palencia y no podría vernos, así que había tenido la deferencia de dejarnos la llave en un sitio para poder entrar cuando llegáramos y, además, un vasito con jabón y otro con suavizante para que pudiéramos lavar. Este Eusebio es un crack. Muchas gracias. También me dijo que pensaba que dormiríamos la noche anterior en Posada de Valdeón, que era como estaba planificado, porque si hubiera sabido que al final estábamos en Portilla de la Reina se hubiera acercado desde Palencia a cenar con nostros. Lo dicho, es un tío majo.
Al terminar de comer empieza a tronar y a llover algo. Como vamos con tiempo decidimos esperar otra vez más a que escampe algo para salir sin lluvia. Poco después, como parece que las nubes no se terminan de retirar y pese a que sigue lloviendo algo, decidimos salir para no demorarnos más. Reiniciamos pedaleo a las 16:30 con la sensación de haber comido divinamente pese a que sólo ha sido un bocata con café. Este bocadillo y el rato allí parados nos han devuelto el ánimo y las fuerzas.
La subida al alto de San Isidro la hacemos con lluvia y algo de frío. Coronamos a las 17:05 tras 66 kilómetros de etapa. Ahora queda sólo lo más chungo. Subir al aparcamiento de las pistas de esquí de Circo de Cebolledo y llegar hasta la cima de los remontes en el Collado de las Agujas. Al llegar a la base de los remontes la lluvia nos sigue empapando y el frío es intenso. Solo hay 6 grados. Qué diferencia con las temperaturas de casi 30 grados de sólo dos días antes.
La subida hasta el Collado de las Agujas la hacemos casi íntegramente empujando con fina lluvia y rodeados de una intensa niebla que hace que al final pierda de vista a Luis. Le voy dando voces para que se oriente, que allí no hay ni habrá nadie a quien pueda preguntar si acaso se me pierde.
Finalmente corono el Collado de las Agujas a las 19:00 tras 72 kilómetros de etapa. Estoy a 1.940 metros de altura, el punto más alto de todo el Camino de este año. Como si la naturaleza se rindiera a lo que para nosotros es casi una hazaña, el cielo se abre un poco, deja de llover y la montaña se ilumina con unos colores especiales. Es realmente precioso.
En lo que llega Luis busco un sitio en el que poner un modesto papel en el que he escrito una breve dedicatoria a mi padre, que este año hace 15 años de su muerte. Sé seguro que si viviera disfrutaría más que yo siguiéndome en mis Caminos y viendo el esfuerzo que derrochamos en ellos. Fue un grandísimo deportista y una persona de una honradez intachable. Era muy reservado y pocas veces dejaba traslucir sus sentimientos. Igual yo nunca supe transmitirle de forma rotunda el amor y la admiración que le profesaba; pero desde que nos dejara ha estado en mi memoria permanentemente. En ese rato que estoy allí arriba a solas me parece estar hablando con él y sintiéndole muy cercano; y me parece verlo henchido de gozo disfrutando a la vez que yo lo hago subiendo estas montañas.
Cuando llega Luis nos hacemos las fotos de rigor y disfrutamos de este maravilloso momento. Hemos sufrido mucho pero estamos en la cima de nuestra ruta de este año. El paisaje es espectacular. Estamos allí disfrutando casi media hora pero cuando nos vamos me da la sensación de haber estado solo 5 minutos; me hubiera quedado dos horas más.
La bajada la hacemos por el lado de Riopinos, por una pista en zigzag con bastante pendiente que llega hasta el aparcamiento de la base de los remontes de este valle. Desde aquí hay que hacer unos 6 kilómetros de carretera hasta llegar al alto del puerto de Vegarada. Nos salen a la caza dos mastines enormes que están cuidando el mucho ganado que hay suelto por estas montañas. Si te muerden te arrancan una pierna. Veo también un par de venados cruzando a grandes saltos. En este tramos de carretera empieza a llovernos fuerte y nos empapamos. Hay que abrigarse porque el sol está empezando a ponerse y la temperatura es muy baja.
