Kilómetros: 69,09
Tiempo pedaleando: 5:10:53
Vel. media: 13,33 km/h
Vel. máxima: 42,47 km/h
Primer día de este Camino a Guadalupe. El día amanece con nubes y claros y con algo de fresco. Quedamos a las 8:30 en la recepción del hotel. Luis y yo hemos dormido en la misma habitación y cumplimos el horario. Y como hay cosas que no cambian nunca, Julio no aparece hasta unos 10 minutos más tarde. Igual habrá estado hablando con muñeco de barro.
Pagamos y salimos en dirección a una churrería cercana, Pio 2, en la esquina de la calle Dos de Mayo con la calle Capitán Daoiz, con unos azulejos de Talavera muy bonitos.
Terminado el café con churros, salimos a las 9:15 cruzando el centro de Talavera por la calle San Francisco, Plaza del Reloj, Bachiller Hernando Alonso, Iglesia de Santa María la Mayor (o Colegial), ayuntamiento de Talavera y nos llegamos al Puente Metálico para salir de Talavera en dirección al barrio de Santa María por la carretera de Los Navalmorales. A la altura de Santa María giramos a la derecha, antes de una línea aérea de alta tensión, para tomar ya camino de tierra.
Al poco nos encontramos con una construcción medio desvencijada, que parece un almacén, y entramos a curiosear. Por dentro está todo lleno de cuerdas que cuelgan de los techos. Se trata sin duda de un antiguo secadero de tabaco. Resulta muy curioso comprobar las miles de cuerdas que cuelgan por todos los lados en los tres pisos que parece había.
Seguimos hasta empezar la primera subida del día, El Mecachón. Lo subimos sin mayor problema. El camino es bueno, sin apenas piedra suelta y el paisaje empieza a cambiar drásticamente. Ahora ya empezaremos a ver de contínuo jaras y encinas. Las vistas hacia atrás son muy bonitas, con Talavera al fondo en el valle y farallones de tierra caliza que hacen de pared al valle del Tajo.
Seguimos sin mayor incidencia entre fincas muy puestas entre este mar de encinas. Tras El Mecachón y La Culebra, alcanzamos las casas del Alamillo y El Membrillo, un pueblo pequeño en medio de la nada, con la iglesia cerrada y casi sin bar. Son las 11:15 y hemos hecho 16 kilómetros.
Seguimos hasta alcanzar el Cordel de Las Merinas y llegarnos a Alcaudete de la Jara. Como son las 12:15 nos paramos a reponer algo de fuerzas. Tras media hora, seguimos en dirección a la iglesia, pero también está cerrada y no podemos sellar. Hacemos alguna foto y nos disponemos a salir hacia Belvís de la Jara. De por medio hay un pequeño monte, el Cerro del Burro.
Aunque en las altimetrías que teníamos ya sabíamos que era un repecho no muy largo y algo duro, lo que en ningún sitio se puede ver es que el camino está muy agrietado y con mucha piedra suelta. No hizo falta echar pie a tierra para empujar la bici, pero la subida se hace muy dura, tardando algo más de media hora en hacer solo 3 kilómetros.
Tras una breve parada para retomar aire, seguimos hasta alcanzar Belvís de la Jara. En lugar de seguir hasta Aldeanueva de Barbarroya, decidimos parar a tomar un bocadillo y reponer fuerzas. Lo hacemos en la plaza del pueblo, aunque los bocatas los tardaron en preparar y al final la parada se prolongó más de 1 hora.
A las 4 de la tarde salimos de nuevo por más caminos de sube y baja hasta Aldeanueva de Barbarroya. De nuevo la iglesia cerrada y nos llegamos a un bar en la plaza del pueblo. Allí nos tomamos un botellín y uno de los que están en la barra nos pregunta de dónde venimos y dónde vamos. El susodicho, de nombre José Manuel Fernández, se identifica como el alcalde y nos quedamos charlando con él un buen rato. Nos explica la historia de la cara que hay en la fachada de una casa del pueblo, el desarrollo de la comarca, la Vía Verde, etc, etc. Como no hemos podido sellar la credencial, él nos pone su firma y, tras estar allí casi 1 hora, seguimos en dirección a unos lavaderos que hay a la salida del pueblo, en el margen del arroyo Zarzuela, antes de alcanzar la Vía Verde. Con unas cosas y otras alcanzamos la Vía Verde a las 17:45 y con 20 kilómetros aún por delante.
El tramo de Vïa Verde que hemos de tomar hasta nuestro destino de la Estación de Pizarrita es una cuesta arriba muy tendida pero sin descanso. Con las cuestas que hemos hecho y la hora que es, se nos hacen bastante largo. Hay enormes rectas, todas cuesta arriba, tan largas que no acabas de ver el final. Y cuando por fin rematas una y das una curva, te aparece otra recta más, siempre infinita y en subida. Toda la Vía Verde se me hizo igual. La única forma de no desfallecer era marcarme un ritmo constante de 20 km/h del que no bajar, pero había tramos que era imposible mantenerlo. El cansancio empezaba a notarse. La etapa estaba resultando mucho más dura de lo previsto.
Vamos avanzando poco a poco. Como la Vía Verde es también usada por coches, y no entiendo cómo les dejan, el cemento del piso está muy roto. A veces resulta incómodo. Cruzamos varios túneles y pasamos por los antiguos apeaderos de Pilas y Nava Fuentes. La luz de la tarde va cayendo. El paisaje es de monte bajo y parece que estuviéramos en mitad de la nada.
Y así, poco a poco, tras hora y media por la Vía Verde, llegamos a destino a eso de las 19:15.
La estación de Pizarrita la han arreglado y han puesto unas zonas comunes donde hay aseos y duchas, una zona cubierta donde en primavera y verano dan de comer, y han arreglado un vagón que hace las veces de coche restaurante, y otro vagón de coches camas.
Cuando llegamos ya solo queda una chica, que nos preparará la cena y un encargado que duerme allí y hace las veces de camarero. Seremos los únicos que cenen y duerman aquí hoy.
Después de ducharnos hacemos por cenar lo antes posible y así liberar a la cocinera, que además está embarazada de 6 meses y no queremos entretenerla. Al comentarle si después se puede ir a tomar algo al pueblo más cercano, Campillo de la Jara que está a escasos 3 kilómetros, nos dice que sí, pero que la noche será oscura y además dice que hay mucho corzo y mucho animal que baja a beber al río y que igual resulta algo peligroso ir con la bici de noche poque hay algo de cuesta y se nos cruzarán muchos animales.
Al final no vamos al pueblo porque Eugenio, el camarero, ha llamado al electricista ya que el cuadro de luces que tienen ha saltado un par de veces y hay que mirarlo. Y resulta que el chispas, Andrés creo que se llamaba, no tiene mucha prisa y se queda a tomarse un cacharrito. Y como empieza a contar chistes, pues al final caen unos cuantos cubatas mientras no paramos de reirnos con ellos.
De estar a punto de ir a acostarnos a eso de las diez de la noche, nos estamos contando chistes y tomando cubatas sin parar hasta la una de la madrugada. Nos metimos una buena jartá a reir. Gracias a Eugenio y Andrés por la buena noche que echamos.
Hoy hemos pasado por: Talavera de la Reina, El Membrillo, Alcaudete de la Jara, Belvís de la Jara, Aldeanueva de Barbarroya, Estación de Pizarrita.