La bajada del puerto de Vegarada hasta Lugueros la hacemos casi sin dar pedales. Es una delicia terminar así una etapa en la que hemos subido tantos puertos. A media bajada nos deja de llover y trato de seguir disfrutando del impresionante paisaje que nos rodea. He venido ya muchas veces por aquí, pero uno no se cansa nunca de ver esta naturaleza. Mañana nos llegaremos a Mansilla de las Mulas y toda esta maravilla de montañas de las que hemos disfrutado estos seis días se convertirán en un llano secarral hasta Madrid.
Llegamos a las cabañas de Lugueros a las 20:30. Tercer día consecutivo que llegamos a destino anocheciendo tras otros 90 kilómetros a la buchaca; pero creo que los esfuerzos bien han merecido la pena. Hay sitios por lo que hemos pasado por donde quizá no volvamos a pasar nunca más.
Todo está según me había dicho Eusebio. Tras la ducha de rigor y poner la lavadora, nos vamos a cenar al bar de Lugueros. En la tele están a punto de decir la ciudad que alojará los juegos olímpicos de 2.020. Nos hemos perdido el patético discurso de la alcaldesa. Días después lo vería y me cuadraría todo. Estos politicuchos de hoy en día, el que no es un ignorante rematado es un ladrón. Así nos va.
Hoy hemos pasado por Portilla de la Reina, Barniedo de la Reina, Los Espejos de la Reina, Boca de Huérgano, Riaño, Burón, Lario, Uña, Puerto de Tarna, Puerto de las Señales, Collado Pinzón, Isoba, Puerto de San Isidro, Estación de Esquí de San Isidro, Collado de las Agujas, Puerto de Vegarada, Redipuertas, Cerulleda, Lugueros.
Distancia ascendiendo: 47,53 km
Desnivel acumulado positivo: 2.494,50 metros
Porcentaje máximo de subida: 23,10%
Porcentaje máximo de bajada: 21,93%
Tiempo pedaleando: 6:38 horas
Tiempo ascendiendo: 4:28 horas
Vel. media en movimiento: 13,50 km/h
Vel. media total: 7,18 km/h
Vel. máxima: 52,54 km/h
Riaño
Puerto de Tarna
Collado Pinzón
Collado de las Agujas
Recuerdo a mi padre
Puerto de Las Señales
Valle del río Pinzón
Collado de las Agujas
Nos despertamos temprano para hacer la etapa largísima que se aventura hoy. Desayunamos en el albergue medio estrujados y de pie en el vestíbulo porque el alberguero no ha abierto el salón y nos ha dejado preparado un termo con café y unas magdalenas. Regulín, regulín.
Está amaneciendo y el día aparenta fresco con alguna nube. Comenzamos a rodar con las primeras luces, a las 8:00. Bajamos por carretera en dirección Riaño terminando de completar las hoces que el Esla forma en la bajada desde San Glorio. Ayer ya recorrimos la gran mayoría pero como era ya casi de noche y estábamos como estábamos las disfrutamos más bien poco. Hoy voy fijándome más en los farallones calizos que atravesamos.
La carretera es mayoritariamente de bajada, por lo que después de parar a sellar un momento en Boca de Huérgano, nos llegamos hasta Riaño sin apenas darnos cuenta. Son las 9:15 y llevamos recorridos 19 kilómetros. Justo antes de llegar a Riaño veo dos corzos que se internan a grandes saltos en la maleza. Habrían bajado al embalse a beber.
Desde Riaño enfilamos por carretera en dirección puerto del Pontón bordeando el embalse de Riaño. Las vistas de las montañas reflejándose en el agua con el sol recién amanecido son espectaculares. Miro en dirección al valle del puerto del Tarna y lo veo muy nublado pero aparenta no llover.
En el cruce para desviarse hacia el puerto del Tarna espero a que llegue Luis. Aunque parece que lleva un ritmo algo lento, son las 10 de la mañana y hemos recorrido 28 kilómetros, lo que entra dentro de la planificación.
A partir de aquí la carretera va subiendo poco a poco adentrándose en el valle que luego conforma el puerto del Tarna. A la altura de Lario veo un bar abierto en mitad de la carretera. Apoyo la bici en un pretil para que Luis la vea claramente al pasar y entro a tomar un café. Pasados quince minutos me parece extraño que se demore tanto y salgo a mirar. Junto a la bici ha aparcado un camión que aunque no la tapa, sí que la ha dejado algo menos visible. Entro al bar y pregunto de quien es el camión que ha aparcado así en mitad de la calle. Y es de uno que había entrado hacía cinco minutos y se había quedado al lado de la puerta. Como sé lo despistado que es Luis y que siendo las horas que son igual irá hablando con Sonsoles, me quedo con la incognita de si habrá pasado o no. Al medio blasfemar contra el del cambión me dice que ha visto pasar a un ciclista que iba empujando la bici. Aunque el terreno es llano y debiera ir dando pedales, no me cabe duda de que se trata de Luis. Pago a toda prisa y salgo como una centella. Me voy tan escopetado que me olvido de recoger las vueltas. El café me ha salido por cinco euros. Ole la generosidad.
Aquí en Lario, o en el muy cercano Acebedo, es donde según la planificación inicial debiéramos haber dormido hoy tras salir de Posada de Valdeón, haber subido Panderruedas y haber cruzado el Pármade hasta Polvoredo. Eso significa que hemos ganado un día por no haber subido ayer la Remoña y haber bordeado en su lugar las montañas por carretera.
Al llegar a Uña hay una fuente en mitad del pueblo. Paro a repostar y saludo a uno que pasa en bici de carretera. Al poco de salir de Uña, donde empiezan las pistas que los excursionistas tomar para subir desde aquí a la zona de Peña Ten por el valle que forma la Hoya de Bordecazo alcanzo a Luis. Se acababa de parar porque al adelantarle el ciclista que yo acababa de saludar en Uña le ha preguntado si había visto a alguien con bici con alforjas y le dijo que lo llevaba justo detrás. Luis es como las mujeres, pregunta a todo el mundo. Otra cosa es que le sirva de algo. Son las 11:00, estamos a 1.200 metros de altitud y llevamos recorridos 39 kilómetros.
A partir de aquí las rampas empiezan a empinarse y si bien alguna es algo exigente sobre todo en los kilómetros finales, el puerto en general se puede subir a tren sin pasar calamidades. Las nubes se van cerrando a medida que ascendemos y corono el puerto del Tarna a las 12:10 después de 47,5 kilómetros de ruta. Estamos a casi 1.500 metros de altitud. El día se ha cerrado mucho y aquí sopla mucho viento. Trato de protegerme como puedo mientras llega Luis hasta que veo que en un edificio destartalado que aparentaba estar abandonado, hay un bar. Está vacío pero está abierto. Al sitio no le echan ni una mano de pintura desde hará más de 60 años. En lo que llega Luis, unos 25 minutos después, voy pidiendo un plato de embutido que seguro que nos entrará bien. Si en Lario que es llano ya iba empujando, me supongo que al menos los kilómetros finales del puerto también los haya hecho empujando.
Después del embutido y los refrescos de cola, que no hay que poner publicidad, salimos para seguir subiendo los 3 kilómetros que nos separan del alto el puerto de Las Señales. Estos kilómetros son muy parecidos a los del Tarna y hacemos cima a las 13:40 después de 50,5 kilómetros. Estamos a 1.630 metros de altitud.
A partir de aquí la ruta planificada marca bajar el valle en dirección Puebla de Lillo para, en unos 6 kilómetros, a la altura del río Pinzón, tomar un camino a la derecha que remonta el valle del Pinzón hasta atravesar el collado del mismo nombre. Desde el Collado Pinzón se hacen unos pocos de kilómetros de bajada hasta Isoba. Remontar hasta el collado Pinzón nos ahorra tener que bajar hasta Puebla de Lillo y subir entero el Puerto de San Isidro. La carretera hace eso para dar la vuelta entera a la Sierra de las Porracas y al pico San Justo, que vemos alzarse majestuosamente delante nuestro con sus casi 2.000 metros de altura.
De estos kilómetros por el Collado Pinzón no poseo información alguna. Cuando planifiqué la ruta vi que era un atajo para no dar una vuelta tan grande a Porracas y a San Justo, pero no había visto track alguno en ningún sitio ni descripción de este tramo. Así que lo que hice fue pintar la ruta a mano, sin saber altimetrías ni desniveles reales, solo me hacía idea de si tenía cuestas por las líneas de nivel del mapa. Ni tampoco sabía si el camino se podía hacer o si había alguna finca o algo que impidiera pasar. Los mapas y las ortofotos que había visto me daban la sensación que lo podíamos hacer sin mucho problema y sin obstáculos aparentes, a excepción de uno o dos kilómetros de bastante repecho al fondo del valle. Pero eran sólo suposiciones.
La ruta inicialmente planificada indicaba que después del Pinzón tendríamos que tomar un camino que sube en paralelo al puerto de San Isidro hasta el lago del Ausente. Pero a sabiendas de que era un camino muy duro y dado los kilómetros extra que íbamos a hacer y el biorritmo casi plano de Luis, decidí descartar ese camino y subir el puerto de San Isidro por carretera desde Isoba, para hacer después el remate final de la subida a la parte alta de los remontes de la estación de esquí.
Estábamos en el cruce hacia el valle del Pinzón a las 14:00. Durante todo el recorrido por el valle del río Pinzón no hacía más que darle vueltas a la cabeza con que si nos encontrábamos algo que nos impidiera continuar por aquí, no podría ni pensar en desandar lo hecho por el valle, para bajar hasta Puebla de Lillo y volver a subir todo el puerto de San Isidro y a la cima de los remontes de las pistas de esquí. Ante esa contingencia iba haciéndome a la idea de que si teníamos que bajar a Puebla de Lillo nos tendríamos que quedar a dormir allí y sopesar después si al día siguiente retomar ruta hacia San Isidro, perdiendo el día de adelanto que habíamos ganado, o cruzar por las pistas que atraviesan el valle del Celorno para cruzar la Sierra de la Cuerna y llegar hasta Villaverde de la Cuerna y Lugueros. Eso significaría no pasar por los remontes de la estación de esquí de San Isidro, el punto más alto de la ruta y el otro punto, junto con la subida al Panderruedas, que más me habían atraido de todo el Camino. Si Panderruedas ya nos lo habíamos saltado, no subir a la Collada de las Agujas de San Isidro sería hacer bingo.
El valle del río Pinzón es un tramo en permanente ascenso jalonado de cumbres altas y por el que se atraviesan unos verdes pastizales primero y un muy bonito hayedo al final. La realidad es que ha sido un acierto hacer este valle porque se puede ir perfectamente en bici, es muy bonito y sólo tiene de empujar los 300 metros finales con los que se corona el Collado Pinzón. Desde ahí hasta Isoba sólo hay 2 kilómetros en bajada. Llegamos a Isoba a las 15:30 tras 62 kilómetros recorridos.
Es hora de comer y paramos en el bar a tomarnos un pepito de ternera con pimientos que nos supo a gloria. Como ya sólo nos quedan de dificultades unos 4 kilómetros de subida por carretera a San Isidro y la subida final a las pistas de esquí, se me disipan todas las dudas y doy por seguro que terminaremos la etapa en Lugueros.
Ya ayer al ir a cenar en Portilla de la Reina hablé con Eusebio para decirle que hoy estaríamos en sus cabañas. Me dijo que estaba en un curso en Palencia y no podría vernos, así que había tenido la deferencia de dejarnos la llave en un sitio para poder entrar cuando llegáramos y, además, un vasito con jabón y otro con suavizante para que pudiéramos lavar. Este Eusebio es un crack. Muchas gracias. También me dijo que pensaba que dormiríamos la noche anterior en Posada de Valdeón, que era como estaba planificado, porque si hubiera sabido que al final estábamos en Portilla de la Reina se hubiera acercado desde Palencia a cenar con nostros. Lo dicho, es un tío majo.
Al terminar de comer empieza a tronar y a llover algo. Como vamos con tiempo decidimos esperar otra vez más a que escampe algo para salir sin lluvia. Poco después, como parece que las nubes no se terminan de retirar y pese a que sigue lloviendo algo, decidimos salir para no demorarnos más. Reiniciamos pedaleo a las 16:30 con la sensación de haber comido divinamente pese a que sólo ha sido un bocata con café. Este bocadillo y el rato allí parados nos han devuelto el ánimo y las fuerzas.
La subida al alto de San Isidro la hacemos con lluvia y algo de frío. Coronamos a las 17:05 tras 66 kilómetros de etapa. Ahora queda sólo lo más chungo. Subir al aparcamiento de las pistas de esquí de Circo de Cebolledo y llegar hasta la cima de los remontes en el Collado de las Agujas. Al llegar a la base de los remontes la lluvia nos sigue empapando y el frío es intenso. Solo hay 6 grados. Qué diferencia con las temperaturas de casi 30 grados de sólo dos días antes.
La subida hasta el Collado de las Agujas la hacemos casi íntegramente empujando con fina lluvia y rodeados de una intensa niebla que hace que al final pierda de vista a Luis. Le voy dando voces para que se oriente, que allí no hay ni habrá nadie a quien pueda preguntar si acaso se me pierde.
Finalmente corono el Collado de las Agujas a las 19:00 tras 72 kilómetros de etapa. Estoy a 1.940 metros de altura, el punto más alto de todo el Camino de este año. Como si la naturaleza se rindiera a lo que para nosotros es casi una hazaña, el cielo se abre un poco, deja de llover y la montaña se ilumina con unos colores especiales. Es realmente precioso.
En lo que llega Luis busco un sitio en el que poner un modesto papel en el que he escrito una breve dedicatoria a mi padre, que este año hace 15 años de su muerte. Sé seguro que si viviera disfrutaría más que yo siguiéndome en mis Caminos y viendo el esfuerzo que derrochamos en ellos. Fue un grandísimo deportista y una persona de una honradez intachable. Era muy reservado y pocas veces dejaba traslucir sus sentimientos. Igual yo nunca supe transmitirle de forma rotunda el amor y la admiración que le profesaba; pero desde que nos dejara ha estado en mi memoria permanentemente. En ese rato que estoy allí arriba a solas me parece estar hablando con él y sintiéndole muy cercano; y me parece verlo henchido de gozo disfrutando a la vez que yo lo hago subiendo estas montañas.
Cuando llega Luis nos hacemos las fotos de rigor y disfrutamos de este maravilloso momento. Hemos sufrido mucho pero estamos en la cima de nuestra ruta de este año. El paisaje es espectacular. Estamos allí disfrutando casi media hora pero cuando nos vamos me da la sensación de haber estado solo 5 minutos; me hubiera quedado dos horas más.
La bajada la hacemos por el lado de Riopinos, por una pista en zigzag con bastante pendiente que llega hasta el aparcamiento de la base de los remontes de este valle. Desde aquí hay que hacer unos 6 kilómetros de carretera hasta llegar al alto del puerto de Vegarada. Nos salen a la caza dos mastines enormes que están cuidando el mucho ganado que hay suelto por estas montañas. Si te muerden te arrancan una pierna. Veo también un par de venados cruzando a grandes saltos. En este tramos de carretera empieza a llovernos fuerte y nos empapamos. Hay que abrigarse porque el sol está empezando a ponerse y la temperatura es muy baja.
La bajada del puerto de Vegarada hasta Lugueros la hacemos casi sin dar pedales. Es una delicia terminar así una etapa en la que hemos subido tantos puertos. A media bajada nos deja de llover y trato de seguir disfrutando del impresionante paisaje que nos rodea. He venido ya muchas veces por aquí, pero uno no se cansa nunca de ver esta naturaleza. Mañana nos llegaremos a Mansilla de las Mulas y toda esta maravilla de montañas de las que hemos disfrutado estos seis días se convertirán en un llano secarral hasta Madrid.
Llegamos a las cabañas de Lugueros a las 20:30. Tercer día consecutivo que llegamos a destino anocheciendo tras otros 90 kilómetros a la buchaca; pero creo que los esfuerzos bien han merecido la pena. Hay sitios por lo que hemos pasado por donde quizá no volvamos a pasar nunca más.
Todo está según me había dicho Eusebio. Tras la ducha de rigor y poner la lavadora, nos vamos a cenar al bar de Lugueros. En la tele están a punto de decir la ciudad que alojará los juegos olímpicos de 2.020. Nos hemos perdido el patético discurso de la alcaldesa. Días después lo vería y me cuadraría todo. Estos politicuchos de hoy en día, el que no es un ignorante rematado es un ladrón. Así nos va.
Hoy hemos pasado por Portilla de la Reina, Barniedo de la Reina, Los Espejos de la Reina, Boca de Huérgano, Riaño, Burón, Lario, Uña, Puerto de Tarna, Puerto de las Señales, Collado Pinzón, Isoba, Puerto de San Isidro, Estación de Esquí de San Isidro, Collado de las Agujas, Puerto de Vegarada, Redipuertas, Cerulleda, Lugueros.
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